Nada refleja más la esperanza un nuevo futuro que la risa de un niño.
No recordaba el dolor que suponía un parto, sobre todo porque nunca había asistido a ninguno. Sin embargo, lo prefería mil veces al de la pérdida de una hija… que nacía muerta o moría al poco de nacer.
Notó perfectamente cómo el dolor se transformaba en poder y entendió por qué las drows solían recurrir a este método en sus guerras contra otras casas.
También lo que ocurrió después.
Nadie se atrevió a moverse, salvo las propias Gaia y Bastet que procuraban los primeros cuidados a las recién nacidas. Ellas se lo tomaban como lo más normal del mundo, cuando en realidad aquello suponía una desolación total sobre la cual construir un nuevo mundo.
-¿Cómo la vais a llamar? -preguntó Bastet tendiendo la pequeña a Ib.
La niña aún no había abierto los ojos, pero por la pelusilla en su cabeza se adivinaba que habría heredado de su madre el color del cabello. Su piel era más oscura que la suya propia, pero podía llegar a reconocerse en sus rasgos.
Su Gran Esposa Real respondió:
-Lur[1], en honor a Gaia.
Así que por eso le había preguntado aquello en la Antártida… estaba claro que ella sabía lo que se hacía.
La aludida pareció asombrada por un momento, pero luego dejó que asomara una sonrisa a sus labios.
<<Con la limpia mirada de su madre>> terció, dando a entender que tendría los ojos azules de Ib.
-¿Y vosotros? ¿Cómo la llamaréis? -les preguntó a su padre y a Nessariäh.
La segunda respondió:
-Sitre[2].
-Es un hermoso nombre -reconoció Gaia-. Y por eso sus ojos serán dorados.
La pequeña tenía la piel de su madre pero no así el cabello y los rasgos que parecían que procedían del padre.
Fue Bastet la que hizo la pregunta a su abuelo y la Matriarca:
-¿Podemos conocer su nombre?
-Su nombre es Meresanj[3] -declaró Alauniira con orgullo a pesar del cansancio.
La Señora del Este comentó:
-Un nombre perfecto, como lo serán sus ojos.
La niña había salido a la madre en cuanto a rasgos y cabello. Pero la piel se parecía a la del padre y por lo visto sus ojos serían verdes.
Los nombres eran importantes. Era la primera protección del bebé y además conformaba parte de su personalidad. Por eso había que tener mucho cuidado a la hora de pensar y decidirse por un nombre que le diera fuerza y una buena vida.
A las tres se les colocó colgando del cuello un amuleto mágico que las protegería durante toda su vida. Los demonios y quienes quisieran hacerles daños sería expulsados por ellos.
Fue entonces cuando llegaron su madre, Mek y Kate.
Esta última estaba pálida y con la cola esponjosa. Por lo tanto no reaccionó mucho ante la algarabía alegre de los hijos de Mek y Bastet.
Se podía imaginar por qué.
-¿Cómo están las niñas? -preguntó su madre.
Bastet replicó:
-Perfectamente -entonces las tres se pusieron de acuerdo para llorar pidiendo comida-. Y con unos buenos pulmones.
Las madres enseguida se pusieron a darles de mamar. Era curioso, no habían llorado hasta entonces, quizá porque estaban siendo sensibles a la desolación que estaba ocurriendo allá fuera mientras nacían.
-Madre, te presento a nuestro milagro, Lur -le anunció Nebjeperure.
Araushnee opinó:
-Debo admitir que no me lo esperaba.
-Ni yo tampoco -la secundó Corellon.
Su madre se acercó para mirarla mejor mientras Mek la olfateaba antes de mover las orejas y ponerse a ronronear contento.
Ella dijo divertida:
-Si ha salido a ti, prepárate para la cantidad de líos que los que se meterá.
-Ahí estará su abuela también para sacarla de ellos -bromeó el joven regente.
Su madre gruñó:
-Al cuerno.
-Eso es un sí -declaró la Tejedora del Destino.
Después tanto su madre como Mek, echaron un vistazo a su hermana y a su tía. Ambas disfrutaron de los bigotes del magnífico leopardo al cual se lo veía encantado.
-Ya tenemos voluntario para hacer de canguro -bromeó Corellon-. Mek ahora tienes cinco pequeñas que no te van a deja en paz.
Este movió las orejas y miró a sus hijos. Estos se habían subido a los divanes, lo cual ya era un mensaje de que el leopardo no estaba solo en la tarea y que iba a ser difícil que esos cinco infantes escaparan a su control.
Solo quedaron dos que correteaban entre los divanes mirando a ratos a Bastet y a Mek, en una pregunta cuya respuesta debieron de recibir de algún modo pues en cierto momento se quedaron quietos junto a sus padres.
El Divino Señor de las Dos Tierras se acercó a Kate:
-Supongo que estás impactada por lo que ha pasado ahí fuera.
-No tienes ni idea… -murmuró ella.
Él la corrigió:
-Alguna ya tengo Kate, yo percibo cuando se ejecuta la Regla además de cuando se atenta contra ella.
-Pero toda esa destrucción, esas muertes… -le contestó Kate.
Nebjeperure le dijo tranquilizador:
-Esas personas iban a seguir haciendo daño de seguir vivas.
-Ahora están sufriendo de lo lindo en la Red Demoníaca -anunció la Reina Araña.
Entonces su madre intervino:
-Por cierto, Madre. Yo te he hecho limpieza, ahora te toca organizarlos bien.
-De acuerdo -dijo Araushnee-. Entonces mi primer decreto es que Luan sea la nueva Suma Sacerdotisa.
Eso hizo que todos aplaudieran. Era un gran honor, pero también era sabido que no era una elección al azar. La diosa confiaba en su criterio a la hora de corregir posibles errores que pudiera cometer sin pretenderlo. Su madre analizaba muy bien a las personas.
Ella volvió su cabeza hacia ella y entrecerró los ojos antes de decir:
-Eso no lo verán tus ojos, Tejedora del Destino.
-Ya lo veremos -dijo la aludida.
Entonces Kate levantó una mano antes de preguntar tímidamente:
-¿Esto… y la reliquia?
-La reliquia está a salvo -le anunció la Señora del Este-. Ha sido recuperado en perfectas condiciones.
La joven planteó confundida:
-¿Entonces… por qué no he vuelto a ser normal?
-Porque lo que era una maldición yo lo he convertido en bendición -dijo Bastet-. Nebjeperure no se equivocó cuando examinó tu esencia… y por eso quiero premiarte por todo lo que has hecho para enmendar tu error.
Ella echó las orejas para atrás cuestionando:
-¿Premiarme cómo?
-Tomando una decisión -le explicó la diosa-. Puedes volver a la normalidad o conservar el don.
Kate parpadeó e inquirió:
-¿Esto… es un don? -se cogió de la esponjosa cola- Sólo me van a admitir en Japón con este aspecto.
Bastet sonrió ante aquel planteamiento:
-Tienes los sentidos más desarrollados y puedes hacer grandes cosas con ellos en favor de Maat.
-¿Y quién dice que tengas que irte a Japón? -planteó Usermaatre.
Nebjeperure le propuso:
-Puedes quedarte con nosotros en Ajet-Atón, Kate. Tendrás tu propia habitación en donde usar tecnología moderna y podrás vivir entre nosotros sin esconderte.
-Y un montón de felinos que capitanear cuando Mek esté agotado -rio el Gran Vidente.
-Yo… -empezó para luego quedarse pensativa, sabiendo que con esa forma al menos hasta que encontrase la manera de esconder su cola o mínimo controlarla no podría volver a pisar el mundo moderno, pero luego pensaría que desde que está con ellos y aun estando esos meses de espía habrían sido los mejores de su vida. Entonces ahí levantó las orejas moviendo pausadamente la cola para luego sonreír- Está bien, me quedo, muchas gracias -con lágrimas en los ojos.
El rey de la Tierra Negra fue el primero en acercarse y abrazarla con sinceridad:
-Entonces sé bienvenida a la familia.
-Los gatos y tú -gruñó su madre.
Él rio:
-Siempre Madre, desde aquel al que le di una familia.
-Al cuerno -rezongó ella.
“Cómo no” pensó divertido.
Sabía que su madre era desconfiada por naturaleza, pero ya había notado que también había estudiado a fondo a Kate. Por lo tanto se estaba haciendo más la dura que otra cosa… además así tenía una ayuda extra a la hora de proteger.
-Y lo de la Suma Sacerdotisa sigue en pie -afirmó Araushnee.
Su madre la miró mal antes de resoplar:
-Al cuerno tú también.
Eso hizo que todos rieron. No era una aceptación del puesto, pero a poco que la Tejedora del Destino insistiese un poco más en sus deseos quizá lograse que acabara aceptando… solo por no oírla.
-Tienes que tener en cuenta esto Gata -le dijo directamente a Kate-. Esta familia es lo más precioso que hay, por lo que hay que protegerla a toda costa.
La aludida dijo segura:
-Yo la protegeré.
-Hablando de casas… ¿cuándo podremos volver? -planteó Usermaatre.
El Hijo de Amón replicó:
-Las madres tienen que recuperarse y prepararse para el viaje de vuelta.
-Y para entonces todo tiene que estar organizado por aquí -puntualizó la Reina Araña mirando a su madre.
Esta resopló:
-No sigas por ahí.
“Tú sigue por ahí” pensó el rey de Shemeu y Tamejeu. Su madre se hacía la dura, pero cuando se trataba de un nuevo modo de proteger a la familia, ella era la primera que tomaba la iniciativa.
-Umh -dijo pensativa Araushnee- ¿Qué os parece una competición entre las casas menores que me son fieles?
Su madre replicó:
-Cuidado con esas competiciones.
-¿Por qué? -preguntó el rey del Doble País.
Ib contestó:
-Porque el perdedor suele morir.
-Esta vez no será así, será una competición, pero sin muerte -explicó Araushnee-. Quiero que me muestren sus habilidades, pero también quiero ver sus corazones… aquella casa cuyos integrantes se preocupen unos de los otros y también de la gente ajena a la casa será premiada.
-Sabes que hay casas así -le dijo Nebjeperure.
La Tejedora del Destino aclaró:
-Mientras estamos aquí, he declarado que comienza una nueva era. Mis normas se basan en ser lo más fuertes posibles para proteger a quien se vea más vulnerable… para lo cual todos los libros de estudio han tenido que ser modificados -hizo una pausa-. Una competición me parece una forma justa de elegir a las casas más adecuadas para regir a esta raza.
-¿Y qué hay de las diferencias de recursos Madre? -preguntó su madre-. Algunas tienen más que otras y eso les dará ventaja.
Araushnee comentó:
-En esta competición los recursos no entran en juego, todos estarán al mismo nivel.
-Sin muerte -puntualizó Corellon.
La Reina Araña repitió:
-Sin muerte -sonrió antes de agregar-. Y más que sus habilidades en batalla, valoraré lo que hay en sus corazones aunque no lo sepan.
[1] Lur: Tierra.
[2] Sitre: Hija del Sol
[3] Meresanj: La que ama la vida.
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