El pasado son las lecciones que nos ayudan en el presente a afrontar el futuro
-Así que digamos que esa vena rebelde no se la puedo achacar a su padre -dijo su abuelo chasqueando la lengua.
Nessariäh comentó:
-Yo creo que cada persona a la que amamos nos marca, así que parte de lo que es también se debe a vosotros, como también a sus familias anteriores.
La Reina Araña asintió y contestó:
-Efectivamente, nuestra esencia la forjan las circunstancias que nos rodean.
-Ciertamente ya apuntaba a maneras la primera vez -dijo el rey de los dioses élficos provocando que se sonrojase-. Y a nosotros nos encantaba por ello.
Ib inquirió curiosa:
-¿Y eso?
-Verás, a él le gustaba escaparse del lugar en el que había sido puesto -explicó la Tejedora del Destino-. Iba sobre todo con mis hijos para aprender magia, artesanía, lucha…
Su madre señaló ceñuda:
-Ya, a nadie le gustan las jaulas, aunque sean de oro.
-No voy a defender a mis hijos que creían protegerlo encerrándolo -indicó Corellon-. Se propasaron y no entendieron que no aprobaba su proceder.
La Reina Araña señaló:
-Mis hijos se hacían los despistados, como si no se diesen cuenta -sonrió cómo si recordara más de alguna anécdota-. Para ellos y Nebadur era excitante compartir ese secreto.
El aludido murmuró sonrojado:
-No empecéis con mis anécdotas…
-Quizá comprendieron que se sentía solo -observó la joven drow.
Corellon asintió y se lo confirmó:
-Así era, nosotros procuramos acompañarle… pero entendimos tarde que necesitaba más que el tiempo que le dedicamos.
-Nunca es tarde -apuntó la Matriarca-. Según tengo entendido en su vida anterior estuvisteis con él.
Su madre abrió la boca para decir algo, pero la cerró en cuanto Mek le dirigió un sonoro gruñido. Lo entendió a la primera, su madre iba a reprocharles el no haberlo protegido en el último momento, cuando tuvo que tomar aquella decisión para salvarlos a todos… de donde se originaba la desconfianza hacia los humanos.
-Aprendimos de nuestros errores y también a aceptarlos -afirmó Loth-. Por eso esta vez hemos decidido estar con él durante todo el tiempo mientras tiene a más gente que le quiere a su alrededor.
Su madre inquirió:
-¿Y si vuelven vuestros hijos a dar problemas?
-Como no estamos caídos, podemos comunicarnos con ellos de forma más eficiente -explicó el rey de los dioses élficos-. No tienen permitido venir aquí hasta que acepten a Nebadur como es y lo respeten como quien es.
Su madre planteó irónica:
-¿Y sabéis cuánto tiempo puede ser eso? ¿O habéis pensado en los renegados que no sigan vuestras instrucciones?
-Madre, sabes que todo cambio profundo requiere tiempo -intervino el Divino Señor de las Dos Tierras- y de eso andamos sobrados.
La Señora del Caos agregó:
-Además ataremos en corto a esos renegados que quieran hacer daño de algún modo a nuestro hijo.
-Eso no es suficiente -gruñó su madre.
Usermaatre terció divertido:
-Eso nos parece a todos los padres, que nada es suficiente para garantizar la felicidad de nuestra prole -sonrió mirando a Mek-. Quizá él sea excepción, esas niñas son un peligro.
MeketBastet y Meritre seguían explorando y acariciando al gran leopardo negro que ronroneaba y las hacía reír mientras les daba lametones. Las pequeñas estaban encantadas con aquel peluche enorme de quien su instinto les decía que no tenían nada que temer y que podían confiar sus vidas sin ningún problema.
Alauniira replicó socarrona:
-Tranquilos, les enseñaremos a que no sean perversas cuando estén con sus lecciones de magia.
Desde luego a Mek parecía no importarte aquello en absoluto.
-Por eso no os preocupéis -afirmó su madre-. Nebadur ya practicó magia con él.
Este volvió a ruborizarse:
-¿Qué se supone que le hice?
Su madre empezó a enumerar:
-Está la vez que le achicharraste, cuando hiciste que lloviera sobre él, aquella ocasión en que mandaste a todos los animales del bosque a por él… ah y por supuesto cuando usaste la luz solar para transportarlo hasta casi perderlo…
-No fue para tanto… -musitó.
Ib admitió:
-Suena divertido.
-Lo fue -concedió Corellon.
Su madre replicó:
-No para los que los padecimos.
-De verdad que lo lamento -volvió a disculparse el rey de la Tierra Negra-. Yo solo… practicaba lo que me enseñabas.
Mek volvió a gruñir. Por un lado, echándole la bronca a su madre por quejarse de aquellos avatares que eran habituales con niños aprendiendo magia y por otro, para decirle a él que en absoluto se enfadó con él por aquellas chiquillerías.
-Y lo que ellos te enseñaban también -le recordó su madre refiriéndose al rey de los dioses élficos a la Tejedora del Destino.
Nebjeperure los defendió:
-Son buenos maestros, me enseñaron a gestionar mi poder dada mi naturaleza -hizo una pausa para luego lamentar-. Sólo que ahora siendo humano…
El Hijo de Atón le interrumpió:
-¿Qué tiene de malo ser humano?
-Es solo que los elfos están mucho vinculados a la magia -aclaró la Matriarca-. Tienen más resistencia y poder de por sí.
Nebjeperure reconoció:
-Por eso tengo en el Emblema de Atón, para canalizar la magia.
-Y el poder de la palabra -agregó el Magnífico-. Sabes que nombres al dios que nombres, este hará lo que le solicites.
Nadie dijo nada de lo que pasaba cuando una fuerza divina se negaba a colaborar con la Divina Potencia Creadora. Entonces aquella se volvía en un enemigo al que abatir y ni siquiera un dios podía saltarse el Orden que estipulaba la Regla… solo que a veces aquello provocaba bastantes víctimas inocentes.
-Todavía recuerdo cuando salvé a aquel gatito -dijo el joven regente-. Había usado tanto mi poder que quedé agotado.
Su madre le respondió con cariño:
-Es que eras muy pequeño.
-Y me enseñaste a usar las runas -agregó el rey de Shemeu y Tamejeu-. Fue una buena herramienta que también uso en esta vida, aunque cuando era pequeño lo hacía más.
El Gran Vidente terció pensativo:
-Sí, recuerdo aquellas piedrecitas en las que pintabas medu netjer para simbolizar los elementos -hizo una pausa-. Dijiste que te ayudaban a usar la magia sin cansarte demasiado.
-Cierto, eso te preparó para las tempranas luchas a las que tuviste que hacer frente -opinó el Hijo de Amón.
Su madre entornó los ojos y cuestionó suspicaz:
-¿Tempranas luchas?
-Tuvo que lidiar con el Kheru de su hermano y los sacerdotes -señaló Usermaatre-. Y desde luego también tuvo que encarrilarme a mí también.
Ella rodó los ojos e inquirió irónica:
-¿De qué me sorprendo?
-A mí los sacerdotes me enseñaron la magia -admitió el Grande-. Ellos querían que destruyera a tu hijo… y debo admitir que él jugó muy bien sus cartas para hacerme ver que estaba en el camino equivocado.
Su madre apuntó:
-Tu descendiente.
-En efecto, él también tuvo mucho mérito -admitió el Protector de Maat-. Y tu hijo también desenmascaró a Cleopatra cuando a mí me había encandilado con sus encantos.
El Magnífico señaló:
-Y es muy difícil encandilarle.
-Faltaría más -dijo ella-. Si no sería un grave punto débil.
Usermaatre sonrió y replicó:
-Ya me has visto en batalla.
-No me gustaría tener que enfrentarme a ti -declaró su madre-. Pero ten por seguro que lo haré si te transformas en una amenaza para mi hijo.
La Matriarca hizo un gesto afirmativo antes de terciar:
-Reconozco bien esa forma de pensar.
-Yo no soy como ellos -rezongó su madre.
Ib dijo tranquilamente:
-No, tú eres mejor.
-Es la estrategia drow elevada un nivel superior y mejor -aclaró Alauniira-. Entre los drows impera la ley del más fuerte y favorecido por la Reina de Araña, el individuo sacrificaría incluso a su familia si con ello va a mejorar su status dentro de la sociedad.
Su madre gruñó:
-No creo que necesiten saber eso.
-Sin embargo, tú antepones la seguridad y felicidad de Nebadur a cualquiera, incluida tú misma -prosiguió la Matriarca-. Pero hay que tener cuidado con eso también, llevado al extremo podríamos condenarlo a una jaula dorada.
Corellon señaló:
-Y ya aprendimos que la jaula, aunque dorada, es contraproducente.
-Porque podría escaparse y exponerse al peligro al salir del ambiente seguro -agregó la Señora del Caos.
Su madre respondió con calma:
-Habla la voz de la experiencia.
-De la experiencia se aprende -habló la Gran Esposa Real de su padre-. Y por eso estamos todos aquí hoy, porque aprendimos de errores pasados.
Ella gruñó:
-No habrá próxima vez.
-Nos esforzaremos para que no la haya -aseguró Usermaatre-. Y más sabiendo que en cada ocasión él tiene que lidiar con fuerzas oscuras superiores a las de sus antiguas vidas.
Su madre repuso:
-No te referirás a los humanos.
-Los humanos son capaces de las mayores maravillas, pero también de las peores atrocidades -reconoció el Protector de Maat-. Por eso los vigilamos e intervenimos antes de que el problema adquiera un peor cariz.
Nebjeperure se sinceró preocupado:
-Si esta vez surgió mi némesis no quiero averiguar qué podría suceder en la siguiente -acarició la cabeza de Sa que tenía sobre su regazo-. Por eso no pienso renunciar a esta vida.
Su padre le prometió:
-Y nosotros estamos aquí para asegurarte de que no tengas que hacerlo.
-Aunque de la jaula dorada no le habéis librado demasiado -objetó su madre.
El sabio regente replicó:
-Eso fue al principio, pero con el correr de los siglos todo ha cambiado…
-Es verdad Madre, no soy tan libre como cuando éramos nómadas -confesó Nebjeperure-. Mas tengo tiempo para la familia y las cosas que me gustan.
La aludida alzó una ceja y bromeó demostrando el buen ambiente que había:
-Incluso morder la cola de Mek.
-Eso se lo dejo a mi tía y a mi hermana -rio el joven soberano provocando una carcajada general.
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