Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que no es.
Luan
Los días tras el ataque fueron una hecatombe, toda la Antípoda estaba revolucionada pero mi Madre logró calmarla con mi ayuda y la de Corellon hasta que se estabilizaron las cosas y se propusieron los Duelos entre casas.
Mientras en casa las cosas también estaban revueltas con la bienvenida de las nuevas pequeñas, el que las madres consiguieran descansar aún estando en un sitio donde no habían pensado que iban a nacer y cuidarlas por si acaso a alguna casa loca se le daba por venir contra nosotros.
«Esto es lo que había querido evitar en su día » pensé para mi cerrando el libro donde me ponía todas las novedades matutinas.
Fue ahí cuando escuché que alguien me llamaba a la puerta y antes de que entrase ya noté su presencia.
-Adelante…- dije en tono neutro sin tener ni idea de a qué venía.
Mi Madre se sentó ante mi, al otro lado del despacho y eso se me hizo incómodo porque parecía que estaban los roles cambiados…yo era la que tenía que estar en su sitio y ella en el mío, ella es Loth.
La vi sonreír para luego echarse hacia adelante mirándome directamente a los ojos.
-Y por eso eres mi preciosa hija – me dijo y supe que me había leído el pensamiento, por eso elevé aún más mis barreras.
-Tenéis entre Core, Gaia y tú esa mala costumbre que no me gusta nada – le dije seria.
-¿No te das cuenta de que nos hacéis sentir incómodos? -repliqué seria.
-Tan formal…- comentó con una sonrisa para luego mirarme – Se Suma Sacerdotisa – me volvió a soltar a bote pronto.
-Otra vez…- resoplé levantándome -¡Que no! – le repetí por enésima vez alejándome de ella.
Fue ahí cuando se recostó en la silla antes de comentar con sencillez:
-Diez Meses –
Eso fue como un jarro de agua fría para mi y me volví hacia ella con los ojos rojos:
-¡Eso es jugar sucio! – le recriminé.
-¿Quieres que otra persona mande una embajada que ella decida a ver a tu Nieta? Además los elfos Dorados han sabido lo que ha pasado aquí – me replicó con calma.
-¿Me estás haciendo la cama Madre? – siseé
Ella se encogió de hombros.
-Yo sólo pongo las cartas sobre la mesa, nada más – se hizo la ingenua mientras yo soltaba un improperio.
Ya tendríamos que atrasar la reunión por lo que había sucedido, lo cual llamaría la atención de los Dorados, no podíamos aparecer con cualquier Casa…y a la vez tampoco dejaría acercarse a mi Nieta a cualquiera.
-Por qué Demonios me haces esto – le siseé enfadada.
Obviamente no permitiría que hubiera ningún conflicto en ese encuentro.
-Porque sé que tú eres la indicada – me respondió con cariño poniendo una mano en mi cara.
-Al cuerno con eso – repliqué sin que se me rebajara el enfado.
-Puedes con esto y más Luan, quiero que empieces a creer un poco más en ti –
-Yo ya creía en mi cuando estaba tan tranquila en las sombras – rezongué arrancándole una risa para que luego me mirase a los ojos.
-Pero en las sombras también estabas sola – dijo de forma resolutiva.
Suspiré entendiendo lo que me decía, ahora tenía muchas vidas que proteger, los vientos cambiaban.
-Te lo dije – me replicó sin poder poner una sonrisa triunfante que me llevó a fruncir el ceño.
-Algún día…te la pienso cobrar con creces – le repliqué seca.
-Seguro…- me dijo de forma socarrona pero la notaba contenta, había conseguido su propósito y además sabía de sobra que aún ante sus palabras ella siempre no sólo la iba a respetar sino también a proteger, tal y como había hecho con las que se habían desviado del camino.
Fue ahí que mientras las Madres y las pequeñas iban cogiendo más fuerza yo me encarga de reordenar el panorama, asesoraba a mi Madre sobre el susodicho torneo porque estaba claro que eso tenía que salir perfecto.
Por eso modifiqué o cambié algunas pruebas para que estas fueran más justas para todas las casas. A veces era más importante los anhelos del corazón que los de riqueza y estaba segura que en el barrio bajo había más de lo primero que de lo segundo.
Los Nobles quizás estarían pensando en que era su oportunidad para ganar más poder mientras que los que estaban en el más bajo rango sólo pensarían en conseguir mejorar las cosas no sólo para su familia sino también para sus congéneres.
Por eso lo preparé junto a Loth y Core lo mejor que podría haberlo hecho. Ellos estaban presidiendo el palco como la pareja perfecta, todo el mundo sabía que ella era Loth pero había muchas incógnitas de su congénere, lo cual habíamos dejado para que causase más expectación y en la multitud generase más debate.
No se sabía de qué Casa era, no se sabía por qué lo había escogido, sólo se sabía que las reglas del juego habían cambiado y las que no las habían seguido estaban muertas.
Se trataba de una era de cambios…y estos iban a trastocar toda la Antípoda.
Luan
» En qué momento…» pensé para mi tras las sillas de Core y Loth de pie como un estandarte pero que luego habría organizado todo por detrás y a cada rato me venía alguien a preguntar.
Noté como se activaba el lazo de Loth con el mío mentalmente y me adelanté a ella.
» No se te ocurra decir nada en este momento o te degüello aquí mismo «le siseé lo cual le sacó una sonrisa que rápidamente escondió.
» Sólo quería decirte que has hecho un gran trabajo » me respondió.
» Ah ya si….ahora venimos con esas » rezongué
» Sabes que te quiero » me dijo la muy ufana.
» Al cuerno » le dije mirándole el cogote y sabiendo que ella estaba notando mi mirada pero ahí fue fina y no dijo nada.
Suspiré quedamente antes de sonreír por un momento, me imaginaba que así era una verdadera relación Madre-hija, con choques y verdades que a veces por orgullo no querías escuchar pero estas segundas en el fondo te hacían sentir bien.
«Aún dentro del hecho que ella te metió en este marrón» pensé para mi poniendo los ojos en blanco.
Fue ahí cuando si noté que volvía la cabeza hacia mi y me sonreía levemente antes de volverla hacia el espectáculo.
Gruñí levemente sabiendo que me había escuchado ese pensamiento para luego ir al otro lado del palco dónde estaba el resto de la familia con las peques.
-¿Todo bien por aquí? – planteé en general.
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