Medir fuerzas

La guerra se inicia cuando los contrincantes se miden.

A Nebjeperure le encantaba pasear.

Primero había sido la gran casa que la Reina Araña y el rey de los dioses élficos habían decorado y organizado entremezclando estilos. Había cosas de inspiración humana, de Ajet-Atón, pero también las había élficas y drow.

En esta decoración no faltaban los leopardos negros. Figuraban en tapices, sustituían a las típicas gárgolas y sus estatuas acompañaban a las figuras de los miembros de la familia. Eran tan realistas que uno podía llegar a pensar que de un momento a otro podían ser Mek o Bastet quienes les saltaran encima.

Sin embargo, sus miras estaban puestas en la ciudad drow. Durante un mes había tenido un leve adelanto de lo que era, pues no había salido tanto como hubiera querido por razones de seguridad.

Pero ahora podía permitirse pasear por la zona comercial, el barrio donde vivía la gente sencilla o lo más oscuro de aquella raza… si podía haber algo peor que la casa que había pretendido arrebatarle la felicidad.

Ahora lo trataban con respeto y más al verlo acompañado por unas irreconocibles Ib y Loth. Un macho en aquella sociedad tenía poco valor… y si lo tenía era dependiendo de las mujeres entre las que anduviera. Además, Sa y Mek también iban con ellos y eso lo hacían diana de miradas de admiración.

-Aquí venden de todo -comentó Ib.

Sí, lo había comprobado anteriormente.

El joven regente asintió:

-Como libros prohibidos.

O supuestamente prohibidos.

-Ahora sólo son accesibles, como otras tantas cosas, a las personas que puedan dominar sus poder y efectos -reveló la Tejedora del Destino.

Su Gran Esposa Real terció:

-De otro modo resultarían peligrosos para todos.

-Lo difícil es controlar las intenciones con las que se hacen con lo que venden -reconoció el rey de la Tierra Negra.

Algo llamó la atención de Sa, un puesto en el que vendían diferentes tipos de aves que eran apreciadas por su plumaje, sus huevos, su carne o incluso sus huesos. Enseguida se puso en posición de caza.

-No Sa, no puedes comértelos -le dijo seriamente.

El vendedor, un drow bajo y delgado:

-Sí, si podéis pagarlos.

-No nos interesa -intervino la Señora del Caos-. Los preferimos libres.

El vendedor le rebatió:

-Algunos morirían sin remedio al no encontrar aquí alimento o luz solar.

Ahí entraba en juego la ética de cada uno. Sus compradores habituales serían capaces de proveerles comida y luz si los querían vivos. Y él no podía dedicarse a liberar a toda criatura que viera sufriendo… aunque su instinto lo impulsara a ello.

Había más puestos de animales, pero Mek consiguió que su hijo no fuera corriendo hacia ellos y meterlos en una situación comprometida.

El puesto más desgarrador era el de la venta de esclavos. Ahí se exhibían gente de las más variadas especies. Desde elfos, pasando por humanos, hasta enanos. Incluso había drows, machos… una gran rareza sería si fueran mujeres.

Eso le hizo recordar cómo conoció a Ib. Había sido un regalo como esclava con la idea de que apreciara su valor y sus dueños llegaran a tener su favor. Mas si bien había reconocido cuánto valía, no había sido en el mismo sentido que quienes se la ofrecieran.

La Tejedora del Destino había tejido con tino aquel instante.

-Que todavía pase esto… -murmuró.

Ib le explicó:

-Cuando una Casa cae derrotada, aquello que la vencedora no desea se vende.

-¿Y con qué se queda? -planteó.

Ella le explicó:

-Con aquellos guerreros, magos y artesanos muy diestros -hizo una pausa-. Y desde luego las sacerdotisas.

-Cuantas más sacerdotisas tenga una casa mejor -recordó en voz alta.

Así suponía un mayor poder. Pero también abarcaban una mayor perspectiva y podían ver venir los ataques de los enemigos, así como llegar a ver en qué grado de favor estaba la casa que ahora era la suya.

Ib comentó:

-Aparte de las Matriarcas, las sacerdotisas son las que más poder tienen. Ellas deciden las misiones a emprender porque se las revela la propia Loth.

La misión podía ser atacar y subyugar otra ciudad de otra especie o incluso ir a cazar monstruos o masacrar al enemigo en la superficie en la oscuridad de la noche.

La Reina Araña comentó:

-Ahora están más concentradas en discernir cuál es su voluntad y acatar sus órdenes de fortalecerse frente a seres oscuros.

Era un poco raro oírla hablar de ella misma en tercera persona. Sin embargo, debía hacerlo ya que su presencia oficialmente estaba con las sacerdotisas que le eran fieles… dejando fuera a las que buscaban sustituirla.

-Les hemos desconcertado -señaló el Divino Señor de las Dos Tierras.

Ib señaló:

-No es nada extraño. Por el momento, nos creen fieles seguidores de la Reina Araña… por eso no será tan fácil que nos propongan traicionarla.

“Que se atrevan” pensó él.

No sólo recuperarían la reliquia, sino que también le darían a Kate su libertad. Y después se zanjaría su destino de una manera ejemplar para que todos conocieran la voluntad de su diosa; tardarían en hacerse a ella, pero acabarían haciéndolo.

-Por el momento buscan averiguar nuestro poder y riquezas reales -reveló Loth haciendo que Mek moviese sus orejas interesado.

Ib planteó intrigada:

-¿Con el paseo?

-Así es -le confirmó la Reina Araña.

Nebjeperure preguntó curioso:

-¿El paseo?

-Es una forma de exhibir poder y riqueza -le explicó su amada-. Los nobles de las grandes casas salen a pasear con sus mejores galas y socializan con los de las otras casas llegando a hablar de alianzas o comercio. Se organiza un gran festín y los más hábiles salen a bailar.

“Para bailar estamos nosotros” pensó divertido. Con tres embarazadas y tantos cachorros ese evento sería recordado irónicamente por lo caótico.

Por otro lado, eso sería muy del gusto de Loth y ofensa para la casa organizadora.

Claro que conociendo a la Matriarca, a la Gran Esposa Real de su padre y a Ib seguro que harían un gran papel bailando. Su especie era muy fuerte e incluso en su estado podían hacer casi cualquier cosa… lo cual no pasaba con los humanos.

-¿Nosotros vamos a participar? -quiso saber entonces.

La Reina Araña respondió:

-Asistiremos al banquete, pero no bailaremos ni nos pasearemos… no sería cortés.

-Una ofensa en toda regla -rio Ib.

Loth contestó:

-Es cuestión de aparentar orden mediante un protocolo… un recién llegado no puede hacer una exhibición que humille a los anfitriones.

-Eso también sería una ofensa -valoró su amada-. Y un motivo para la guerra.

Él rodó los ojos y contestó:

-Vamos que se van a ofender de todas formas.

-Tendrán que cargar con ello o atenerse a las consecuencias -señaló la Reina Araña-. No les interesa una guerra contra nosotros… y eso es lo que tratarán de averiguar, si pueden o no.

Nebjeperure le preguntó:

-¿Te he dicho que tienes unos hijos un tanto… retorcidos?

-La palabra que buscas es ‘caóticos’ -le corrigió Loth-. Y sí, me lo has dicho muchas veces… en cierto sentido son un reflejo de mi en proceso de mejora.

El joven regente suspiró:

-Un proceso que tienes que intentar que no se alargue mucho.

-Realmente te encantan -le dijo la diosa divertida que fue secundada por un gruñido de Mek parecido a una risa.

El rey de la Tierra Negra cerró los ojos y dijo con sorna:

-Y encima con recochineo.

Porque lo que había dicho ella era verdad. Desde su primera vida, cuando fueron los únicos que le dejaron satisfacer su curiosidad dándole una preciosa sensación de libertad, los drows habían sido su debilidad. Antaño le habían hecho mucho bien, su madre era drow precisamente, así que era imposible no pensar en que era una raza resarcible.

Ib preguntó entonces:

-¿Y cuándo será el paseo?

-Una semana -respondió Loth.

El rey de Shemeu y Tamejeu admitió:

-Vais a tener que enseñarme la etiqueta para ese evento…

-Tranquilo por eso -dijo la deidad.

Su Gran Esposa Real le aseguró:

-Estarás bien secundado por el ejército más adorable nunca visto.

Se refería claro estaba a Sa y sus hermanos. Nadie era inmune a sus encantos pues no pocos habían intentado acercarse a capturar su atención. Sólo los niños lo conseguían con sus caricias y juegos que les arrancaban a los felinos ronroneos y a los infantes risas.

-Estaría bien que ese ejército se bastara para ganar una posible guerra.

-Nunca se sabe -terció la Reina Araña.

Como siempre decían sus madres, primero había que conocer las cartas con las que se jugaba y luego decidir si eran favorables a sus deseos o no. Había que buscar las mejores opciones para no perder, lo cual significaba mucho más que lo que pretendía esa casa rebelde.

-Y las cosas seguirán igual en la Academia supongo -dijo recordando viejas vivencias.

Loth replicó:

-Ahí es donde más clara estoy siendo, pero hay oídos muy cerrados.

-Es una buena estrategia para entrar en las almas más jóvenes -señaló Ib.

La Tejedora del Destino dijo con una media sonrisa:

-El dilema es, escucharán a su diosa o seguirán la voluntad sus casas.

-Quiero pensar lo primero -dijo Nebjeperure con franqueza-. No creo que el caso de Ib sea el único.

Seguro que había jóvenes sacerdotisas, guerreros y magos que rechazaban la ambición desmedida y la traición. Ahora que soplaban nuevos vientos no debían de temer tales inclinaciones pues la diosa estaba con ellos, animándoles a ese nuevo camino de ser fuertes a través de hacer fuertes a los demás.

La Reina Araña valoró divertida:

-Tú quieres volver.

-Sólo… ver si hay cosas nuevas que aprender -admitió ruborizado.

Su amada le comentó acariciándose el vientre:

-Ahora no es buen momento, se espera que en nuestra situación busquemos estar juntos. No puedes alejarte unos años a estudiar.

-Eso no significa que en el futuro no haya mejores condiciones -afirmó Loth-. Y más si en la Ciudad del Horizonte abren las embajadas.

Pero antes tenían un deber que cumplir.

Participarían en esa ceremonia siguiendo su papel.

Y en el momento oportuno se prepararían para hundir a esa casa y restaurar lo robado y hacer justicia.

<<Tienes que ser paciente>> le transmitió la Tejedora del Destino <<Esos preparativos llevan su tiempo si queremos que todo salga bien>>

Había que conocer sus fortalezas y debilidades. También tener clara la posición de las demás poderosas casas con respecto a su diosa. Si se movían juntos, sería más fácil para la deidad dejar clara su voluntad.

“Y los jóvenes serían libres de ese dogma lleno de rencor y caos” reflexionó.

Ya no solo los que estaban formándose. También los niños que eran criados en las casas más poderosas. Si había visto la alegría y ternura genuinas en los de las clases más bajas… los de las altas no podían ser menos.

Como Maat… esa bondad a esa edad no entendía de clases.

Sonrió recordando lo que Ib le había contado sobre su hermano.

-¿En qué estás pensando?

-En cómo educaste a tu hermano sin recurrir castigos -le dijo con sinceridad-. Y también en cómo lo ayudaste a ser libre.

Su Gran Esposa Real le aseguró:

-Volvería a hacerlo mil veces si fuera necesario.

-Y lo harás -aseguró Loth-. Con este movimiento el camino será muy nítido y los que no lo sigan tendrán que atenerse a las consecuencias.

El rey del Doble País sonrió.

Si supieran quiénes eran…

Seguramente se replantearían seriamente su actitud. Y también lo que pasaba cuando sus madres y los dioses se implicaban. Que la que fuera su diosa fuera quien amenazara con un castigo eterno por su ultraje sería para replanteárselo.

Mas si por lo que parecía, seguirían ciegos, su destino ya estaba sellado.

-Te prometí conocer mejor este lugar y lo cumpliré -le dijo Ib.


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