Al final uno cosecha lo que siembra sea bueno o malo.
-Ya… -dijo Nebjeperure sin poder ocultar su cansancio- Creo que debería mandar a la gente a sus casas.
Su padre fue el primero en oponerse:
-No estás en condiciones.
Lamentablemente tenía razón.
-Pero…
-Lo que podemos hacer, con el permiso de Gaia -intervino Corellon- convertir este lugar de exterminio en un lugar sagrado que honre a los inocentes sacrificados y a los valerosos que lucharon contra la oscuridad.
El Grande comentó:
-Magnífica idea.
-¿Y cómo vamos a hacer eso? -inquirió el Magnífico
El rey de los dioses élficos reveló:
-Con un palacio enteramente de hielo cuya iluminación sea homenaje de los caídos y que acoja en su descanso a todas las especies implicadas.
-Para eso vas a necesitar energía -señaló la Matriarca.
La Tejedora del Destino intercambió una mirada con Gaia previamente a decir:
-No hay problema con eso.
Entonces silbó y los demás dioses acudieron a la llamada. Sin pronunciar palabra alguna rodearon a Nebjeperure. El joven regente entró entonces en una suerte de trance que lo despojó temporalmente de su cansancio mientras en su mente se esbozaba la imagen de un hermoso edificio que mezclaba de una forma elegante los estilos de cada especie, todo ello hecho de hielo e iluminado con luces desde dentro del propio material.
-Lo propongo como un santuario -dijo Nessariäh devolviéndolo a la realidad-. Que represente lo que se puede lograr si nos unimos.
Gaia comentó tranquilamente:
-Durará el tiempo que podáis mantenerlo.
En otras palabras, que si se seguía reduciendo el daño que se le hacía, aquel monumento tendría una amplia duración al estar en un lugar en el que las temperaturas siempre eran bajas.
El Hijo de Atón planteó:
-¿Y nadie intentará matar a nadie mientras estamos aquí?
-No -respondió de inmediato la Tejedora del Destino-. No luchamos por el otro para luego matarlo.
El rey de la Tierra Negra comentó:
-Eso estaría genial que se aplicase fuera de aquí…
Mas el cansancio llamaba a su puerta. Todo se volvió negro antes de que los recuerdos felices y deseos secretos lo envolvieran… hasta que resonaron las palabras de la némesis de Ib que lo inquietaron.
Despertó en un gran lecho hecho de hielo igual que todo lo demás en la habitación. Resaltaban algunas alfombras, sábanas y mantas.
Todo había sido real.
Incluido lo de aquella arpía.
-¿Estás bien Neb? -oyó que le preguntaba Ib incorporándose a su lado.
Él la miró y luego estudió su entorno antes de cuestionar:
-¿Y los demás?
-Descansando, se supone -dijo ella encogiéndose de hombros previamente a insistir-. ¿Qué te ocurre?
Él le explicó:
-He tenido un sueño. La primera parte era agradable… como pocas veces lo es -hizo una pausa-. Pero la segunda…
Naturalmente su Gran Esposa Real se preocupó y buscando que se calmase le planteó:
-¿Qué pasaba en la segunda?
-Aparecía tu némesis… lo que decía… -susurró bajando la mirada.
<<Te traicionará por algo que más ame y la hará poderosa. Poderosa sobre los drows, poderosa sobre el mundo humano.>>
Ib puso su mano sobre su barbilla e hizo que la mirase a sus hermosos ojos azules:
-Olvida lo que ella te dijo -su mirada se hizo dura-. Nunca te traicionaría y si te quedan dudas todavía te puedo decir que Neith me haría pagar muy cara la traición.
De eso no tenía ninguna duda.
-El sueño…
-Refleja tu miedo a la pérdida -dijo su amada antes de sonreírle-. Yo también he tenido un sueño… una visión que me ha mandado Neith.
Eso no podía ser casualidad. Su ib dio un vuelco, sabiendo que ambos estaban interconectados de alguna manera.
-¿Qué pasaba en ese sueño?
-Ella estaba en su telar… y tocaba nuestros hilos entrelazados del que salía un tercero -le informó ella.
A veces deseaba ser como antepasado Yuya, él interpretaba los sueños y ocurría tal como vaticinaba. De modo que si se seguía su consejo las cosas saldrían bien… de otro modo el resultado sería catastrófico.
¿Por qué no había heredado su don?
Lo más parecido a él era la videncia de su padre. En cambio, él veía los atentados contra la Divina Potencia Creadora o le asaltaban los recuerdos por aquel miedo que bien había sabido interpretar su Gran Esposa Real.
-¿Me quieres torturar Ib? -le cuestionó suplicante.
Ella negó con la cabeza y le cogió de las manos antes de revelarle:
-Me dijo que tú y yo… esperamos una niña.
Eso lo dejó en shock. Básicamente porque en todas sus encarnaciones se le había negado el don de tener un hijo porque se temía que fuera demasiado poderoso para Creación y eso lo corrompiese. Y las dos hijas que tuvo con su hermana… la primera murió antes de nacer y la segunda poco después de su nacimiento.
-Ib, con eso no se juega -le advirtió seriamente-. Ya sabes que yo no puedo engendrar hijos.
Las palabras de la némesis volvieron a resonar con fuerza. Cerró los ojos y sacudió la cabeza para quitarse ese temor a la traición. No, Ib nunca lo traicionaría en ninguna de las maneras en que pudiera hacerlo.
Ella acarició sus mejillas y puso su frente en la suya susurrándole:
-Sé lo importante que esto es para ti Neb y por eso le pregunté a Neith cómo era posible.
-¿Y te respondió? -inquirió ansioso.
Las fuerzas divinas creadoras podían ser caprichosas. Y la Tejedora del Destino una de las más caprichosas que conocía… solo que hacia él mostraba una deferencia que le recordaba lo estrecho y fuerte que era su vínculo.
Su Gran Esposa Real respondió:
-Así es… Me dijo que todos los dioses habían sido testigo de tu recorrido vital y de cómo has vencido a este último reto confiando en quienes estaban a tu lado -hizo una pausa-. Mostraste una gran entereza al delegar ante una situación que pensaste que te sobrepasaba… y este es tu premio.
Entonces ella colocó su mano en su vientre. Nebjeperure suspiró y preguntó dubitativo:
-¿Si le pregunto me dirá lo mismo?
-¿Tienes una necesidad real de preguntárselo? -le planteó ella con una mirada que le hacía otra pregunta.
¿Confiaba en ella o en su miedo? Ella estaba allí, él había vencido a todos sus temores, también vencería a este.
-No -admitió con una sonrisa-. Realmente no.
Entonces salió de la cama agarrando a Ib de las manos y se dedicó a dar vueltas por la sala casi como un poseso. Pero era pura alegría, por primera vez en milenios su deseo se había convertido en realidad.
-¡VOY A SER PADRE! ¡VOY A SER PADRE! -gritaba alborozado.
Ib reía a su vez:
-No lo proclames tanto, que no te vuelven a dejar a dormir en un mes.
Pero él no podía evitar parar de gritarlo. Iba a tener una hija, que esperaba fuera tan hermosa como su madre. Llevaba tanto tiempo… que le maravillaba pensar en la forma de criarla para que fuera feliz y tuviera todo lo necesario a su alcance sin llegar malcriarla.
-¡Me da igual! ¡Ya dormiré cuando cumpla 40 años!
Reía y lloraba de regocijo a la vez.
Organizaría una gran fiesta.
Quizá podría ser la ocasión perfecta para invitar a la ciudad a las otras especies, a las que presentaría a su pequeña. Sería un paso más hacia la reconciliación y la curación de viejas heridas.
Tener familia los acercaría a los demás. Ellos verían que viviría sus mismas experiencias familiares y confiarían más en él.
Súbitamente se detuvo y le preguntó a Ib:
-Por cierto… ¿qué estarán haciendo Core y Araush?
Ella pareció pensárselo antes de contestar:
-Seguramente erupcionando algún volcán.
-Para diversión de Gaia -concluyó socarrón antes de darse cuenta de una cosa-. Entonces si Gaia lo sabe…
Ib planteó divertida:
-¿Ahora te preocupa que se hayan enterado?
-¿Es tarde para eso? -insistió sonrojado.
Ella se echó a reir:
-Este edificio es muy grande, sus muros gruesos… quienes se hayan enterado es porque tenían que hacerlo -hizo una pausa previamente a querer saber-. ¿Por qué ese secreto ahora?
Nebjeperure se encogió de hombros y contestó:
-Quiero dar la sorpresa y asegurarme de que nada le pase a nuestra pequeña.
-Nada le pasará -le aseguró ella antes de cuestionarle- ¿Quieres que vayamos a buscar a los demás?
El joven regente asintió. Estaba exultante, pletórico. Se sentía el ser más afortunado del mundo. Sabía que Ib tenía razón, su familia le ayudaría a cuidar de su hija y se aseguraría de que tuviera una vida dichosa… solo que Sa y Mek ya podían ir preparándose.
Pobre colas y menudo modelos lucirían. Se echó a reír de sólo pensarlo.
-¿De qué te ríes ahora?
-De lo que van a tener aguantar ciertos gatos -dijo él divertido-. Eso no me lo pierdo.
Salió de la habitación y corrió por los pasillos. Eran altos y largos, con una decoración muy hermosa acrecentada por la especial iluminación.
Por fin encontró lo que buscaba, el comedor principal. Allí estaban todos: dioses, elfos, drows, enanos y humanos. También su familia que se hallaba en un punto en especial. Incluso Gaia, que lo miraba con esos ojos pícaros con los que indicaba que estaba disfrutando del momento.
-¡Araush, Core! -exclamó yendo a abrazarlos- ¿Cuántos volcanes habéis erupcionado?
Gaia respondió:
-Ya van tres.
-Menuda celebración -dijo sonrojado.
Fingieron sorprenderse cuando le plantearon:
-¿Y esta efusividad?
-Ya sabéis por qué, gracias -les susurró antes de plantear en general- ¿Qué tal si celebramos lo que hemos logrado sin matarnos entre nosotros?
El Grande exclamó:
-¡Bien dicho!
-¿Qué te ha dado Nebadur? -le preguntó su madre.
El Divino Señor de las Dos Tierras exclamó:
-¡Estoy feliz por esta victoria!
-Pero habrá más batallas -señaló Gaia.
El Magnífico dijo tranquilamente:
-Bueno, ya las lidiaremos con éxito cuando lleguen.
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