Viaje

La clave no está en el destino sino en el viaje

-Entonces es hora de volver a los viejos tiempos -anunció Nebjeperure con satisfacción.

Su madre inquirió:

-¿Los viejos tiempos?

-Emprender un viaje como antaño -aclaró el joven regente-. Sólo que esta vez tiene un objetivo claro: hacer justicia a todos aquellos que claman por ella.

No era sólo Kate. Todos querían ajusticiar a quien había mandado asesinar a su Gran Esposa Real y su hija. Por no hablar de la propia Señora del Este que querría recuperar su reliquia y la Reina Araña, que no toleraría que se salieran del camino causando dolor a quienes amaba.

-Quizá habría que esperar un poco… -dijo su madre.

El rey de la Tierra Negra negó con la cabeza.

-Sólo lo suficiente para prepararlo todo.

No cometerían errores que los llevarían al fracaso. Y, ante todo, aseguraría la seguridad de su familia que esta vez se negaría a separarse.

Todos se reunieron en el comedor.

Kate estaba un poco intimidada, pero el ambiente invitaba a relajarse… pero sobre todo a confiar. Algo que no había conocido mucho en su vida.

Su padre estaba exultante tras salir del encierro. También podría decirse que estaba a rebosar del deseo de hacer pagar a las culpables de aquel confinamiento y el ambiente de tristeza que se había respirado en la ciudad.

-Todo irá bien Kate -le prometió-. Aquello que decreto se cumple.

Esta dijo bajando la cabeza junto a las orejas:

-Pero no tengo ni idea de en dónde está la reliquia.

La Matriarca le comentó:

-La diosa misma me guiará a su encuentro.

Usermaatre abrió la boca para decir algo, pero al instante se lo pensó mejor y concluyó:

-No voy a discutir con embarazadas.

-Sabemos que es peligroso -dijo Nessariäh-. Pero nuestra especie está hecha para estos momentos.

Ib insistió:

-Y Alauniira y yo podemos, junto a Luan, indicaros los pasos a seguir.

La primera asintió apoyando a sus palabras.

-¿Y cuál es el plan? -planteó el Grande-. Porque de alguna manera tendremos que meternos en ese territorio sin llamar mucho la atención.

Su madre anunció:

-Nos haremos pasar por una familia de mercaderes.

-¿Qué tal por una familia que busca fundar una casa en esa ciudad? -planteó la Gran Esposa Real de su abuelo- Y para ello buscará el parabién de la casa más poderosa.

Su padre señaló:

-¿Y qué pasa con los humanos?

-Ciertamente sería extraño que una familia se presentase con tantos especímenes inferiores -terció la Matriarca-. Lo siento.

-No pasa nada, entendemos lo que quieres decir Alauniira -contestó el Hijo de Amón.

Corellon propuso:

-Un hechizo que os haga parecer drows hasta el momento señalado.

Su madre señaló:

-Eso suena bastante bien.

-Ib y Alauniira necesitarán uno para cambiar sus rostros, para que no sean reconocidas -declaró la Reina Araña.

La Gran Esposa Real de su abuelo afirmó:

-Trabajaremos en ello.

-Araushnee y yo no tenemos problemas en parecer drows anodinos -afirmó el rey de los dioses élficos.

Al fin y al cabo, los dioses podían adoptar cualquier forma que quisieran. Podían tomar el aspecto de otro ser o inventar uno completamente nuevo. Eran dioses, para ellos eso era un juego de niños.

-Va ser un viaje largo -advirtió la Tejedora del Destino-. Necesitaréis provisiones de todo tipo y un carro de buen tamaño.

De pronto se hizo el silencio y el rey de la Tierra Negra sintió una presencia divina. Estaba habituado a tener dos dioses junto a él… pero ya tres… era mucho.

Entonces vio a Sa corretear hacia la entrada del comedor ante la cual había una elegante leopardo negra hembra. Reconoció enseguida a la Señora del Este, la cual miraba intensamente a Mek.

“Bueno, tenía que pasar” acabó por admitir.

Era su reliquia y estaba en su derecho de involucrarse.

Un parpadeo le confirmó que esa era su intención… pero no la única.

Vio al magnífico leopardo acercarse a ella lentamente. Paso que se aceleró cuando ella se apartó para dejar ver, sin contar a Sa, a los cinco pequeños felinos más adorables que había visto en su vida.

Una era albina con los ojos rojos, otro tenía un patrón blanco y ojos azules, otra tenía el símbolo del sol entre sus orejas y sus ojos eran amarillos, mientras que verdes eran los ojos de uno que llevaba las orejas blancas y otra la punta de la colita blanca.

Y ellos preparando una guerra.

Vio al gran felino restregarse contra la diosa mientras ronroneaba antes de acercarse a las pequeñas criaturas a las que olió antes de restregarse contra ellas y lamerlas una a una al reconocerlas como hijos suyos.

Su madre rezongó:

-Al cuerno. ¿Para qué queréis tantos?

Mek emitió un quedo gruñido que hizo resoplar a su madre. Esta rodó los ojos y comentó ceñuda:

-Son muy pequeños para dejarlos solos sin sus padres, aunque estén con las niñas…

-Esa es nuestra característica como familia -señaló la Matriarca-. Seremos una casa que cría a los mejores leopardos protectores.

Su Gran Esposa Real agregó:

-Y a los drows les gustan los grandes felinos, tener uno les otorga prestigio.

Ahí era fácil atar cabos. Bastet quería intervenir personalmente en el caso de la reliquia, pero también quería proteger a los pequeños que todavía no podían separarse mucho de la madre. Así, dos leopardos en edad de reproducción, resultarían muy convincentes en su disfraz.

-Sigo pensando que eres un gato salido -gruñó su madre.

Usermaatre terció socarrón:

-Y muy listo.

Nebjeperure se levantó y se acercó a los pequeños. Eran pura ternura, daban ganas de protegerlos en vez de que ellos fueran los protectores.

-¿Puedo? -les preguntó a sus padres.

Los aludidos asintieron dejando que acariciase el suave pelaje de cada uno de ellos. Su ronroneo era música celestial. Iban a ser una fuente inagotable de cariño y juegos… y unos guardianes formidables que lo darían todo por la familia.

-Son preciosos, ellos viajarán en el carromato -declaró tranquilamente antes de volverse hacia la diosa-. Os doy las gracias Mi Señora, recuperaremos vuestra reliquia.

<<Lo sé y por eso tenéis mi apoyo>>

Su madre ironizó:

-Genial, somos una familia niñera de gatos.

-Y todos tendrán sus nombres… -dijo Alauniira- que serán revelados en su momento.

Órdenes divinas, salvo que fueran contra Maat no había oposición posible.

Y el número de ejemplares coincidía con el número de pequeñas que iban a tener en total. Por lo tanto, dedujo que eran guardianes y compañeras de juegos y travesuras de estas.

Les llevó unos pocos días prepararlo todo.

Notó a Kate nerviosa, preocupada incluso de lo que iba a suceder. Por ello intentó tranquilizarla asegurándole:

-No te preocupes, estás acompañada por los mejores en sus ámbitos.

“Aunque ninguno lo reconozca” añadió mentalmente. Nadie de su familia decía que era el mejor en algo. Siempre era algo reconocido por otra persona, lo cual daba fe de que sabían valorarse bien, pero sin caer en el exceso de autoestima.

Partieron llegada la noche. El grupo rodeaba el carromato para proteger a sus pequeños viajeros, aunque su madre y Kate iban las primeras. No hablaban mucho entre ellas, pero notaba cierta afinidad.

No se había equivocado.

Poco antes del amanecer llegaron a una cueva que su madre hizo aparecer. Ella misma formuló el hechizo que permitía a los humanos ver con claridad en una oscuridad solo rota por algunos elementos luminosos, algunos de los cuales eran más peligrosos de lo que parecían.

-Aquí hay monstruos -anunció su madre-. Pero si no les molestamos no nos molestarán.

La Reina Araña terció:

-Es lo bueno de ser drow.

En la Antípoda Oscura los drows estaban en la cumbre de la cadena alimenticia. Eran temidos por todas las criaturas que reconocían su poder y por ello, salvo que fuera en defensa propia, evitaban los enfrentamientos directos.

-En principio no parece un lugar atractivo para vivir -concluyó Usermaatre.

El sabio regente replicó:

-No juzgues a un libro por su portada.

-Hay ciudades en la Antípoda Oscura que maravillan por su arquitectura -señaló la Matriarca-. A nuestra raza nos gusta rodearnos de belleza.

Nebjeperure comentó:

-Ya me gustaría visitar alguna con objetivos pacíficos.

-Algún día lo harás -le dijo Ib-. También lo hará nuestra pequeña.

Las ciudades de la Antípoda Oscura siempre le habían fascinado. Le atraían las diferencias respecto a otras razas élficas. Todavía guardaba en su interior el deseo de aprender de ellos todo lo posible para saber actuar en distintos momentos; no sólo en la magia, sino también en su artesanía y manufactura… además de sus técnicas de lucha y construcción.

-A mí no me gustan… son muy… tétricas -admitió Kate.

Ella no había necesitado magia para ver en la oscuridad, su estado especial le permitía ver bien el camino por el que circulaban.

La Tejedora del Destino admitió:

-Hay gente que se resiste el cambio y quiere seguir intimidando… pero al final les pasará como a esta casa si no aceptan el camino que no tiene vuelta atrás

-En lo sucesivo lo mejor será no hablar de este plan -les instó su madre antes de dirigirse a Kate-. En cuanto lleguemos tú irás a la casa a decirles que no entiendes cómo no funcionó esta vez.

La aludida bajó las orejas y la cola:

-Cla… claro…

-No te dejaremos en la estacada -afirmó Corellon.

La joven confesó su temor:

-Podrían tener la reliquia en cualquier lugar… incluso muy lejos.

-No importa dónde la tengan -dijo la Matriarca con firmeza-. La encontraremos y se te quitará la maldición.

No supo cuánto tiempo tardaron en llegar a su destino. Acompañados por unas luces mágicas, transitaban por la Infraoscuridad con discreción, sin llamar la atención… a excepción de la de aquellas criaturas que se cuidaban mucho de acercarse a ellos.

Sabía que había otras especies, con un lógico temor, que se mantenían al margen. Era el caso de los enanos, que solían trabajar en las profundidades de las minas, también ellos seguían temiendo a los drows.

<<Eso algún día cambiará>> le dijo la Reina Araña.

Su deseo era que, al ser los drows la especie más fuerte, fueran los protectores en las sombras de todos los demás. Así todo su conocimiento oscuro podría ser usado para algo justo y no sólo por conseguir más poder.

Probablemente eso estaba unido a su deseo de conocer más a fondo la cultura drow, por lo misteriosa que era y, seguramente, por lo excitante que resultaba desentrañar algo peligroso. Sin embargo, lo más seguro era que como en su primera vida, fuera porque ellos fueron los que simpatizaron con él y abrieron sus puertas para que pudiera aprender.

Ib le dedicó con sonrisa y le dijo:

-Después de esto será más fácil que volvamos.

-O que vengan los demás drows y funden su embajada junto a los demás elfos -señaló el Hijo de Amón.

Debía admitir que seguía teniendo cierta repulsión contra los elfos dorados. Adoraba a Nessariäh y a Corellon. Pero el pasado estaba allí, primer cuando se volvieron contra los drows y luego cuando su abuela buscó enclaustrarlo no importándole cuántas vidas se llevaba por delante.

<<Como a todo debes darles tiempo>> le transmitió el rey de los dioses élficos <<Pero también te tienes que dar tiempo tú>>

-No olvidéis que estáis bajo toneladas de tierra y roca -señaló Gaia-. Si vais a hacer algo, tenedlo en cuenta para salir vivos.

Su madre replicó:

-Desde luego.

¿Cuánto tiempo transcurrió hasta que llegaron a su destino? Era difícil saberlo porque no tenían ninguna referencia. Hasta los drows habían recurrido a la magia en su ciudad para que una columna mágica les señalara qué hora era en un lugar donde no había sol.

Y además aquellos pequeños tesoros que viajaban en el carromato eran una absoluta distracción. Mimados por la diosa Bastet y Mek, recibían con regocijo todas las caricias y juegos que se les proponían.

-Muy monos -gruñó su madre-. Pero sigues siendo un gato salido.

El aludido puso las orejas a los lados.

Alauniira reconoció:

-Nadie va a poder resistirse a ellos. Son un don divino.

-Muy apreciados -reconoció su madre-. Pero nadie tocará a esos gatos.

Por fin llegaron a la orilla de un gran lago.

En el centro una isla donde pastaban unas criaturas que servían de sustento para la ciudad que, resplandeciente, se erigía entre estalagmitas y estalactitas al otro lado. Desde la distancia imponía y daba una sensación de poder.

-Hay que reconocer que saben cómo presentarse -señaló el Hijo de Atón mientras Kate se marchaba a cumplir con su cometido al amparo de la oscuridad.

La Matriarca fue la que invocó una nave mágica a la que todos, carromato incluido, se subieron para cruzar aquel lago.

Había movimiento bajo su superficie y él no estaba convencido de saber si quería saber qué seres habitaban aquel lugar. Inofensivos seguro que no eran. Y aún así había quien se dedicaba a practicar la pesca.

Desembarcaron en la zona más popular de la ciudad, allí donde vivían los más humildes. Fue sorprendente ver cómo se apartaban a su paso, pero también resultaba esperanzador ver como una madre drow rodeaba protectora a sus dos hijos pequeños con sus brazos dándoles instrucciones de que no los mirasen a los ojos.

Había amor en ese gesto. Había amor en los niños… uno que quizá conservaran los de clase baja pero que a los de alta les obligaban a perderlo.

Lucharía por su familia.

También por todos los niños y padres de cualquier clase social para que no tuvieran renunciar al amor o destruirlo.

La Divina Potencia Creadora triunfaría con su luz incluso en el lugar más oscura.

Al salir de esa zona se toparon con una colina que llevaba a una meseta en la que se encontraban las casas más poderosas. Sin dudarlo, su madre los condujo hacia la más grande y majestuosa.

Había llegado el momento.

Usermaatre dijo con fiereza:

-Llevo mucho tiempo esperando este momento.


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