Si ha de haber conflictos que sea mientras yo viva, que mi hijo pueda vivir en paz.
Luan
Escuché la mayor de la conversión sin intervenir comprendiendo que, de la misma forma que yo había entendido la Antípoda y había hecho todos los cambios que sabía que necesitaba ellos ahora eran los que tenían la batuta.
Se veía que como humanos conocían bien a los de su especie y eso me llevó a relajarme en la silla suavemente, había aprendido con esta última experiencia que uno también necesita solucionar aquello que sabes que está mal en tu sociedad.
Cuando tienes la oportunidad das todo lo que está en ti para conseguirlo, para que tu pasado no se repita en ningún futuro de aquellos que van a venir y aún no lo saben.
» Pero los humanos…» pensé para mi cerrando los ojos, si confiaba en mi Familia, en las alianzas que estaba tomando y en los cambios que estaban sucediendo con Gaia pero los miles de años pesaban como una losa.
» Pues no vas a poder hacer lo mismo que en la Antípoda esta vez » escuché la voz de mi Madre en mi cabeza y eso me hizo abrir de nuevo los ojos de forma lenta.
» De qué hablas ahora »
» Que vas a tener que delegar en ellos » me dijo con severidad » Ahora tienes una vida que cuidar » sentenció sin mirarme.
Rodé los ojos para luego coger un postre que habría sobre la mesa.
» Otra vez? » rezongué » No se por qué piensas que soy tan irracional » le repliqué.
» Porque te vuelves loca por proteger a la Familia y esta vez tiene que ser al contrario » me dijo ahí mirándome por un momento.
Iba a responderle cuando Gaia intervino con una sonrisa:
-¿Por qué? – planteó curiosa en general.
-¿Por qué, qué en particular Gaia? – le inquirió mi hijo intrigado por esa pregunta.
-¿Por qué los humanos necesitan una Deidad como vía de escape? Mis demás seres vivos no tienen la necesidad –
-Uhm….- comentó Kate pensativa – ¿ por el entender que podemos morir? –
-No sois los únicos que saben que pueden morir – le respondió Gaia – Los elefantes pueden ser un buen ejemplo –
-Pues entonces…- movió la cola mientras buscaba una respuesta mientras levantaba la mirada el techo – ¿por que nos planteamos el por qué tenemos que morir? –
Eso vi que confundió a Gaia la cual la miró intrigada.
-¿A qué te refieres? –
-Pues…nosotros si….tenemos el tiempo contado…y en verdad no sabemos lo que pasa luego…de ahí las religiones – intentaría explicarle Kate con las orejas a los lados – yo…como humana…en mi vida día a día también me pienso inmortal – admitiría esto último – y así pasa hasta que empiezas a ver que la muerte se empieza a llevar a la gente a tu alrededor…y comprendes que es por tiempo, enfermedad o vejez –
Gaia la miraría para luego comentar tranquila:
-Entonces no sois los únicos que la conocen, sino los únicos que la desconocen –
-¿Cómo dices? – le planteó Kate pasmada moviendo sus orejas.
-La vida en si misma sabe que es finita, el que aparece en mi sabe que es una energía que tendrá una duración, grande, pequeña…eso ya lo dictará el tiempo. –
-Entonces no es justo el poder pensar que puede pasar otra cosa…¿ por qué no podemos ser como los demás animales? – le plantearía levantando las orejas.
-Esa pregunta es cómo si se le preguntase al mundo por qué gira en una dirección y no en la otra… o por qué la Luna existe, se juntaron las circunstancias para que se volviera el meteorito que ayudó a que aquí hubiera vida – le respondió Gaia con tranquilidad frustrando a una Kate a la que se le vio al notar como echaba las orejas hacia atrás.
-Gata, ahora yo te pregunto, ¿ Si hubiera una respuesta, de qué te valdría saberla? – le planteé cruzada de brazos.
-Pues…- se trabó sin poder evitarlo – para…no sé, hacer algo…evitarlo o…yo que se – rezongó sin tener una respuesta clara.
-Nosotros tenemos la eternidad para vivir pero también la mortalidad que nos puede causar un puñal – le dije con tranquilidad – Lo cual significa que aún que nuestro tiempo sea eterno en un principio, un bebé en cuanto nace podría ser apuñalado y morir al momento – agregué con sequedad.
-No estamos hablando de lo mismo…- replicó tragando saliva ante esta última perspectiva que le hizo poner la cola esponjosa solo de pensarlo.
-¿No? – le planteé dejando de cruzar los brazos para luego relajarlos – Ante la vida y la muerte cual es la diferencia –
Eso la haría quedarse callada unos minutos para que luego pusiera las orejas a los lados antes de admitir:
-Ninguna…- diría sincera.
-Tenéis que aprender a que no sois dueños de Nada – rezongué mirándola pero para luego suavizar el tono – Pero al menos mi Familia y tú parecéis ser un Paso –
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