Un nuevo amanecer

Nuevo amanecer, nuevos retos que superar.

Los jardines de la corte estaban tranquilos, un perfecto contraste con lo que pasaba fuera de la Ciudad del Horizonte de Atón.

Había alterado, otra vez, una región que sería maldita si volvía caer sobre viejos pecados. Había puesto a su disposición los recursos adecuados… pero al final, siempre era el pueblo el que acababa eligiendo.

Y él ponía esperanza en este, aún tenía fresca la memoria de los últimos acontecimientos históricos. ¿Vivido esto volverían a las andadas? ¿Sería la Justicia lo que primaría, o la Venganza? Era una fina línea que se podía cruzar y por eso la fe que había puesto tenía tanto peso.

Nuevamente la situación geopolítica global se había alterado de un modo que nadie podía explicarse. Eso haría más complicado a sus enemigos el tratar de modificarla a su antojo sin ser detectados.

Había retrasado la temida conflagración global, pero la situación actual distaba mucho de ser estable. Se necesitaba tiempo para ello… y él podía concederlo… pero las dudas sobre la Humanidad eran inevitables.

Quedaban puntos tan sensibles… claro que con Rusia, Persia, el Reino Medio y otros en plena transformación interna… resultaba difícil que esos peligros despertasen. Y si iban por el buen camino nunca lo harían.

Esa era su esperanza.

Para eso vivía.

Y el que Gaia hubiera apostado por él también ayudaba.

Sin embargo, había algo que lo inquietaba. Lo notaba en el aire aunque parecía que los demás no lo hicieran. Su padre y su abuelo parecían concentrados en un juego de seneth mientras Nessariäh y Alauniira intentaban enseñar a sus pequeñas las primeras lecciones de su legado élfico… lo cual resultaba un poco difícil teniendo a Sa panza arriba pidiendo caricias.

“Chico listo desde muy pequeño” pensó con una sonrisa.

Era inevitable tenerle un poco de envidia. Ya quisiera él una vida sin más preocupaciones que las de una caricia en la barriga.

Saber que su madre se había ido con Usermaatre y Mek le preocupaba, más después de saber cómo había vacilado el viejo vínculo del demonio con su madre.

Eso significaba que la amenaza que venía desde la oscuridad era mayor de lo que había visto en mucho tiempo. Sólo esperaba que no fuera comparable a la peor que había enfrentado en toda su existencia y que se había llevado a toda su familia por delante.

Ahora tenía una gran familia unida, no dejaría que nada la dañase. Nadie moriría… y si lo hiciera iría hasta las puertas de la Sala de las Dos Verdades para recuperarlo.

-¿Qué es lo que pasa? -le preguntó su Gran Esposa Real.

Como siempre, ella detectaba su inquietud por mucho que disimulara.

Nebjeperure susurró:

-El demonio de mi madre nunca se había desvinculado.

-Pero eso ella ya lo tiene controlado -le dijo ella tranquilizadora-. Simplemente ha ido a asegurarse de que no vuelva a pasar.

El joven regente replicó:

-No es sólo eso.

-¿Qué está pasando Neb? -quiso saber la joven drow ahora más seria.

Él intentó explicarse:

-Las fuerzas divinas creadoras están inquietas.

-Yo los veo bastante tranquilos -terció ella dirigiendo la mirada hacia el rey de los dioses élficos y la Reina Araña.

La Tejedora del Destino se hallaba trabajando en un telar mientras Corellon peinaba su larga cabellera blanca. Los dos parecían disfrutar del momento.

Oh, pero también conocía esa estratagema. Era su estratagema para inspirarle tranquilidad en tiempos convulsos. Con la diferencia de que ahora ellos se quedaban junto a él en vez de irse cuando más los necesitaba como antaño.

-Ellos están intentando que esté tranquilo -le aclaró con calma-. Y al mismo tiempo me dicen que no me abandonarán por cualquier otra fuerza poderosa que se alce.

Su amada le respondió:

-Tienes que quedarte con eso.

-Por eso no salgo detrás de esos dos -le aseguró-. Pero sólo una vez las fuerzas divinas se vieron tentadas… y no fue para bien.

Ib replicó:

-No creerás…

-La Divina Potencia Creadora mantienen a las fuerzas divinas creadoras en equilibrio según su Orden -le explicó-. Pero claro, hasta las fuerzas divinas desearían a veces dejar salir todo su poder.

Ella poyó la mano en su hombro y le dijo rotunda:

-Ellas no van a dejarte, ni tampoco lo hará tu familia.

Conocía su mayor temor, el de perder a su familia y quedarse solo. Vida tras vida le había ido pasando y eso había conducido a un horrible desastre.

Por eso en aquella encarnación debía ser diferente, tenía que luchar por ello. Él no era nadie sin sus seres queridos. Ellos lo sostenían, le recordaban el rumbo que debía tomar y no perderse.

No había peor sensación que la de sentirse perdido y desamparado… antes que traicionado por quien fuera tu ser de mayor confianza.

-¡Gané! -proclamó el Hijo de Atón.

El Magnífico exclamó:

-¡Exijo la revancha, seguro que has hecho trampas!

-Enseguida -concedió el Gran Vidente.

Su abuelo gruñó:

-No vale usar la videncia en el juego.

-Y no lo hago Padre, la victoria sería demasiado fácil -replicó el Hijo de Atón.

El sabio regente preguntó suspicaz:

-¿Y cómo sé que no lo haces?

-Porque os puedo asegurar que mi videncia está en otra dirección -señaló su padre.

Sus palabras lo intrigaron. Sabía que si preguntaba le proporcionaría una respuesta poco clara, aunque fuera tranquilizadora. Así que mejor ni intentarlo.

Ib le preguntó riéndose entre dientes:

-¿Siempre están así?

-Constantemente -reconoció Nebjeperure-. Mi abuelo tiene fama sabio y sensato… mi padre de rebelde sin remedio.

Su Gran Esposa Real repuso:

-Y tienen que hacer honor a su fama.

-Siempre. Los verás discutir constantemente sobre cómo ve la vida cada cual -le confirmó el Divino Señor de las Dos Tierras.

Ib asintió y comentó:

-Pero en lo esencial se pondrán de acuerdo.

-Así es -admitió el joven regente.

Su Gran Esposa Real le robó un beso para alborozo de la corte antes de contestarle:

-Pues quédate con eso Neb -sonrió cogiéndole de la mano-. Todos estaremos a tu lado a las duras y a las maduras.

Súbitamente Sa llegó hasta donde estaban para pedirles carantoñas. Nebjeperure se las dio sabiendo lo poderoso que era el mensaje de la joven drow. No podía negar el miedo, pero no debía dejar que lo dominara.

Podía ser el más poderoso del mundo, pero no era nadie si en ese mundo no estaban aquellos a los que amaba.

-Tienes razón -admitió el joven monarca antes de preguntarle al pequeño leopardo-. ¿No te hacen ni caso? -este emitió una especie maullido bajo- No te preocupes, tarde o temprano intentarás huir de ellas.

Poco después se anunció que la comida estaba lista y se dirigieron a la sala de banquetes, la cual estaba adornada con aromáticas flores. Los magos, bailarines y adiestradores llevaron a cabo sus impecables actuaciones mientras ellos degustaban a gusto la comida.

Le fue imposible no notar la ausencia de su madre y el Protector de Maat. Sólo esperaba que estuvieran bien.

“O si no iré yo en persona a buscarlos” pensó de forma contundente. Le importaba poco las fuerzas que tuviera que movilizar.

Cuando se acabó la comida cada uno se fue retirando. Él cogió a Sa en brazos para que no se cansara demasiado diciéndole:

-Si no, mañana no tendrás forma de moverte.

-Creo que eso se puede aplicar a más de uno -bromeó Ib.

Pero ella no iba desencaminada. Después de dejar al pequeño felino sobre un cojín ambos se metieron en la cama y tras amarse varias veces se sumieron en un sueño tan profundo que fue difícil de distinguirlo de la realidad.

Nebjeperure veía su pasado, cuando era un niño y sólo tenía a su padre, Mosatón y su hermana para hacer frente a aquel peligro que le recordó el miedo que había pasado. Era tan pequeño, estaba tan poco iniciado en la magia… mientras que él tenía una habilidad innata y había sido formado en la sombra.

Esa había sido la vez en que las fuerzas divinas creadoras se habían dividido para ayudar a uno u otro bando. Todo dependía de quién creían que sería el vencedor.

Recordó cómo Mosatón, su padre, su abuelo y su hermana les habían recordado su deber para con la Divina Potencia Creadora. También que le dieron a él el poder para acabar con sus némesis que usó el Protector para distraer al enemigo y que no fuera a por él.

Por primera vez en mucho tiempo no lo despertó el habitual Himno de la Alabanza sino una lengua rasposa que hacía una suerte maullidito para acaparar su atención.

-¿Sa? -musitó abriendo los ojos cogiéndolo con las manos- ¿Ya ha amanecido?

Su Gran Esposa Real respondió:

-Hace tiempo ya.

-Oh dioses -dijo agobiado.

Ya andaba tarde. Se apresuró a vestirse, a hacer el ritual del despertar de la Divina Potencia Creadora y a desayunar con Sa dejando su cuenco de leche vacío.

Ib le preguntó divertida:

-¿Andamos con prisa hoy?

-¿Y si ya ha vuelto Madre? -preguntó el joven regente- Por no hablar de cómo estará el mundo hoy.

Su amada le puso las manos sobre los hombros y le dijo tranquilizadoramente:

-Cálmate, el mundo sigue adaptándose a tus designios sin estallar.

-Lo cual ya es un milagro de por sí, puedes creerme.

-Y tu madre y Usermaatre no han vuelto todavía -siguió diciendo Ib-. Así que no hay prisa.

Nebjeperure contestó:

-¿Olvidas las audiencias matutinas?

-¿Esas que tanto te divierten? -ironizó su amada.

Él entrecerró los ojos y rezongó:

-Eres perversa.

-Serían interesantes si drows y elfos dorados coincidieran en una misma audiencia -reconoció Ib antes de apresurarse a asegurar-. Eso todavía no ha pasado.

El día en que eso pasara, que acontecería tarde o temprano, más les valdría a Araushnee y Corellon estar presentes y tenerlos bien aleccionados. Ya se les dejó claro una vez que su familia era intocable y que en el mundo humano y la ciudad primaban sus leyes.

Claro que deseaba que ambas facciones se llevaran bien, pero debían hacerlo con naturalidad, sin forzar. A ello ayudaba la relación entre sus deidades y la aceptación de que estaban en un mundo nuevo con distintas formas de hacer las cosas.

-De esa no te ibas a librar Ib -le advirtió-. Sería una audiencia importante en la que tu presencia sería esencial.

Además, daría buena imagen a la sociedad matriarcal de los drows. Por no hablar que dejaría de ser considerada un regalo despreciado por la diosa, a una elegida por esta; comprenderían que estaría por encima de ellos. Y eso era algo que le debían.

-Por fortuna aún no ha llegado el momento -señaló ella-. Y además tengo que estudiar a Neith.

Nebjeperure preguntó divertido:

-¿No puedes preguntarle a ella directamente para que te enseñe?

-Creo que eso ofendería especialmente a la Suma Sacerdotisa -le dijo Ib revelando su preocupación-. Y no quiero enemistarme con ella y que piense que aspiro a su puesto.

El rey de la Tierra Negra sonrió y le dijo con ternura besando su mano:

-No vas a enemistarte con la Suma Sacerdotisa porque entonces ella tendría muchos más problemas -Ib fue a hablar pero se lo impidió-. Pero si te sientes mejor, vienes conmigo a las audiencias y a la tarde, cuando esté en el despacho, te dedicas a estudiar.


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