La unión hace la fuerza

En los momentos más oscuros y difíciles es en donde los lazos de amor más fuertes son

Fue algo súbito, como una explosión de poder.

Odio, caos, destrucción a unos niveles que hacía mucho no había visto.

Estaba muy lejos, aún y así lo sentía como si estuviera allí mismo.

Su madre. Usermaatre.

Estaban en peligro.

No podía dejarlos allí. Aquel era un quebrantamiento de la Regla, tan flagrante que exigía de inmediato ser reparado.

Nebjeperure salió a la carrera del despacho para toparse de frente con Loth y Corellon.

-No intentéis detenerme.

-No vamos a hacerlo -le dijo el rey de los dioses élficos-. Pero recomiendo prudencia, eso que se ha desatado…

-No hará más daño a nadie -sentenció.

La Reina Araña lo miró con cierto orgullo, pero también había una preocupación que no solía asomarse a sus ojos.

-Iremos contigo.

-¿Y si os tienta? -les preguntó.

Corellon repuso:

-Que lo intente, nuestro lazo es fuerte.

Sí, tenía razón. Recordaba aquella vez en que las Matriarcas del Consejo Regente estuvieron a punto de sacrificarle en honor a su diosa para que recuperase la divinidad. Corellon se había interpuesto pero la Señora del Caos lo había apartado con furia antes de lanzarse a por él para destruirlo.

Hasta que el pronunció su nombre, llamando a la auténtica identidad que lo había creado e incluso acompañado retando a lo estipulado por su consorte.

<<Araushnee, por favor. Recuerda>>

La diosa caída había dejado caer su daga y había hecho volar a las Matriarcas para sorpresa de estas.

<<Nebadur, ¿qué haces aquí?>> le había preguntado un tanto escéptica.

Pero su sinceridad se había abierto camino en su sencillez:

<<Necesito tu ayuda, me quieren encerrar>>

<<¿El?>> preguntó la Reina Araña refiriéndose a Corellon.

Él negó con la cabeza y contestó:

<<Sus otros hijos, con mi abuela a la cabeza>>

Entonces la Señora de las Redes Demoníacas se había vuelto hacia su antiguo consorte y le siseó furiosa:

<<Tú, lo has vuelto a hacer>>

<<No Araushnee, mi madre y él me han traído hasta ti en busca de protección>> le había explicado <<Saben que no se atreverán a hollar la Antípoda Oscura>>

Entonces las cosas habían empezado a cambiar. Los consortes pasaron de intentar matarse a buscar la convivencia y lo mejor para él. Y vaya que lo consiguieron, eso fue sin duda el mayor logro que había alcanzado. Había choques, pero eran los naturales, casi como en el tiempo presente… quizá ahora incluso podría decirse que habían madurado.

-Necesitamos a toda la familia -anunció Nebjeperure- Menos a las pequeñas que se quedarán con Sa.

Se reunieron todos en los jardines de la corte. Para su sorpresa su padre y su Gran Esposa Real empezaron a repartir ropa de mucho abrigo, demasiado para el clima de la Tierra Negra, de ahí que Ib preguntara:

-¿Y esto?

-Vamos a necesitarlo allá donde vamos -anunció el Hijo de Atón.

Su abuelo gruñó:

-Y eso es exactamente dónde…

-En la Antartida -señaló Gaia cuyo semblante era más serio que lo habitual-. Allí han actuado sabiendo que serían difíciles de detectar.

La Matriarca terció:

-Y en cambio nos atraen a nosotros.

-Quizá eso es lo que quieren -comentó Gaia.

Nebjeperure dijo con rotundidad:

-Si me buscan me encontrarán, pero no harán daño a mi familia -hizo una pausa-. Si alguien no quiere venir es libre de no hacerlo.

Su padre le aseguró:

-Iremos contigo, hasta el fin del mundo.

-Si buscan nuestras cosquillas, no les gustará lo que vayan a encontrar -indicó su amada.

Nessariäh planteó con interés:

-¿Y cómo vamos a ir?

-De la forma más rápida posible -anunció el Divino Señor de las Dos Tierras-. Así que id poniéndoos la ropa de abrigo.

Seguidamente, con el Emblema de Atón bien asido recitó la antigua oración que invocaba a la barca de Re que apareció esplendorosa y dorada sobre el tranquilo estanque. Resplandecía de pura luz solar.

-Vamos a llamar la atención -valoró la Matriarca.

Nebjeperure dijo con rotundidad:

-A estas alturas el problema lo tendrán ellos, no debieron hacer daño a mi familia.

Todos subieron enseguida a la embarcación acompañándose de lo necesario para hacer curas, ya que no era un secreto de que habría heridos que sanar. No iba a ser un enfrentamiento en absoluto sencillo.

El Divino Señor de las Dos Tierras se puso a los mandos del timón. Echó un último vistazo hacia su hogar antes de fijar la mirada en el Emblema de Atón que tenía delante de él.

Era su familia y no abandonaría a su familia.

Sabía que se dirigía hacia algo lleno de odio y poder. Mas ese algo estaba claro que no lo conocía a él. Su furia no conocía límites cuando se trataba de aquellos a los que más amaba y él furioso suponía un poder nada desdeñable… si a él se unía el de su familia, la lucha estaría más que igualada.

Elevó la embarcación hacia los cielos hasta que por debajo no se veía apenas una franja verde rodeada de desierto. Viró hacia al Sur y dirigió la nave hasta el extremo Sur del planeta, el lugar más frío del mundo y donde no les sobraría la ropa.

-Déjame -le pidió Gaia con suavidad colocando su mano sobre la suya.

Sintió entonces una inyección de energía y vio más claro el objetivo.

Gaia le advirtió:

-Debes tener cuidado, necesitarás todo el poder del mundo para enfrentarlo.

-Es lo que tengo -respondió él-. Y si hace falta más, recaudaré más.

Los dioses que dudaban sobre qué lado elegir se verían obligado a situarse del suyo si no querían seguir el destino de lo que pretendía destruirlos a todos. Todavía había dioses, todavía había fe en la Divina Potencia Creadora.

Y esa última era la más poderosa de todas. Estaba llena de esperanza y confianza y contra eso poco se podía hacer. Creer en la Rectitud implicaba en estar convencido de que cada cosa encontraría su lugar al final.

Por fin encontró el punto donde estaban su madre, Usermaatre y Mek. Aterrizó la nave cerca de ellos suavemente mientras su abuelo apartaba las nubes y los vientos más tormentosos.

Saltó enseguida hacia ellos gritando:

-¡Madre! ¡Mek! ¡Usermaatre!

Ella tenía un aspecto muy desmejorado:

-No tenías que haber venido.

-No podía dejaros así -dijo él seguro.

Su madre replicó:

-Pero es que os quieren a vosotros aquí.

-Somos su cebo jovencito -le anunció el Protector de Maat.

El Divino Señor de las Dos Tierras comentó:

-Si hay que luchar lo haremos en con todo y con todos en condiciones.

-No gastes tu energía -le instó su madre severa.

Él se limitó a replicar mientras colocaba sus manos sobre ella:

-Estoy en la época de rebeldía madre y tengo a varios padres rebeldes.

-Entonces encárgate de Mek -le pidió.

Pues claro, si curaba al magnífico felino que tan bien lo cuidaba, sanaría a su madre.

Se acercó a él y se arrodilló para acariciarle la cabeza:

-Mi gatote enorme adorable protector -sonrió cuando lo oyó ronronear buscando tranquilizarlo, aunque en sus ojos podía leer el reproche de haberse presentado allí-. Sabes que lo hago porque te quiero… no puedes faltar en esta familia, te necesitamos, Sa aún tiene mucho que aprender.

Un gruñido interrogante.

-No ha venido, le he dejado con las pequeñas -le dijo para calmarlo-. Él nos espera a TODOS en casa.

Seguidamente puso sus manos sobre el leopardo mientras recitaba las palabras cargadas de magia. Sintió un ligero mareo pero se encontró bien en cuanto sintió que Corellon y Gaia ponían sus manos en sus hombros.

-Gracias.

-Lo haremos con todo y con todos -dijo Gaia con seriedad-. Esas han sido tus palabras.

Nebjeperure aseguró:

-Y yo nunca miento Gaia -hizo una pausa mirando a su alrededor-. Bien, preparémonos para lo que venga.

Loth advirtió:

-Puede venir bajo cualquier forma.

-Una que sea lo suficiente para concentrar todo ese odio y maldad -dijo Corellon.

Nessariäh añadió:

-Y si puede nos pillará con la guardia baja.

-Por eso estamos todos aquí, porque no puede escapar a tantos ojos -concluyó con firmeza recogiendo el Emblema de Atón cuyo disco luminoso resplandeció.


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