Convertir a los enemigos en amigos forma parte de la magia de un buen diplomático.
Las trompetas anunciaron la llegada y la Vía Real apenas tardó unos minutos en ser despejada con el trabajo de los guerreros del siempre leal Jefe de los Ejércitos, Mahu.
Los ciudadanos habían esperado expectantes ese día desde que se les anunciara que comenzaban los preparativos.
Había temor por las experiencias pasadas, pero ganaba más la curiosidad. Sabían que Su Divinidad había logrado algo muy importante en los confines del mundo y como confiaban en su criterio, ahora esperaban ver los resultados.
La primera en llegar fue la delegación drow. Una parte de ella fue directamente guiada al lugar donde se asentaba la Embajada, pero la otra fue guiada al Gran Palacio del Hat-Atón.
Escoltadas por guerreros que cabalgaban grandes lagartos viajaban en 9 discos, sobre los que levitaban unas nubes para que nos le diera el sol directamente, las representantes de los drows. Ocho pertenecían al Consejo Regente, la casas que reinaban sobre la ciudad de la que procedían. La novena correspondía a una embajadora nombrada recientemente que no ocultaba su curiosidad por todo lo que la rodeaba.
Al llegar al palacio las mujeres bajaron de los discos y fueron guiadas por el visir a una sala de espera.
Luego llegaron los elfos dorados montados en pegasos, hermosos caballos blancos alados. A la cabeza iba su reina, una mujer que, al igual que la drows, provocó admiración genuina en la población masculina. Claro que la parte femenina tampoco tenía de qué quejarse, ambas razas tenían una belleza innata.
A la reina la acompañaban la seleccionada como embajadora y sus consejeros y guerreros más fieles. Al igual que la otra delegación, lucían sus mejores galas, pero no necesitaban ninguna nube para cubrirse.
El visir salió a su encuentro y las llevó a otra sala de espera, distinta a la de los drows. No era cuestión de empezar con incidencias diplomáticas desde el primer momento.
Una vez asegurada la comodidad de ambas delegaciones, dos ayudantes del primer ministro acudieron a buscarlas para que los acompañaran a la Sala del Trono.
Juntas y a la vez, tal y como estaba previsto.
El visir anunció ante las puertas cerradas:
-¡Las Delegaciones drow y elfos solares!
Las puertas se abrieron y nueve drows y nueve elfos dorados hicieron su entrada simultánea ante una corte maravillada. Les impactaba ver cómo dos especies que hasta hacía poco se habían odiado ahora podían entenderse entre ellas.
Su Divinidad estaba en lo alto del estrado con su Gran Esposa Real a su lado. Ambos se sentaban en unos tronos dorados. A los pies de ambos Sa descansaba tranquilamente observando curioso a los recién llegados.
Detrás se hallaban el Hijo de Amón y el Hijo de Atón junto a sus correspondientes amadas.
Al pie del estrado aguardaban Luan y Usermaatre en compañía de un Mek que, por raro que fuera, no estaba secuestrado por Meritre y MeketBastet.
En cuanto Kate, había decidido esconderse entre los cortesanos. Era a ella a quien más se le notaba la genuina curiosidad que despertaban los recién llegados.
Entre las delegaciones hicieron su aparición Loth y Corellon, los cuales se habían esmerado en su atavío. Un leve gesto por su parte hacia sus hijos suponía una bendición para que se iniciaran las relaciones diplomáticas.
Entonces el visir exclamó:
-¡Lyra Adbella, Reina de los elfos solares, podéis dirigiros a Su Divinidad!
La aludida miró de soslayo un momento a su dios, el cual respondió con una sonrisa.
Seguidamente hizo una profunda reverencia y saludó:
-En nombre de los elfos solares, yo os saludo Divinidad y Majestades. Acudimos en son de paz y con deseo de amistad.
-Lyra Abdella y vuestros acompañantes sois bienvenidos a mi hogar en el que espero que halléis acomodo -dijo formalmente Nebjeperure, aunque más de uno sabía que estaba conteniendo sus deseos de lanzar cientos de preguntas para desterrar viejos miedos.
La bella mujer se incorporó y dijo a su vez:
-Ha sido una grata bienvenida y estamos encantados de la Embajada que habéis hecho para nosotros.
-Podéis personalizarla como deseéis -dijo el Magnífico antes de hacerle una señal al primer ministro.
Este miró a la Matriarca de la ahora primera casa:
-¡Matriarca Shina Olinn, Matriarca de la Primera Casa de los drows, podéis dirigiros a Su Divinidad!
Esta también miró a la Reina Araña antes de hacer su reverencia y decir:
-En nombre de los drows, yo os saludo Divinidad y Majestades. Acudimos en son de paz y con deseo de amistad.
No parecían muy acostumbradas a hacer ese gesto sumisión. Sobre todo, la reina de los elfos dorados. A Shina Olinn le había salido más natural.
Ella sonrió:
-Como Su Majestad Lyra Abdella ha dicho, nos ha parecido una grata bienvenida y la Embajada que habéis erigido supera con creces nuestras expectativas.
-Como le he dicho a la reina, podéis personalizarla como deseéis -volvió a decir el sabio regente.
Nebjeperure dijo con sinceridad:
-Estoy más que complacido porque hayáis acudido a mi convocatoria, pues mi deseo es que podamos aprender los unos de los otros y ayudarnos en tiempos de turbulencias. Pues los aquí presentes sabemos que no es el caos lo que nos amenaza, sino la oscuridad que muchas veces se esconde en él.
-En efecto -dijo Lyra Abdella.
La Matriarca Shina Olinn la secundó:
-Lo sabemos y más ahora que las cosas son como deben.
-¿Suponemos que habéis nombrado ya a vuestros embajadores? -preguntó el Hijo de Atón.
De nuevo fue la reina de los elfos dorados la primera en hablar tras hacerle un gesto a otra mujer con la que guardaba gran parecido:
-Os presento a mi hermana, la princesa Syvis Abdella, ella ejercerá de enlace entre nuestros pueblos y residirá en la embajada.
-Sed bienvenida Alteza -dijo el Gran Vidente.
La aludida respondió con una sonrisa:
-Gracias Divinidad, Majestades.
Entonces la Matriara Shina Olinn tomó la palabra tras hacer acercarse a otra drow de ojos grises. Había sido una de las participantes en el Torneo que había hallado el favor de la Reina Araña:
-Ella es la Matriarca Zarya Gallaer, será la Embajadora que represente a nuestro pueblo en la ciudad.
-Bienvenida Matriarca Zarya Gallaer -dijo Alauniira sonriente.
Era evidente que tanto ella como Nessariäh estaban entusiasmadas con aquel evento, en el que por fin la paz se imponía sobre viejos rencores. Por fin su relación dejaría de ser tan rara y tampoco se sentirían tan solas en la ciudad.
Entonces Luan intervino:
-¿Se me permite un momento… Divinidad?
-Desde luego… Madre -dijo sonriente el joven regente.
Por lo bajo el Protector de Maat susurró:
–Controladora…
-Al cuerno -le replicó a este antes de anunciar-. Sólo se trata de una pequeña comprobación.
-Podéis proceder -dijo Lyra Abdella.
Shina Olinn se mostró conforme:
-Adelante.
Entonces Luan se colocó frente a frente delante de la reina de los elfos dorados antes quedándose ahí unos minutos antes de situarse delante de la Embajadora. Repitió el proceso con ambas Matriarcas antes de anunciar:
-Son de fiar, por el momento.
-Con eso nos conformamos -declaró el Gran Vidente.
La reina de los elfos dorados comunicó:
-Por supuesto os hemos traído presentes, los mejores arcos irrompibles con flechas que no se agotan.
Había surgido una suerte de competición entre ambas líderes, pues la Matriarca de la primera casa añadió:
-Nosotros también, los discos voladores que hemos traído son vuestros para usarlos según creáis conveniente.
El primer regalo no sorprendió, era lo esperable por parte de unos elfos solares que no se habían encontrado ante el Símbolo Viviente de la Divinidad desde hacía mucho tiempo. Y ahora que era humano lo veían más vulnerable y necesitado de protección frente a posibles enemigos.
Pero sí lo hizo el segundo. No era algo con lo que se pudiera atacar a nadie. Lo cual ya era un cambio radical en la mentalidad drow. Estaban demostrando que el cambio producido era auténtico y que procedía del deseo de su corazón.
-Nosotros a cambio os ofrecemos nuestros mejores lino, perfumes y papiro -señaló el experimentado monarca.
Usermaatre intervino en esta ocasión:
-Dado que yo fui uno de los primeros en firmar un tratado de paz, creo ser el más oportuno para anunciar que el tratado que salga de aquí será traducido a las tres lenguas de forma consensuada. Las tres copias serán plasmadas en tablillas doradas que estarán expuestas en un lugar prominente para cada raza.
Un asentimiento por parte de todas las partes sancionó sus palabras. Ahora sería el turno de los expertos en diplomacia de redactar el tratado, ellos podrían dedicarse a otras cosas mucho más interesantes.
-También os he convocado para anunciaros que se ha producido un prodigio que no me había acontecido en otras vidas y que en esta los precedentes fueron desastrosos -explicó Nebjeperure-. Quiero presentaros a Lur, la hija de Ib y mía.
Las puertas que estaban a un lado del estrado se abrieron para dejar pasar a una orgullosa nodriza que llevaba a la bebé en brazos escoltada por la leopardo albina. Se colocó al pie del estrado, cerca de Luan, el Grande y Mek.
-Mis felicitaciones Divinidad -dijo la Matriarca Shina Olinn-. Os merecéis esto desde hace mucho tiempo.
Lyra Abdella sonrió a su vez:
-Yo también os felicito, sin duda es un gran prodigio más que merecido.
-Esto se ha debido porque todos fuimos capaces, confiando en el otro, de enfrentarnos a nuestra parte oscura sin desfalleces. Es una celebración de la vida y por ello hemos organizado varias jornadas de celebración para que las disfrutéis junto a nosotros mientras el tratado es redactado.
La reina de los elfos dorados hizo un gesto afirmativo:
-Os estamos muy agradecidos de que nos tengáis en cuenta, participaremos gustosos de la celebración.
-Nosotros también -añadió la Matriarca de la Primera Casa.
Nebjeperure sonrió contento:
-Y también deseo presentaros al resto de la familia, ya que a partir de ahora formáis parte de ella: ¡Traed a mis tías Meresanj y MeketBastet y a mis hermanas Sitre y Meritre!
Cuando las nodrizas y sus escoltas felinas aparecieron se elevó una ovación como nunca antes se había producido. Aquel era un gran compromiso hacia los aliados, que tendrían que tener en cuenta la felicidad de todos los miembros de la familia.
Y eso que su madre había pedido que no dijeran nada de su estado.
-¡Celebremos la vida! -exclamó Nebjeperure levantándose- ¡Disfrutemos todos juntos de la fiesta!
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Anuska Martínez 
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