El fuego es un buen sirviente pero mal amo.
-¿Y cuánto vais a tardar en deshaceros de esas armas? -preguntó el sabio regente.
“Pues espero que poco” pensó Nebjeperure.
No le gustaba aprovecharse de la desgracia ajena, pero así tenía que ser. Sin embargo, si podía intervenir de algún modo para aliviarla, pero sin dejar que los planes se quedaran sin efecto, lo haría.
España estaba lejos.
No llegarían a tiempo de la forma habitual así que los daños serían importantes hicieran lo que hicieran. Pero su actuación aliviaría en cierta medida el desastre.
Salvarían vidas, eso era lo esencial.
-Eso dependerá de Gaia -contestó su madre.
La aludida se quedó pensativa antes de comentar:
-Al no ser algo que haya creado yo… lo sabría tras la primera.
-Solo quiero… salvar las vidas que sean posibles -confesó el joven soberano.
Su madre respondió con cariño y tranquilidad:
-Se haría la prueba en la realidad de las sombras.
-Pero si yo hago cualquier cosa para ayudar… alertaría a los demonios -concluyó el rey de la Tierra Negra.
El rey de los dioses élficos preguntó:
-¿Y qué quieres hacer?
-Mandar al abuelo a ayudar a apagar el incendio -explicó él tras pensarlo-. Y además… rescatar cuantos sean posibles.
Ib le planteó:
-¿En qué sentido dices eso último?
-Hay un hombre… un conserje… que está en la mejor posición para hacerlo -señaló el Divino Señor de las Dos Tierras-. Sólo tengo que guiarle y animarle a ir hasta donde pueda.
Su madre chasqueó la lengua contrariada.
No había duda de que los humanos no eran de su devoción y para ella su sacrificio era más rentable si se daba con la forma de desactivar las bombas atómicas que matarían a millones.
-Él es así -señaló Gaia.
Parecía que empezaba a entenderlo.
-Lo sé -suspiró su madre antes de preguntar- ¿Cuánto tiempo podrías mantenerlo hasta el último momento antes de salvarlo?
Nebjeperure lo pensó un momento antes de replicar:
-¿Una hora? ¿Una hora y media como mucho? Es un fuego feroz… ya hay víctimas…
-Es un buen plazo de tiempo para hacerla explotar, en caso de que Gaia no lo haya absorbido y antes de que vuelvan los demonios haré que lo absorba el mío.
-¿Un demonio un tanto glotón no? -bromeó el Grande-. Bien, creo que será mejor que nos detengamos.
La Reina Araña se ofreció:
-Yo iré con vosotras y Corellon se quedará con Nebadur.
-O uno que lleva a dieta miles de años, ponle un manjar a la vista -ironizó su madre para luego mirar a Usermaatre jugando con el doble sentido de sus palabras, en el del manjar de la bomba o en el que quizás para el demonio él también pueda ser un manjar.
Seguidamente miró a Loth y reprimiendo un suspiro asintió sabiendo que era lo mejor para la misión:
-Está bien, estaremos en contacto todo el rato por si algo cambia y se acorta el tiempo o si algo pasa en las sombras.
El Protector de Maat detuvo el vehículo en una zona segura y dijo tranquilamente:
-Adelante.
-Yo voy a sostenerte -le dijo Corellon a Nebjeperure-, para darte energía y que no te pierdas, luego le señaló a Ib-. Ayudará que le cojas de la mano, va a ser un viaje movidito.
El experimentado monarca dijo con tranquilidad bajando del vehículo:
-Y yo iré a regar un poco, aunque con la sequía que tienen van a tener que sacar a más vírgenes y santos pasear.
Su madre lo miró antes de bajarse del automóvil y le dijo:
-Ten cuidado y no te sobresfuerces demasiado, si acabamos antes te avisaré por Mek que se quedará contigo.
El aludido gruñó a modo de respuesta.
Primero vio al Hijo de Amón desvanecerse en el aire mientras en el cielo se iban formando nubes que iban adquiriendo un cariz tormentoso antes de empezar a deslizarse hacia el Oeste. Después lo hicieron su madre y la Reina de las Arañas.
-Umh, creo que no vendría mal un café ahora mismo -dijo divertido el Grande.
Ib planteó confundida:
-¿Un café?
-Sí, esencialmente para que recuperemos energías -respondió el Protector de Maat-. Aunque sus efectos son limitados.
El rey de Shemeu y Tamejeu sintió las manos de Corellon sobre sus hombros y la suave mano de la joven drow asiendo la suya.
-Adelante -le dijo el rey de los dioses élficos-. Haz lo que debas.
Nebjeperure cerró los ojos y se concentró buscando sintonizar con aquel hombre de trabajo tan humilde como grande era su corazón. Notó su desesperación y su deseo de ayuda y él lo animó dirigiéndolo en la dirección correcta, tratando de evitar aquel bestial incendio que amenazaba otros edificios colindantes.
Notó como suya la satisfacción de hombre cada vez que sacaba a gente fuera del peligro, también su urgencia sabiendo que el tiempo era precioso y debía andarse con mucho cuidado.
Cada vez le era más difícil el rescate, pero aquel hombre no cejaba en su empeño. Llamaba a puertas, muchas veces las rompía con su propio cuerpo al arrojarse sobre ellas… todo con tal de sacar a familias enteras que lo estaban perdiendo todo.
<<Puedes hacerlo, lo conseguirás>> le animaba mostrándole el mejor camino a seguir.
Conforme más pasaba el tiempo más desesperante era la situación. Notaba cómo estaba lo atraía llenándolo de angustia mientras el calor y el humo lo afectaban dificultando su rumbo. Pero ahí notaba sus apoyos, el cansancio más soportable y la distancia se mantenía de modo que aquel infierno no se lo llevaba a él también… no en vano era consciente de que espiritualmente podía acabar con él.
En un momento dado constató que no se podía hacer más y sacó al conserje con los últimos rescatados. También vio a los bomberos sacar a quien sólo había visto la salida en lo que le quedaba de balcón.
No podía ignorar a las pobres víctimas que se había llevado el incendio, tanto humanas como animales. Mas sabía, y así se lo había hecho saber al hombre al que ahora empapaba la lluvia de su abuelo, que no podía hacer nada más.
Habían hecho todo lo posible.
Quizá se había extralimitado un poco.
Sintió que lo sacudían levemente y abrió los ojos.
-¿Qué… qué ha pasado? -preguntó extrañado.
Corellon le contestó:
-Te he traído de vuelto porque el incendio te iba a llevar a ti de seguir adelante.
-Has empezado a toser -confesó Ib.
Mek le mordisqueó un poco la mano que tenía libre como si lo riñera al mismo tiempo que le decía que estaba orgulloso de lo que había hecho.
Él lo acarició en la cabeza le dijo con una sonrisa:
-Hemos salvado a cuantos hemos podido.
-Bueno, espero que a partir de ahora miren bien con qué materiales construyen las casas -resolvió Usermaatre.
Nebjeperure sonrió y dijo divertido:
-Habló el de las construcciones y piedra y de adobe.
-Naturalmente, eran tiempos distintos y los incendios a gran escala eran raros… aunque no imposibles -reconoció el Grande.
El rey de la Tierra Negra miró a Mek y dijo sonriente:
-Ahora queda saber cómo van las cosas en la realidad de las sombras.
-Y tú tienes que descansar un poco -declaró Corellón.
Nebjeperure rio:
-Si el mundo me deja claro.
-El mundo puede esperar -replicó el Protector de Maat-. Él depende de ti, aunque a veces lo olvide.
Relacionado con:
La parte oscura de la humanidad
No juegues con quién no puedes
Proteger lo que quieres es lo más importante
Que diferente es el hoy del ayer
Un viaje transcendental en el autobús
Antes o después comparecemos ante un juez
Pingback: Sombras y luces | Anuska Martínez
Pingback: Reunión | Anuska Martínez
Pingback: Blancos o negros | Anuska Martínez
Pingback: Recuerdos | Anuska Martínez
Pingback: Fiesta | Anuska Martínez
Pingback: Amor verdadero | Anuska Martínez
Pingback: ¿Qué es el tiempo? | Anuska Martínez
Pingback: El guardián | Anuska Martínez
Pingback: El amor de un padre | Anuska Martínez
Pingback: Compañera | Anuska Martínez
Pingback: Dejar al mundo girar | Anuska Martínez
Pingback: Sólo hay un mundo | Anuska Martínez
Pingback: Doble frente | Anuska Martínez
Pingback: El puente entre la vida y la muerte | Anuska Martínez
Pingback: Madre Rusia | Anuska Martínez
Pingback: Las tinieblas y las sombras no son lo mismo | Anuska Martínez
Pingback: Hay seres que jamás debieron existir | Anuska Martínez
Pingback: El mal nunca duerme | Anuska Martínez
Pingback: Lucha por mi | Anuska Martínez
Pingback: Delegar no es de débiles | Anuska Martínez
Pingback: El Prodigio | Anuska Martínez
Pingback: Un nuevo Amanecer | Anuska Martínez
Pingback: Seguir adelante | Anuska Martínez
Pingback: Las verdades poco a poco salen a la luz | Anuska Martínez
Pingback: Presagios en el pasado | Anuska Martínez
Pingback: Reencuentro | Anuska Martínez
Pingback: Tributo | Anuska Martínez
Pingback: Momento de asueto | Anuska Martínez
Pingback: El Gato | Anuska Martínez
Pingback: La pureza de la nieve | Anuska Martínez
Pingback: El punto en el que te encuentras. | Anuska Martínez
Pingback: Tiempo de esperanza | Anuska Martínez
Pingback: Cicatrices invisibles | Anuska Martínez
Pingback: Avanzar nunca ha sido fácil | Anuska Martínez
Pingback: Los cambios siempre asustan | Anuska Martínez
Pingback: Paz | Anuska Martínez
Pingback: Mi corazón juega con mi mente | Anuska Martínez
Pingback: Los pasos que damos nunca sabemos a dónde nos van a llevar. | Anuska Martínez
Pingback: El Pacto | Anuska Martínez
Pingback: Aceptar el pecado | Anuska Martínez
Pingback: Funeral | Anuska Martínez
Pingback: Ruinas | Anuska Martínez
Pingback: Viaje | Anuska Martínez
Pingback: Llegada | Anuska Martínez
Pingback: Medir fuerzas | Anuska Martínez
Pingback: Tomar las riendas | Anuska Martínez
Pingback: Pasos | Anuska Martínez
Pingback: Pureza | Anuska Martínez
Pingback: Blancas mueven primero y después sigue el juego. | Anuska Martínez
Pingback: A perro que duerme no lo despiertes. | Anuska Martínez