Esperanza

Un poco de esperanza puede provocar un nuevo amanecer en la más absoluta oscuridad

-¡Core! -exclamó Nebjeperure alborozado acudiendo a unos brazos que ya se habían abierto para él.

El rey de los dioses élficos los estrechó contra sí de una manera muy parecida a la que solía emplear el Hijo de Atón, llena de calidez.

Se le escaparon unas pocas lágrimas de felicidad.

-¿Pensabas que íbamos a perdernos tu cumpleaños? -le preguntó con cariño.

Nebjeperure negó con la cabeza:

-Yo… siempre intuí que estabais cerca.

-Y siempre lo estaremos -dijo la Tejedora del Destino con los brazos en jarra-. ¿Qué pasa? ¿Para mí no hay abrazo?

El joven regente dejó escapar una franca risa de felicidad antes de abrazar a la que había sido su primera madre:

-Cla… claro que sí.

-¿Y bien? -le preguntó ella revolviéndole los cabellos de la peluca- ¿Qué te parece Ib?

Ahí se quedó sin saber qué decir. Pero por la cara que pusieron ambos dioses, su rubor debía decirlo todo.

-Es… una gran compañera.

-Ahí tejió con tino -admitió Corellon-. Si yo te hubiera mandado una…

Araushnee lo interrumpió:

-Habría sido una clasista sin remedio.

-Bueno, Nessariäh no lo es -se defendió el dios solar-. Ella es…

La Reina Araña lo picó recordándole aquellas provocaciones tan frecuentes entre ellos que denotaban la salud recuperada en su relación:

-Casualidad… además Ajenatón es…

-Ey, ey -la interrumpió azorado-. Ahora mi padre es hombre de una sola mujer.

Sabía que a Araushnee le gustaba tener diversos consortes importándole poco los lazos sentimentales que tuvieran previos. Y ciertamente su padre tenía un encanto que no pasaba desapercibido.

-Además es un ejemplo de la paz entre drows y elfos… mi padre con la princesa Nessariäh y mi abuelo con la Matriarca Alauniira -apostilló.

La Tejedora del Destino sonrió con orgullo:

-Ciertamente mantienes la visión única de la Armonía que todo lo rige.

-Estoy de acuerdo -dijo Corellon-. ¿Pero no estábamos aquí para algo?

El Divino Señor de las Dos Tierras apretó labios y planteó:

-¿No para mataros mi madre y vosotros verdad? Ese es el trato al que llegué para renacer, que todos estuvierais y siguierais cuando renaciera.

-Y el trato se mantendrá -aseguró su madre.

El rey de la Tierra Negra la miró a ella y luego a los dioses preocupado. Había sentimientos a flor de piel que se mantenían pese al tiempo transcurrido. Rencores y culpas que sólo más tiempo en familia curaría.

-¿No… no os iréis verdad? -preguntó vacilante.

Araushnee le prometió:

-Siempre estaremos cerca, ahora que la situación lo permite.

-¿La situación lo permite? -inquirió su madre alzando una ceja.

El rey de los dioses élficos explicó:

-Hemos estado… enfrentados…

-Otra vez -suspiró Nebjeperure.

La Reina Araña concedió:

-Otra ver sí, pero tú nos hiciste recordar lo que nos unía.

-Y bueno, dados los antecedentes, el panteón humano no era muy partidario de mantener una relación afectiva contigo -aclaró Corellón-. Pero ese nunca fue el problema y pensamos ser lo que tú necesitas que seamos.

Su madre abrió la boca para decir algo, pero la cerró.

-Mi familia.

Un carraspeo lo hizo volverse para descubrir a una radiante Ib que dedicó sendas reverencias respetuosas a los dioses:

-Señores -volvió erguirse-. Alauniira dice que es el momento.

-¿El momento para qué? -preguntó su madre alzando una ceja.

La Reina Araña respondió tranquilamente:

-Ya lo verás.

Regresaron a la sala de banquetes decorada para la ocasión. En el centro había un majestuoso abeto adornado con paquetes de presentes a sus pies. No eran regalos solo para él, sino que estaban dedicados a diferentes miembros de la familia o de la corte.

De pie y vestidas con sus mejores galas, las Grandes Esposas Reales, se presentaban en esplendor a un público expectante.

Un gesto de Alauniira y las dos empezaron a cantar una canción. Una melodía hermosa que hablaba de lo más valioso: la familia. Una familia en la que todo se basaba y daba su fuerza a sus miembros que se mantenían unidos.

Entonces Ib lo invitó a bailar y eso lo hizo sumergirse en el poder de la música, haciéndolo sentirse poderoso mientras otras figuras aparecían en escena. No sólo Corellon y Araushnee sino todo el panteón de su vida actual. Todas ellas hacían el coro al dúo y fundían su poder que se concentraba en él.

El Divino Señor de las Dos Tierras se dejó llevar y con ello toda la magia surgió en una gran oleada que envolvió el mundo. Por unos momentos, todos los atentados contra la Divina Potencia Creadora se detuvieron… bien porque los autores fueron detenidos o castigados porque por un breve instante abortaron su acto de maldad.

-Vaya… nunca pensé que lo volvería a sentir -admitió su madre asombrada-. Esta sensación.

Usermaatre preguntó:

-De que todo está como debe estar.

-Pero sólo es un momento -notó cómo una sombra se interponía-. Luego…

El Grande terminó diciendo:

-Depende de nosotros de que así sea.

-No dejemos que el pesar enturbie el momento -solicitó el Gran Vidente-. Es el instante de Nebjeperure, el momento en que las fuerzas divinas muestran su alineación hacia él.

Las aludidas se retiraron en cuanto acabó la canción. Sólo Araushnee y Corellon se quedaron para abrazarlo mientras le decían:

-Todo irá bien ahora.

-Pase lo que pase, nunca dudes de todo lo que has conseguido.

El rey de la Tierra Negra asintió.

Quería que ese momento durase para siempre. Fuera preocupaciones, el peligro no los amenazaba… porque en ese instante él había sido el peligro para todos aquellos que atentaban contra Maat.

Había supuesto un gran golpe.

Habría represalias, sin duda.

Volverían a luchar, a combatirlas para evitar que Isefet tomara el control de la Creación.

Pero eso sería al día siguiente.

-¿Todos los años hacéis esto? -preguntó su madre.

El Hijo de Amón inquirió:

-¿No lo hacíais antaño?

-Pero no a este nivel -reconoció su madre-. Era una sobreexposición que atraía a los enemigos.

El Grande comentó:

-Seguro que se daban cuenta pronto del error de acercarse.

-No les daba tiempo -dijo su madre con fiereza-. Nadie toca a mi hijo.

El sabio regente intervino:

-Y te preocupa que ahora mismo esté en peligro.

-Es algo que debería preocuparos -dijo ella.

El Protector de Maat comentó:

-Y nos preocupa. Te aseguro que tenemos buena vigilancia.

-Pues esos dos se os han colado -señaló su madre.

Se refería a los dioses. Claro que lo habían hecho, pero de haberlo hecho con malas intenciones hacía tiempo que habrían saltado las alarmas, habrían sido detenidos y neutralizados para que no hicieran ningún daño.

En cambio, se habían dedicado a protegerlos a su familia y a él, incluso cuando oficialmente estaban enfrentados.

Ellos tenían trabajo con sus hijos, pero como dioses también tenían tiempo y espacio para él, sabiendo claramente que todos sus movimientos estarían vigilados y que el joven regente los necesitaba a su lado.

Había una línea muy fina por la que caminar… y si la traspasaban las consecuencias podían se catastróficas.

-Ajam, los conozco… el rey de los dioses élficos y la diosa de los drows -dijo Usermaatre-. Hicieron una aparición a lo grande en su momento para evitar que nos invadieran sus hijos.

Su madre terció:

-Yo los tendré bien vigilados, mi hijo no volverá a sufrir por su causa.

-Seguro que aprendieron la lección -afirmó el Hijo de Atón.

El Grande añadió:

-Seguro que sólo buscan lo mejor para él.

-También lo buscaban la última vez -gruñó ella-. Y mira lo que pasó.

Entonces Nebjeperure decidió intervenir viendo que los viejos rencores y culpas volvían a la carga:

-Madre, Mek y tú sois mis padres. Pero ellos también lo son, quieren lo mejor para todos… y ahora es posible con esta gran familia.

-Y hablando de familia… -dijo su madre fijando su mirada en la joven drow- Ib y tú…

Otra vez el rubor. Otra vez desviando el tema de la mejor manera que muchos sabían.

-Ya veremos si se esperan a la Fiesta de la Embriaguez -bromeó Usermaatre.

Nebjeperure exclamó avergonzado:

-¡Oye!

El Protector de Maat se encogió de hombros y dijo con despreocupación:

-Oh vamos, es lo natural.

-Y se ve a la legua -apostilló el sabio regente.

Nebjeperure murmuró dejándose caer en un cojín:

-A veces os odio.

Al verlo así, la joven drow le preguntó:

-¿Va todo bien?

-Sí, todo  va bien -dijo el joven regente apenas recuperado del sonrojo.

Ib ladeó la cabeza y dijo divertida:

-Parece que les gusta avergonzarte.

-Es algo así como el deporte oficial de la casa -admitió Nebjeperure.

Eso hizo reír al Hijo de Atón que solicitó a un sirviente:

-Tráeme un laúd.

-No irás a hacerlo -dijo el Magnífico rodando los ojos.

Su padre preguntó alegremente:

-¿Por qué no? Me parece el momento perfecto -le guiñó un ojo-. El momento en que los ojos de las fuerzas divinas están sobre nosotros, el momento de recordar que nos debemos mirar con otros ojos.

Enseguida le trajeron el instrumento y su voz armoniosa se elevó acompañada por los demás músicos que ya se sabían la melodía, aunque para él era como si la oyera por vez primera… era un mensaje dirigido a cada uno de los presentes de una forma que se interpretaba individualmente.

De repente Ib le tendió una mano y le pidió:

-Ven a bailar.

-Yo… -empezó a decir sintiendo la mirada de toda su familia sobre él.

La joven drow le dijo chistosa:

-Después de haber bailado no me digas que ahora te da vergüenza.

-Anda ve -le incitó Nessariäh que se lanzaba sin duda a seguir la música.

No era nada nuevo, todos sabían que a la amada de su padre le encantaba la música. Pero sobre todo disfrutaba cuando esta procedía precisamente de su consorte.

Ib lo cogió de la mano y se levantó para bailar con ella una melodía que cobraba un nuevo sentido al mirarla a los ojos y tener a toda su familia presente. Hablaba de mirar la vida de uno desde la perspectiva celestial, que era ni más ni menos que una humana, en la que se reconocían tanto los defectos como las virtudes… y que la persona estaba formada por ellos y si con ello presente guiaba su vida… esta no iba a equivocarse.

-Ven a bailar -le pidió Usermaatre a su madre.

Esta se negó cortésmente:

-No conozco este baile.

No le sorprendió en absoluto.

-No hace falta conocerlo -insistió el Protector de Maat.

Eso tampoco le sorprendió.

Pero el Grande ya conocía un poco a su madre como para saber hasta dónde podía insistir, de modo que ante la nueva negativa la aceptó y se danzó a bailar ante la mirada de muchas admiradoras… que llevaban un tiempo sin recibir ninguno de sus favores.

-Tu padre es un gran cantante -le dijo Ib.

El joven regente asintió antes de responder:

-Y compone sus propias canciones.

-¿Esta es suya? -le planteó ella curiosa.

Nebjeperure contestó:

-Sí, pero oficialmente es de una película del mundo moderno -se rio recordando el contexto en que se había hecho esa película-. Mi abuelo y el Grande son muy poderosos fuera así que a veces se pican con cosas como esta.

Ib lo rodeó mientras planteaba:

-¿Con una película?

-Creo que hay algunas cosas que te tengo que explicar -reconoció el rey de Shemeu y Tamejeu-. Así no te perderás las bromas que se hacen entre ellos.

Ella sonrió y planteó como si tal cosa:

-¿Como la Fiesta de la Embriaguez?

-Bueno… eso ya es otra cosa -contestó él intentando disimular su vergüenza-. La Señora del Este es honrada con relaciones sexuales… siempre consentidas y deseadas.

Ahí Ib apretó los labios y cuestionó:

-¿Y si no… y si no estás…?

-Ella es una diosa tolerante Ib, no te va a obligar a nada que no desees -le dijo Nebjeperure-. Tampoco yo… ese es el sentido de esta canción, hay que mirarse tal cual es uno, aceptarse y hacerlo lo mejor posible.

Pero de alguna manera a él le preocupaba que ella estuviera dispuesta. Una parte de él le estaba diciendo que ella guardaba la clave que hace milenios perdiera… sentía que quería seguir conociéndola y compartir su mundo con ella. Y esperaba que ella también lo quisiera así.

La joven drow se arrimó a él y le dijo jocosa:

-Lo estás haciendo de nuevo.

-¿El qué? -le preguntó el joven regente.

Ib contestó:

-Estás pensando demasiado -le golpeó en el hombro-. Déjate llevar, deja que las cosas ocurran.

El rey de la Tierra Negra confesó:

-A veces es difícil.

-Lo sé -concordó ella-. Pero es tu cumpleaños, tu familia está aquí… ya te preocuparás mañana.

Y justo entonces sintió que algo lo empujó hacia Ib y antes de darse cuenta sus labios se unieron creando algo que creía tener olvidado. Por unos instantes todo a su alrededor desapareció y solo existían ellos dos.

No estaba desencaminado del todo.

Cuando se separaron para tomar aliento vio en los ojos de la joven que ella también había sentido algo que la había sorprendido gratamente. Entonces apuntó con el dedo a Mek que estaba justo detrás de él mientras le decía juguetona:

-La culpa de todo esto, échasela al gato.

-Gatote malo -fingió reñirle a aquel que para él siempre sería un peluche consolador y padre protector.

El aludido echó las orejas hacia atrás, pero emitió unos gruñidos que bien podían traducirse en carcajadas y orgullo por lo que había hecho. Desde luego no había ningún atisbo de culpabilidad… y en realidad él se alegraba de que lo hubiera hecho.

-A ver si haces eso con Madre -le retó entre risas.

Ib planteó:

-¿Por qué sospecho que lo despellejaría?

-Eso es que ya empiezas a conocer a mi madre Ib -contestó él con despreocupación-. Aunque no dudes que Mek actuará si es necesario.

Para entonces la melodía había acabado y los músicos comenzaron otra mientras la gente acudía al pie del abeto a abrir los regalos que llevaban sus nombres.

-Creo que la Fiesta de Embriaguez queda muy lejos para vosotros -terció Usermaatre con picardía.

Nebjeperure le replicó poniendo los ojos en blanco:

-Anda e intenta sacar a bailar a mi madre de nuevo.

-Con tranquilidad -dijo una voz acercándose a ellos.

Era Araushnee pero tenía el aspecto de Neith, la deidad que había elegido a Ib. Esta se arrodilló ante ella y bajó la mirada:

-Mi Señora.

-No te apresures, deja que la sabiduría nutra lo nuevo que está creciendo -dijo la deidad con una sonrisa-. Hay muchas cosas por descubrir y cuando estés preparada aprenderás la gran lección.

-¿La gran lección? -preguntó Ib.

La diosa se agachó para hacerla levantarse mientras recuperaba la forma por la que todos sus hijos la conocían.

-Pero…

-Los dioses tenemos muchas caras y podemos estar en varios panteones -le explicó la Reina Araña-. Te creé para que fueras tú misma y por ello siempre tendrás mi favor.

-Yo… no sé…

-Te he puesto pruebas difíciles Ib y todas las has superado hasta llegar al lugar que mereces -señaló la diosa con tranquilidad mientras cogía las manos de ambos y las unía-. Vosotros dos vais a hacer grandes cosas juntos y tendréis el apoyo de una gran familia en este arduo camino.

Ib miró las manos de ambos. Los dos estaban sonrojados.

Ya solo faltaba hacer un bando.

-Señora…

-¿Sí? -preguntó la diosa.

La joven drow preguntó:

-¿Voy a tener que batirme en duelo con la Suma Sacerdotisa?

-Si quieres ser Suma Sacerdotisa es tu decisión -dijo la Tejedora del Destino-. Pero mi favor ya lo tienes sin tener que alcanzar ese rango.

Su madre gruñó:

-Se te ha pegado la manía de los discursos de tu consorte.

-Yo ya habría mandado las invitaciones de boda -bromeó el aludido sonrojándolo de nuevo.

Ib lo miró con ternura y le dijo:

-Al menos les gusto a tus padres.

-A TODOS mis padres -le dijo Nebjeperure-. Y eso es un gran mérito… sólo espero no hacer el ridículo de que me gustes pero yo no te guste a ti.

La joven drow le dio una pequeña colleja en la nuca y preguntó:

-¿Crees que me preocuparía gustar a tus padres si no me gustases tú? -le cogió de las manos-. Me has dado una nueva vida que jamás hubiera llegado a imaginar y que tiene todo lo que siempre quise para los de mi raza.

-Estoy trabajando en ello -dijo la Reina Araña.

Ella de dio un codazo al rey de los dioses élficos y que añadió:

-Estamos en ello.

-¿Esto… qué tal si pasamos a los juegos? -preguntó el joven regente queriendo salir de un atolladero en el que no sabía cómo se había metido.

Su abuelo anunció acudiendo inesperadamente al rescate:

-Tenemos tiro con arco, bolos, carreras a pie y en carro, juegos de mesa… hay donde elegir.


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