La muerte solo es el principio
Era un truco muy viejo, tan viejo que era sorprendente que siguiera funcionando después de tanto tiempo. Sus enemigos creían conocerlos, pero no tenían ni idea de lo más esencial… que sólo una muerte era irreversible.
Nessariäh se quedó junto al Hijo de Atón en su papel de viuda doliente que quería evitar la tristeza de la pérdida para no afectar a su pequeña.
En cambio, los demás tenían su papel.
Se habían reforzado las protecciones, tanto las mágicas como las no mágicas.
Existía un debate entre el Magnífico y el Protector de Maat sobre cómo prepararse ante la magia que permitía que funcionase la nueva tecnología en la Ciudad del Horizonte de Atón.
Lo cual era una distracción perfecta para Usermaatre, así no le daba vueltas a la repentina desaparición de su madre, Kate y Mek.
-¿Estás seguro de que funcionará? -le preguntó una Ib que como él vestía los atuendo de luto.
Él había dejado de rasurarse para dar la mayor autenticidad a la situación. Tampoco prestó atención a su maquillaje que se había corrido por unas lágrimas verdaderas al imaginarse que aquello estuviera siendo de verdad.
Respondió con tranquilidad:
-Los shabti nunca nos han fallado.
Los shabti eran unas pequeñas figuras que solían acompañar al difunto al Más Allá. Ellos se encargaban de hacer las onerosas tareas de parte de su dueño mientras este disfrutaba de la existencia.
Pero también funcionaba para hacer sustituciones en el mundo de los vivos. Si sabías invocar la magia adecuada.
Y así tenían ante él el cadáver su padre, mientras él recitaba las plegarias funerarias, los sacerdotes embalsamadores se encargaban de sacar los órganos y meterlos en natrón antes de momificarlos y ponerlos en vasos canopos.
Al cuerpo vaciado se le metía en natrón para desecarlo y una vez pasados los días preceptivos se procedía a la momificación durante la cual se colocaban los distinto amuletos protectores hechos de materiales preciosos.
Así pasaron los setenta días durante los cuales sólo hubo la actividad básica en la ciudad. Todos los demás aspectos quedaron suspendidos por causas mayores.
El día del funeral toda la familia se reunió y el séquito fúnebre puso camino a la Morada Eterna de la Familia Real. A la falsa momia de su padre le acompañaba una apesadumbrada Nessariäh, que no ocultaba su estado para aportar un mayor drama.
La música sonaba y los sacerdotes entonaban sus salmodias mientras las plañideras cumplían con su cometido. Los nobles y algunos sirvientes escogidos llevaban el ajuar funerario mientras algunos cortesanos tiraban de la barca funeraria que portaba el sarcófago con la momia adornada con flores.
Era un día radiante, pero se notaba la mano de su abuelo en que no hacía un calor abrasador y que les bastaba con los largos abanicos de plumas de avestruz y el palio para soportar el trayecto.
Nebjeperure no podía evitar preguntarse por qué se empeñaban en ir contra sus seres queridos. Habían dañado a padre, pero habían ido a por Ib… habían pretendido arrebatarle los seres que le daban la vida.
¿Tan cobardes eran para no enfrentarse a él a la cara?
¿Pensaban que así derrotarían a Araushnee, Corellon y el resto de su familia?
Quizá creían que así iba a derrumbarse.
Pero se había hecho la promesa de no hacerlo.
Se había sacrificado por ellos, para que vivieran.
No cruzaría esa línea de nuevo.
Lucharía con todo su ser para que su familia se mantuviese unida.
<<No van a romper esta familia>> le aseguró la Reina Araña.
El rey de los dioses élficos agregó <<Esto es prueba de lo poco que nos conocen en realidad>>
Sí, era verdad.
Sin embargo, denotaban en que, a pesar de la voluntad de la Tejedora del Destino, aún había grupúsculos que pretendían volver a los viejos tiempos de rencor y traición.
Y no le extrañaría que entre los demás elfos también hubiera algo parecido. Siempre había quien añoraba el pasado por ser aquel un momento en el que gozaba de mayor riqueza y poder.
¿La batalla de la Antártida había sido una alucinación?
<<No, no lo ha sido>> le llegaron las palabras de Gaia.
Estaba claro que en el tema de leer la mente ajena aún le quedaba bastante por aprender. Pero esas palabras lo tranquilizaban un poco.
Les había extendido una invitación, no quería que la aprovechasen para hacerles cualquier tipo de daño.
Era su deseo de fortalecer la unión que habían forjado en aquella batalla y demostrar que seguir la senda de la Regla llevaba a cosas maravillosas, como al entendimiento entre diferentes razas y que estas compartieran su deseo de descubrir nuevas cosas que le ofreciera el mundo.
Notaba la mano de Ib aferrando la suya, dándole fuerzas para seguir adelante con aquella farsa.
Le llegó su pregunta en un susurro:
-¿Qué vamos a hacer?
-Esperaremos a Madre, Kate y Mek -le dijo en voz tan baja que la música impedía que se oyese más allá.
Llegaron a las puertas doradas de la Morada Eterna de la Familia Real.
Lo primero que se hizo fue la ceremonia de la Apertura de los ojos y la boca, la forma de devolver sus sentidos al difunto en la otra vida.
Después, con él presidiéndolo, se llevó a cabo el banquete funerario. Se habían traído los platos preferidos de su padre y todos dieron buena cuenta de ellos tras ofrecérselos. La música amenizaba un ambiente que enmascaraba la extrañeza de algunos cortesanos de aquella celebración.
No podían dejar que nada diese a entender que aquello era una mascarada, o lo que tuviera pensado su madre se iría al garete.
Sólo esperaba que el plan no incluyese la muerte de Kate.
Había llegado a ver su esencia, que era un conocimiento más profundo de lo que uno podía creer. Y en ella había notado que no había maldad alguna en sus actos, sino que todo había sido por pura supervivencia y salir de la situación en la que se había visto envuelta.
Simplemente ni ella ni las arpías sabían todavía con quién se estaban jugando los cuartos.
-No debes preocuparte -le dijo la Gran Esposa Real de su abuelo-. Nuestro momento llegará.
Usermaatre comentó:
-Y lo aprovecharemos al máximo.
Lo único que lamentaban era que en vez de estar celebrando la vida estaban ante un funeral.
-Creía que en los funerales celebrabais la vida -comentó Gaia confundida.
Ahí estaba otra vez.
El Hijo de Amón comentó:
-Y lo hacemos, porque esperamos que la vida en los Campos de Ialu sea tan venturosa como en la vida terrenal -hizo una pausa-. Sólo que es inevitable añorar al que se va.
El Grande declaró:
-Pero mientras perviva su nombre pervivirá su recuerdo… y tendrá la vida eterna garantizada.
-Hacéis unas ceremonias bien extrañas los humanos -señaló Gaia-. Aunque no sois los únicos.
Alauniira intervino con tranquilidad:
-Actuamos como nos enseñan nuestros dioses y nuestra conciencia.
-Sí y a veces en la conciencia suele estar el problema -señaló Usermaatre-. Creerse en posesión de la verdad e ir a por todas por ella sin importar las consecuencias.
Su abuelo le rebatió:
-Eso es lo que nos separa de nuestros enemigos.
La verdad de estos últimos no concordaba con la Divina Potencia Creadora. Por ello estaban condenados a la derrota. Y era algo que nunca verían pues sus ansias de poder los llevaba a una ceguera absoluta que sólo tenía una cura para la que tendrían que renunciar a lo que perseguían.
-Bueno… -dijo Nebjeperure intentando cambiar el tema para que se delatasen-. ¿Y si honráramos a Padre con alguna historia?
El Grande planteó:
-¿Una de mis batallas?
-Con el debido respeto, están más que vistas -contestó el joven regente-. Quizá debas reservarte para Luan.
El Magnífico valoró:
-Podemos contar la de los primeros hijos de Re.
-¿Por qué no? -cuestionó invitadora Alauniira.
Ib inquirió curiosa:
-¿Qué historia es esa?
Nebjeperure relató:
-Se cuenta la leyenda de que al principio Re estaba tan solo que creó a dos dioses para estar más acompañado.
-¿Y cómo creo a esos dos dioses? -planteó su Gran Esposa Real.
Su abuelo advirtió:
-No, no. Nada de mencionarlo delante de niñas pequeñas en camino.
“Pero si precisamente…” pensó socarrón.
Entonces sabía que su madre saldría con su expresión ‘Al cuerno’ que todo lo concluía provocando sonoras carcajadas.
-El caso es que estos dos dioses, Shu el aire y Tefnut la humedad, se alejaron de él provocándole una inmensa tristeza -continuó el joven monarca-. Así pues, el padre de todos creó al Ojo del Sol que mandó en su búsqueda. En cuanto volvieron los tres, el dios se puso tan contento que lloró de alegría… y de ahí surgieron los humanos.
Ib preguntó curiosa:
-¿Sois hijos de las lágrimas de Re?
-Es lo que dice la leyenda -reconoció Nebjeperure-. Y por eso nos tiene tanto aprecio que aunque le hicimos daño una vez se arrepintió de exterminarnos a todos.
La Matriarca bromeó:
-Y luego los brutos somos nosotros.
-Luego está la historia de Isis y el nombre secreto de Re -intervino el Magnífico.
Usermaatre dijo socarrón:
-Venga, no te hagas de rogar.
-Cuenta la leyenda que cuando todo fue creado Re vivió una larga vida llegando a la vejez -dijo el Hijo de Amón-. Sin embargo, la edad no lo hacía menos poderoso, en verdad, era el que más poder tenía.
Nessariäh inquirió:
-¿Qué sucedió?
-Isis, la Gran Maga, sabía que el secreto de su poder estaba en su nombre secreto, uno que no se lo había dicho a nadie porque implicaba hacerlo tan poderoso como él -continuó su abuelo-. Por ello creó con saliva del dios y lodo del camino una serpiente que a su orden mordió al dios cuando pasaba por allí. Era una mordedura mortal.
Ib planteó:
-¿Pero sobrevivió no?
-No te adelantes -le pidió Nebjeperure.
El sabio regente prosiguió:
-El dios llamó a todos los dioses, estos preocupados no conseguían sanarle. Y el propio Re admitió que era serpiente no era creación suya. Entonces, la astuta Isis, acudió a su lecho y le dijo que si le decía su nombre secreto podría curarle.
-¿Y él accedió? -cuestionó su amada.
El experimentado monarca terció:
-Al principio no, le dijo muchos de sus nombres, pero no el secreto… hasta que vio la muerte muy próxima. Entonces le hizo jurar a Isis que le daría su nombre secreto pero que ella a su vez debería transmitírselo a su hijo Horus para que fuera un gran dios -hizo una pausa-. El pacto se selló y Re sanó mientras Horus se colocaba en el camino de la sucesión.
Ib admitió:
-Isis es una diosa… muy peculiar.
-Tiene muchas historias, como todos los dioses -señaló el Hijo de Amón-. Explican la existencia de las cosas, pero también nos vemos reflejados en sus historias.
Cuando el banquete funerario llegó a su fin, sus restos fueron enterrados como una ofrenda póstuma.
Seguidamente procedieron a introducir el ajuar funerario que colocaron en una cámara apresuradamente tallada y decorada con escenas de la vida cotidiana llenas del estilo vital de su arte. Allí, de forma resumida, aparecían los sucesos más importantes acaecidos desde la última vez que se había abierto la Morada Eterna.
En último término, el sarcófago fue introducido dentro de un ataúd en el que su primera Gran Esposa Real y corregente lo protegía desde las cuatro esquinas. Una tras otras, con la consabida ceremonia, fueron cerradas las capillas doradas decoradas con más escenas y amuletos protectores.
El mejor detalle fue el arreglo floral que Nessariäh dejó rodeando a Dos Damas de la máscara funeraria, dando así más realismo a la escena.
Después, tras unas solemnes oraciones para facilitar el viaje por el Otro Mundo se entonaron unos cánticos que, lejos de ser tristes, hablaban de la felicidad que esperaba al difunto… no muy distinta a la disfrutada en vida.
Luego fueron abandonando la Morada de Eternidad barriendo sus huellas hasta llegar a la entrada en donde las puertas fueron selladas.
Sólo en ese momento el joven regente se permitió suspirar.
Era una farsa para engañar a las enemigas, pero no olvidaba todas las pérdidas sufridas y las veces que había tenido que pasar por aquel ritual.
No habría más pérdidas.
Esas arpías no sabían la que se les venía encima por pretenderlo.
Maat llegaba hasta los confines más oscuros de la Antípoda Oscura.
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