La Libertad puede ser peligrosa si no se está preparado para ella. ¿Pero cómo estarlo si no se experimenta?
-Y ahora toca ir a la otra punta del mundo -suspiró el Divino Señor de las Dos Tierras.
Usermaatre sacó uno de esos móviles modernos por los que se enteraba de lo que ocurría en el mundo, quisieran sus fuentes o no.
-Parece que ya han capturado a los terroristas que iban a territorio ucraniano -comentó con simpleza.
El Hijo de Amón señaló:
-Seguramente alguien les señaló la ruta más permeable al estar en guerra.
“Porque alguien se empeñó en desoír mi decreto” pensó molesto.
-El mismo que les pagaría seguramente -terció el Protector de Maat.
Nebjeperure miró a este último y le pidió:
-Tendrás que anular toda la magia -hizo una pausa y miró a Araushnee-. Y yo enviaría a algunos de tus demonios a encargarse de quienes lo sostienen.
El Grande asintió y contestó:
-Dalo por hecho.
-Mis doncellas serán suficientes -indicó la Tejedora del Destino.
Eso sería lo último que uno desearía ver en sus últimos momentos de vida, pero ellos se lo habían buscado. Nada de esto pasaría si hubieran acatado su sentencia… así que tendrían que enfrentar las consecuencias.
También pensó en el país. Les arrebataría a sus mandatarios, lo que les daba cierta libertad a la hora de escoger su destino. La cuestión era, ¿estaban preparados para esa responsabilidad? Desde los tiempos de los zares habían pasado de un dictador a otro por mucho que cambiaran de disfraz.
Él no iba a decidir por ellos en ese aspecto. Pero los tendría vigilados, no fuera que atentaran contra otros o ellos mismos. Dejar a alguien de verdad libre era como lanzar un dado al aire, nunca sabías por dónde te iban a salir.
Quería creer en la parte buena de la Humanidad.
Conocía de sobra la opinión de su madre, pero también estaban aquellos recuerdos… de gente que marchaba por el camino recto incluso cuando no tenía nada que la motivase para seguirlo.
Murmuró la invocación y ante ellos se abrió una ventana que daba a un lujoso despacho que proclamaba el lujo y la grandiosidad de otra época que a ratos rechazaban y a ratos añoraban. Quizá debían volver a ese tiempo y cambiar las cosas desde ese punto.
“Alguien tiene que guiarles, alguien que no guarde rencor por el pasado”
Un juramento en ruso, un grito.
-Es mi turno -anunció Usermaatre atravesando el portal.
El Protector de Maat entró como si nada y dijo a aquel que había gritado:
-Sabes perfectamente por qué estoy aquí, de esta no escaparás.
Alargó los brazos a ambos lados y una oleada se extendió en un radio de varias hectáreas, alcanzando todo el edificio en el que se encontraba. Así hacía caer todas las defensas mágicas con las que se había pertrechado.
-¡Fuera! ¡No tenéis derecho! -le ordenó su interlocutor.
Entonces fue la Reina Araña la que entró junto a la Matriarca e Ib.
-No van a acudir en tu ayuda por mucho que pulses ese botón.
Alauniira anunció antes de desaparecer por una puerta:
-Me encargaré de que no queden sorpresas.
-¡No podéis hacer esto! -gritó el sentenciado aferrándose a su gran mesa.
El Gran Vidente cruzó a su vez y le preguntó:
-¿Y por qué no?
-No podéis dejar a Rusia desvalida -replicó él con fiereza.
Su Gran Esposa Real contestó:
-Como si ahora ella te importara.
-Tal vez sea el momento en que ellos se valgan por sí mismos -anunció el rey de los dioses élficos.
Aún con su imponente presencia, el dirigente aún tuvo arrestos de decir:
-¡No sois nadie para tomar esa decisión!
Aquel era su momento, su turno.
Acompañado por el pequeño Sa entró en escena báculo en ristre y rostro adusto entretanto decía:
-Yo sí lo soy.
-Tú… -empezó a decir aquel que había desobedecido sus designios.
Nebjeperure se acercó con paso firme pero tranquilo:
-No has acatado mis instrucciones y como siempre usas el terror para justificarte -hizo una pausa-. Mas ya no engañas a nadie y a mi menos.
Sa emitió algo parecido a un rugido que casi hizo sonreír a su interlocutor. Pero este se quedó pronto pálido cuando le acompañó el fiero rugido de Mek.
-Dime… ¿cómo deseas que sea tu muerte? ¿entre sus colmillos o a mis manos? -le preguntó el rey de la Tierra Negra.
El dirigente temblaba y trató de defenderse:
-No podéis hacerle eso a la madre Rusia…
-¿Cuándo te ha importado si te estás llevando una pastilla mortal a la boca? -planteó Nessariäh arrebatándole mágicamente la salida fácil de la mano antes de hacerla desvanecerse.
Súbitamente él sintió que le faltaba el aire. Intentó ponerse en pie y acercarse a él pero se cayó al suelo.
-Se acabó, vas a recibir el castigo que mereces -anunció Nebjeperure.
Dio un golpe con la parte inferior del báculo al suelo. El disco solar del Emblema de Atón aumentó su luminosidad.
-A la Poderosa[1] invoco en esta ahora -recitó el joven regente-. Que el mal penetre rápidamente en su cuerpo y lo lleve a la Duat.
Porque no era por todos sabidos que él ya estaba enfermo. Lo mantenían vivo su riqueza y el acceso a los mejores profesionales a los que compraba o intimidaba. De esta no habría forma de salvarle y ni siquiera le dio pena verlo sin vida en el suelo.
-¿Me he pasado dejándolo sin aire? -le preguntó su amada preocupada.
Él respondió tranquilizador:
-Has estado perfecta.
-¿Y ahora qué? -cuestionó su madre.
Gaia agregó:
-No creo que sea muy prudente dejar sin gobierno a un territorio más amplio.
-No les dejaré sin gobierno -aseguró Nebjeperure-. Los dejaré en la línea de salida para que ellos decidan libremente el camino a seguir.
La Gran Esposa Real de su padre le preguntó:
-¿Y si lo que eligen no es lo justo?
-Será lo justo… porque mi sentencia es que si alejan del camino recto conocerán el mismo camino que él -señaló el Divino Señor de las Dos Tierras.
Seguidamente procedió a recitar un conjuro que modificó todos los códigos y leyes de aquel amplio territorio. Los llevó de vuelta al principio, cuando una revolución estaba a punto de estallar.
-Podrías volver al régimen del que esto es consecuencia -le advirtió su abuelo.
Nebjeperure negó con la cabeza antes de corregirle:
-Ahora todos tienen memoria y saben lo que no deben hacer -esbozó una leve sonrisa-. Por eso he escogido para ellos una Monarquía Parlamentaria, para que democráticamente puedan decidir.
Usermaatre le preguntó:
-¿Sabes que no tienen mucha idea de lo que es la democracia verdad?
La Historia lo demostraba. Él no la desoiría, por eso había previsto esa circunstancia. Él no podía dedicarse a gobernar aquella tierra porque no sería justo para todas las demás y él debía estar disponible para todos.
-Por eso la Familia Imperial sí tendrá idea de lo que es la democracia -anunció Nebjeperure.
Su madre le preguntó:
-¿Ya conoces a los regentes?
-La Divina Potencia Creadora los conoce -respondió el Divino Señor de las Dos Tierras.
El Hijo de Amón quiso saber:
-¿Debo buscar entre los parientes más cercanos al Zar Nicolás II?
-No debéis buscar -le respondió-. Ellos acudirán a la Catedral para ser coronados.
Usermaatre preguntó:
-¿Y la oposición a la Monarquía?
-No supondrá un peligro, prevalecerá el deseo de seguridad y estabilidad -repuso Nebjeperure-. Si en el futuro los partidarios de la República son mayores habrá una transición sin sobresaltos.
Su madre le alertó:
-Estás siendo muy optimista.
-Quiero serlo Madre, para que todo funcione -contestó el joven regente-. Por nosotros, por los humanos y por Gaia.
Ella rezongó:
-Al cuerno.
-No les irá bien si no hacen lo que ha establecido tu hijo -aseguró Gaia apostando de una forma clara por él, lo cual lo hizo sentirse reforzado-. Yo me aseguraré de ello.
Lo que significaba que si los habitantes de aquel territorio optaban por volver a cometer los mismos errores, se encontrarían una existencia de miseria y debilidad. Serían carne de otras potencias y perderían peso internacional. Eso tampoco les interesaba.
-¿Ya hemos acabado aquí? -preguntó Ib.
El rey de Shemeu y Tamejeu negó con la cabeza y respondió:
-Falta un detalle.
-¿Cuál? -cuestionó Corellon.
El joven monarca contestó:
-Los autores materiales del atentado.
Si los dejaba estar, aquellos cambios que él había introducido les beneficiarían y no pagarían por lo que habían hecho. Además, no pretendía quedarse solo con ellos… su poder alcanzaría a todo su grupo.
Todos recibirían su castigo.
-Mis doncellas los traerán -anunció la Tejedora del Destino.
Poco después aparecieron unas bellas drows que arrastraban los cuerpos de los autores de la masacre. Casi se diría que estaban muertos después de las torturas a las que habían sido sometidos.
Pero todavía respiraba, aunque apenas atinaban a gemir. No fueron capaces de articular palabras ni de mirarlo… ya lo temían porque en su interior su instinto así se lo indicaba.
-No creo que puedas sonsacarles mucho -estimó Ib.
Nebjeperure respondió:
-Sé sobre ellos todo lo que tengo que saber, sólo son un vínculo con su grupo terrorista.
Aquel iba a desaparecer en ese mismo momento. Ya no harían más daño.
Sin embargo, tenía bien presente que había otros grupos más por ahí. De ellos se iría ocupando a su debido tiempo y eso les llevaría a sus componentes a plantearse la idoneidad de formar semejantes grupos que sólo los llevaría a la Duat en vez de al paraíso prometido.
-En esta ahora llega la condena de la Divina Potencia Creadora -decretó con solemnidad mientras los rayos de luz del disco solar los alcanzaba-. La muerte os alcanzará a los miembros del grupo con rápidas alas en cuanto seáis desenmascarados antes de cometer cualquier crimen.
En ese preciso instante los terroristas espiraron.
-Me pregunto que pensarán cuando se encuentre a los terroristas junto a su líder -ironizó el Grande.
El Magnífico terció:
-Que son de la misma calaña, se legitiman de diferentes formas, pero al final cometen los mismos delitos.
Ese era el mensaje que quería dar.
Se volvió hacia su madre y le preguntó:
-¿Nuestro amigo encontró el rastro?
-¿No estás cansado? -preguntó Nessariäh.
Nebjeperure respondió:
-Lo estoy… pero el mal no descansa -miró al pequeño Sa recordando cómo lo había mirado el enemigo-. Y tú… llegarás pronto a imponer como tu padre.
[1] La Poderosa: Sejmet, diosa de las enfermedades.
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