Una Madre lo es para siempre.
-Sí, es un poco raro tanta felicidad acumulada -admitió la Tejedora del Destino-. Pero comprobarás que hay motivos para ello.
¿Cómo entrar en el tema sin que se lo tomase mal? Hasta los dioses sabían de las conversaciones complicadas. La había rehuido siempre, incluso desde que se le enfrentara, pero nunca había dejado de admirar aquello en lo que se había convertido.
¿Había cosas que cambiaría? Por supuesto. Aquella que debió ser su guardiana hizo que se oscureciese hasta el punto de rechazar su legado por un lado pero abriéndose a otro tan ingente que ni ella sabía cómo había sido capaz de lograrlo.
Luan se encogió de hombros levemente antes de decir:
-Me lo imagino, pero aún raros estáis tranquilos y felices, así que malo no va a ser.
-Si no pregúntaselo a Mek -concedió con una sonrisa divertida-. Al parecer aparte de gran padre es un gran amante.
Luan desvió la mirada.
-Me lo dices o me lo cuentas… gato salido… -murmuró lo último.
“Ahora o nunca Loth” se dijo a sí misma “Si no tienes valor para esto… lo demás será fachada”
-¿Alguna vez te has preguntado cómo has podido adueñarte de las sombras, vincularte a Mek, al demonio o a incluso un dragón dorado? -le preguntó-. Es un camino tortuoso, pero sólo unas pocas personas… han podido recorrerlo y seguir vivas y cuerdas.
Luan elevó una ceja ante esa pregunta mirando de soslayo al dragón que orgulloso se alzó detrás de ella para luego volver su cabeza hacia ella.
-La verdad es que no -admitió con sinceridad-. Son situaciones que han pasado a lo largo de mi vida y etapas que he quemado -agregó para luego fruncir el ceño-. La pregunta ahora es ¿a qué viene eso?
-Viene a que todo eso es debido a la sangre que corre por tus venas -le respondió la Señora del Caos-. Esas etapas te han convertido en la mejor madre que Nebadur podría tener.
Luan sonrió irónica:
-Dudo que sea por la sangre que corre por mis venas y tú deberías saberlo mejor que nadie Loth, conociste a mi madre de sobra.
-Elegirla a ella fue uno de mis errores -admitió ella quedamente.
Luan rezongó:
-Uno enorme. Bueno, ya lo viste cuando Nebadur bajó a la Antípoda.
“Debí habérselo dicho entones, quizás las cosas habrían sido diferentes”
Loth comentó:
-No lo tengo para olvidar, me salvasteis… sobre todo él -apretó los puños-. Pero lo que quiero contarte se remonta a su primera muerte.
Luan la miró elevando una ceja y le preguntó:
-¿Qué me tienes que decir de algo en lo que no estaba ni siquiera viva?
La Reina Araña respiró hondo antes de proceder a relatar:
-Cuando pese a mis advertencias y las de mis hijos respecto a los humanos, Nebadur murió, se me rompió el corazón. Y cuando creía que no podía quebrarse más, Corellon, los demás dioses y sus hijos nos condenaron al exilio y a la persecución. Para proteger a mis hijos hice cosas horribles, tenía que aparentar fortaleza para su supervivencia y la mía propia -suspiró-. Pero no podía engañar a mi propio corazón Luan.
Luan se puso seria y demandó saber:
-Por qué me estás diciendo esto Loth.
-Hubo un drow, seguro que lo recuerdas, porque fue Maestro de Armas de la casa -vaciló un poco, pero reunió los arrestos para continuar-, que me atrajo. Quizá porque me recordaba a la esencia que Nebadur siempre ve en todos. Él también tenía que disimular frente a todos los demás…
Su vacilación no le pasó desapercibida a Luan.
-Lo recuerdo sí, básicamente te lo cepillaste -dijo con tranquilidad- ¿A qué viene esa vergüenza?
La Reina Araña negó con la cabeza:
-No es vergüenza, es cariño y un honor que un hombre como aquel se propusiera reparar lo que vio… él hizo lo que pudo dándome lo que nadie desde Corellon me había dado -explicó-. El mayor don que ofrendó a su deidad fue el de darle una hija.
-¿Qué me estás diciendo? ¿Está entre los que has traído y quieres decírselo pero no te atreves? -le planteó Luan sin saber lo que le estaba pidiendo.
La diosa contestó:
-No Luan, lo que quiero decir es que tú eres la hija nacida de un sentimiento puro en medio de la más desoladora oscuridad.
Luan se quedó parada mirándola antes decir:
-Estás diciendo que tú…
-Soy tu verdadera madre, Luan -dijo ella con un asentimiento-. Y me enorgullece serlo.
Aquello, como era de esperar, sorprendió a su hija que dio un paso hacia atrás para quedarse unos minutos en silencio para luego susurrar:
-¿Tú?
-Te entregué a tu madrastra porque quería que crecieras siendo tú, sin que el que fueras mi hija te condicionara de ningún modo -le confirmó-. Y mientras tú crecías y subías escalones en cuanto a poder… la oscuridad me devoraba a mí.
Luan se quedó en shock para que luego sus ojos se volvieran rojos.
-¿Me entregaste a mi Madre queriendo que fuera yo? Sin considerar lo que era serlo de una Matriarca -siseó.
La Reina Araña se esperaba esa reacción, a fin y al cabo ella también tenía ese punto cuando se veía sorprendida.
-Así es, te coloqué en la mejor posición para que accedieras a la mayor cantidad de conocimientos en todos los sentidos -respondió-. Superaste todas las pruebas y fuiste incluso más allá… en aquel momento la oscuridad en mi era tal que lo vi como una traición… pero mi primer deseo, el inspirado por Nebadur, fue el acertado.
Luan la miró para luego apretar la empuñadura de su arma:
-Fuiste una cobarde.
-Puedes verlo de esa manera, estás en tu derecho -admitió-. Pero una de las mejores cosas que he hecho en mi existencia has sido tú.
Su hija la miró apretando la dentadura para un momento después suspirar:
-Yo también he crecido -dijo avanzando hacia ella para luego darle un sorpresivo abrazo-. Si eres mi madre, gracias por todo lo que te he hecho -le susurró.
De repente se sintió, por primera vez en milenios, libre de un peso que llevaba demasiado tiempo cargando.
Ella le devolvió el abrazo diciéndole:
-Siempre serás mi hija, la que me desafía cuando estoy errada y la que me salva cuando me pierdo -sonrió con sinceridad-. Y te prometo que yo siempre seré tu madre y estaré ahí para lo que necesites… pero no prometo nada respecto al gato salido.
Luan sonrió con respecto a lo último sin separarse de ella.
-No te preocupes. El Gato Salido va a su bola… ahora habrá que buscar a Bastet para encontrarlo -se separó de ella con una sonrisa para luego apoyar su frente contra la suya- Lo siento… -murmuró.
Ahora la perpleja era ella pues quiso saber:
-¿Qué es lo que sientes Luan?
-Siento haberte atacado aquella vez… me ganó la rabia… la furia… y ahora pensando que eres mi madre… -admitió quedándose callada.
La Señora del Caos le dijo tranquilizadora:
-Hiciste lo correcto… tú al menos saliste del agujero antes que yo, y eso dice mucho y muy bien de ti.
Luan bajó la mirada:
-Me fui a las sombras para no pensar en la muerte de Nebadur y me perdí casi tres mil años de su vida… no creo que eso esté muy bien Madre.
-Hija mía -dijo ella contenta de poderla llamar así y que ella también la llamara ‘madre’-. Tú protegiste la Creación del mal agazapado en la oscuridad, pues sin eso, nuestro trabajo cuidando de él habría sido en vano.
Luan sonrió para mirarla:
-Y no dudes que os seguiré cuidando.
-No lo hago, tienes a los mejores aliados posibles -dijo ella con una amplia sonrisa-. Que te conocen mejor que tú misma -hizo una pausa-. Y somos una gran familia unida por vínculos inquebrantables.
Su hija suspiró:
-No me hables de vínculos…
Ah, ahí había algo. Algo la turbaba y no le permitía disfrutar del momento.
-¿Qué te preocupa Luan? -le preguntó en actitud de escucha- Puedo guardarte cualquier secreto.
Ella la miró con gesto divertido y le preguntó:
-¿Qué escondes tú Tejedora del Destino?
-Oh quieres que saque mis secretos, pero son de otros que los revelarán cuando lo consideren oportuno -dijo divertida la aludida-. Hija mía, a la vuelta de la esquina aguardan grandes prodigios.
-No me hagas un Akh que ya me los conozco -replicó divertida-. Tú eres la Tejedora del Destino, te las sabes todas
Loth lo pensó un momento antes de insinuar:
-Piensa en algo que nunca ha ocurrido en esta familia.
-Puf, ¿bueno o malo? -cuestionó Luan alzando las manos- Ten en cuenta Madre mis conocimientos.
Por eso no quería decirlo directamente. Deseaba compartirlo con ella, pero que lo adivinase. Así no rompería el secreto que se guardaba.
-Es muy, muy bueno -le aseguró-. Tan bueno que el gatote salido va a tener más trabajo y menos vida sexual.
Su hija la miró sorprendida:
-Eso sólo significa más niños.
Loth rio con franqueza:
-Yo no te lo he dicho.
-¿Voy a se abuela? -planteó Luan abriendo los ojos.
La Reina Araña hizo un gesto afirmativo previamente a responder:
-Y más que eso.
-¡No me digas que estoy embarazada! -exclamó con cierto pánico su hija.
Loth dejó escapar una risa socarrona:
-Aún no… pero con ese monumento que tienes en la cama, hasta yo querría tener hijos.
-¡Loth! No le des alas -le pidió.
La Reina Araña le aseguró:
-Yo no se las daré, pero es un niñero empedernido que no pudo disfrutar de los hijos que tuvo por ser rey y cuando vea lo que va a ocurrir… pasará lo natural.
-Que no me jorobes Madre que estoy muy bien -rezongó ella.
La diosa se encogió de hombros:
-Esa parte del destino es cosa de vosotros dos.
Luan suspiró para luego rezongar:
-Nunca he tenido un niño.
-Hija mía, lo único que no has tenido ha sido un parto -le recordó-. Todo lo demás te lo trajo Mek… y es de las mejores labores que he visto.
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