Tradición y Modernidad

En el mundo es difícil casar las tradiciones locales con la globalización: o se integran o desaparecen.

-Y ella es Ib -le presentó a la recién llegada-. Ella es una superviviente, como tú.

Su madre contestó:

-Encantada de conocerte.

Ib sonrió con cierta timidez mientras inclinaba la cabeza de forma respetuosa.

-Yo también he oído hablar mucho de ti -admitió-. Siempre me decían que acabaría peor que tú porque no soy tan poderosa.

Su madre la miró atentamente antes de sentenciar:

-Ellas mintieron.

-¿Por qué dices eso? -le preguntó curiosa Ib-. Ni siquiera he llegado a ser Alta Sacerdotisa.

Usermaatre comentó:

-Los rangos no son importantes.

-Lo importante está aquí -dijo su madre tocándose el pecho a la altura de su corazón-. Y te aseguro que en él tienes más poder que muchas Altas Sacerdotisas, incluso Matriarcas.

Ib parpadeó perpleja antes de plantear:

-¿De verdad?

-Así es -señaló su madre-. Y he conocido a muchas.

La Matriarca la secundó:

-Tiene razón. Has sobrevivido al inframundo y salido de él sin corromperte, eso sólo lo hacen unos pocos.

-No te preocupes -dijo tranquilizadora Nessariäh-. Estás en el lugar correcto para decidir cómo dirigir tu vida.

Nebjeperure comentó con una sonrisa divertida:

-Y créeme, aquí no te vas a aburrir.

-Oh, eso seguro -rió Usermaatre.

El Hijo de Amón frunció el ceño antes de querer saber:

-¿Qué quieres decir con eso?

Sí, lo tenían bastante calado. Sabían que cuando hablaba de esa forma iba a pasar algo o él iba a hacer algo… que para el caso era lo mismo.

Y no podía esperar más. Porque conforme pasaba el tiempo, más se extendía la enfermedad. Por ende, más incontrolable se volvía incluso para quien la había creado.

Se levantó de la mesa y bajó del estrado anunciando:

-Ha surgido una enfermedad en el Reino Medio[1].

-¿Otra pandemia? -suspiró el Grande- ¿Tan pronto?

Hacía poco que se había terminado de vencer a aquella extendida por los sacerdotes del Oculto. Sin embargo, en este caso no procedía de estos, quien la había insuflado había sido una deidad que lo subestimaba lo suficiente como para creer que no actuaría porque consideraría que hacía lo correcto.

Y la muerte de inocentes, sobre todo niños, nunca era correcta.

-Resiste a los antibióticos -anunció-. Y se lleva por delante a los más jóvenes.

Su padre musitó:

-Cercenando una generación…

-Conduciendo a la Humanidad a la extinción -concluyó el Magnífico.

Entonces Nessariäh comentó:

-No creo que sea cosa de Gaia.

-Y no lo es -confirmó el Divino Señor de las Dos Tierras antes de exclamar- ¡Yo llamo a Wong Tai Sin, dios de la curación!

Su padre dijo con sorna:

-Espero que estéis preparados.

-Para… -empezó a decir su madre.

En ese momento apareció ante ellos, flotando, la deidad invocada. Era un hombre apuesto con los atuendos tradicionales de la clase más alta china. Destacaba por su elegancia y riqueza, pero también por su mal humor.

-¡¿CÓMO TE ATREVES A LLAMARME?! -bramó el dios.

La Matriarca dijo con seriedad:

-Porque puede.

-Ni siquiera eres de Reino Medio -le reprochó Wong Tai Sin.

Nebjeperure le recordó con firmeza:

-Y sin embargo has acudido a mi invocación.

Quizá no le gustara, pero debía reconocer que su autoridad alcanzaba a todas las fuerzas divinas procedieran de donde procedieran. Todas le debían lealtad… y alguna rebelde necesitaba que se lo recordaran.

-La bronquiolitis es algo normal -apuntó la divinidad.

El sabio regente gruñó:

-¿Bronquiolitis?

El Divino Señor de las Dos Tierras entrecerró los ojos antes de decir tajante:

-Sabes perfectamente por qué te he llamado.

-La neumonía se la han buscado ellos -adujo Wong Tai Sin-. Primero fue el comunismo, ahora el capitalismo… dejando de lado las tradiciones.

Nebjeperure le interrumpió:

-Quizá porque no oíais las plegarias del pueblo.

El dios exclamó ofendido:

-¡Claro que lo hacíamos!

-Tal vez -aceptó el rey de la Tierra Negra antes de apostillar-. ¿Pero las escuchabais?

La divinidad tronó:

-¡Cómo te atreves!

Ahí estaba la respuesta.

-¿Quién quiere vivir en una sociedad donde sólo unos pocos tienen toda la riqueza y todos los demás miseria? -cuestionó el joven regente-. El comunismo fue la primera respuesta, el capitalismo a su deseo de tener lo que sus antepasados no tuvieron… la riqueza repartida en la otra parte del mundo.

Wong Tai Sin replicó:

-¡Tienen el castigo que merecen! -luego lo amenazó a él directamente- En cuanto a ti…

Le lanzó una nube que sabía que contenía la enfermedad.

Antes de que pudiera darse cuenta tenía al Grande delante de él y Ib creando un escudo que lo envolvió mientras Usermaatre gritaba:

-¡Eso ni se te ocurra!

-¡No vas a tocar a mi hijo! -dijeron varias voces a la vez.

Una tira de tela de araña se aferró al cuello del dios. Al otro lado de la tira de tela levitaba la Reina Araña.

Mientras tanto una espada amenazaba la espalda de la deidad rebelde. Nebjeperure llegó a ver a Corellón flotando a su vez.

Los dos dioses no estaban nada contentos.

Tampoco su madre que espada en mano se plantó ante Wong Tai Sin. Cualquier otro se habría echado atrás al ver refulgir su espada… él sabía perfectamente de lo que era capaz… y ese dios no era nada frente al demonio.

-Ahora vas a hacer desaparecer esa enfermedad -ordenó Nebjeperure con seguridad, percibiendo cómo lo protegían de lo que le había mandado el dios-. Y si queréis que el pueblo os siga, tendréis que escucharlo y darle lo que necesita.

-Lo que quiere -pretendió corregirlo el dios.

Araushnee resopló:

-No tergiverses sus palabras o tendrán que buscarse a otra deidad.

Buscarse otra deidad… esa no era mala idea.

-He dicho NECESITA -recalcó el rey de Shemeu y Tamejeu-. No es ni de lejos lo mismo.

Su madre gruñó:

-Esto solo es un aviso…

-Si creéis que esto va a cambiar algo estáis muy equivocados -replicó el dios.

Entonces cometió un error más. Al ver que amenazarle a él no funcionaba, sus ojos se fijaron en su hermana y su tía.

-Ni lo sueñes -siseó Alauniira.

Era hora de hacerlo y por ello llamó:

-¡Cai Shen, dios de la salud y el bienestar! ¡Guan Yin, diosa de la compasión y la misericordia!

Su madre le planteó:

-¿Pero a cuántos dioses piensas tener aquí Nebadur?

-Los que sean necesarios -aseguró notando cómo la invocación lo debilitaba.

Pronto aparecieron, a ambos lados del primer dios del Reino Medio, otras dos figuras. Una era masculina y otra femenina, ambas también poderosas y lujosamente vestidas.

-Nebjeperure -lo saludaron con un respeto que no se lo tenía su compañero.

Él les preguntó directamente:

-¿Se puede hacer algo?

El hombre pareció pensarlo un momento antes de admitir:

-No será fácil, ya se ha extendido fuera del Reino Medio.

-Pero podemos poner remedio -aseguró la mujer con una sonrisa.

El primer dios gritó:

-¡Traidores!

Con lo cual se ganó que la Reina Araña apretara más aún su atadura en el cuello y la espada del rey de los dioses élficos le pinchara la espalda.

El Divino Señor de las Dos Tierras insistió:

-¿Lo haréis?

-La neumonía será una más a partir de ahora -aseguró Cai Shen-. Sólo morirán aquellos a los que les ha llegado la hora.

Su mirada se dirigió a Guan Yin que anunció:

-Atenderemos las necesidades del pueblo, como has dicho. Necesita de nuestra ayuda y debemos brindársela, pues así como estamos a su servicio lo estamos al tuyo.

-¡¿Cómo podéis.. hacer… esto?! -protestó Wong Tai Sin, al cual le costaba respirar- ¡Esto… no quedará… así!

Su padre le dijo con seriedad:

-Por el bien de vuestros fieles así se debe zanjar.

-¿Contamos con el beneplácito de vuestro panteón para hacer justicias con él? -preguntó Nebjeperure hastiado.

Las dos deidades se miraron entre sí antes de contestar al unísono:

-Lo tenéis, encontraremos a quien sea un buen dios de la curación.

En ese momento desparecieron, dando su bendición para hacer justicia con aquella divinidad que había cometido varios errores: tomarse la justicia por su mano, amenazarlo y amenazar a su familia. Todos unos crímenes que pesaban lo suyo y que no tenían perdón ante los ojos de la Divina Potencia Creadora.

También lo hicieron Corellon y Araushnee tras mirarlo a él primero con esa mirada que todo lo decía y luego a su madre. Nebjeperure se hacía idea de lo que podían llegar a atisbar en los ojos de ella… por lo que, aunque lo apenó, entendió que desaparecieran dejando caer al dios criminal al suelo delante de su madre.

-No… no… no lo hagáis… -rogó.

Su madre preguntó seca:

-¿Que no hagamos el qué?

-No podéis… matarme -contestó el dios, ahora más débil al no estar apoyado por su propio panteón.

Ella le planteó:

-¿Nebadur?

-Adelante Madre -le autorizó-. Ha sido sentenciado por matar a inocentes y amenazar a esta familia.

En ese momento su abuelo propuso:

-Quizá nos vendría bien un poco de ayuda de Gaia…

-Gaia… -oyó murmurar a su madre.

Su padre cuestionó a su vez:

-¿Estás seguro? Ya has agotado tus energías.

-Por eso mismo -dijo Nebjeperure- Para que ayude a los dioses del Reino Medio a restaurar la salud del mundo.

Porque aunque leve una neumonía seguía teniendo capacidad letal. Sí, se irían los que tendrían que hacerlo… pero habría intermediarios que sufrirían. El mundo no estaba preparado para padecer una pandemia más.

Se derrumbó quedándose de rodillas.

Ib le preguntó preocupada mientras su padre corría hacia él:

-¿Estás bien?

-Sólo… sólo un poco cansado -quiso tranquilizarlos-. Además tengo que enseñaros la ciudad a mi madre y a ti, no voy a perderme eso…

El Hijo de Atón lo rodeó con sus largos brazos tan cálidos y sosegadores:

-Y lo harás, en cuanto despachemos a este sujeto.

Nebjeperure asintió en silencio recordando a los dioses que habían aparecido para protegerlo una vez más, pero que habían desaparecido pronto no bien la situación estuvo controlada y tuvieron un intercambio de miradas con su madre.

Todavía quedaba un largo camino.

Muchos destinos estaban por escribirse.

Muchas heridas quedaban por sanar.


[1] Reino Medio: Forma de referirse a China.


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El peso de un péndulo

El calor de una madre

Persiguiendo una sombra

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