No tengas miedo cuando se ponga oscuro, recuerda que en la oscuridad salen las estrellas.
Luan
Crucé a la oscuridad de las sombras junto a Loth y Gaia para observar el páramo desierto tanto de demonios como de carroñeros y aún sabiendo el motivo comenté de forma relajada.
-Dentro de lo malo, es el mejor lugar para hacerlo, en esta zona no suele haber muchos –
-Porque no les interesa las zonas poco pobladas como un desierto, son atraídos por las grandes ciudades – admitió Gaia.
Asentí sabiéndolo de sobra para luego mirar a la Diosa del Caos.
-¿Las traes tú? – le planteé y ella elevó una ceja – prefiero reservarme – gruñí frunciendo el ceño.
Ella entendió a qué me refería e hizo un cabeceo antes de que lentamente delante nuestra empezaran a aparecer las dichas bombas cada vez más y más.
-¿Traigo también las de hidrógeno? – planteó una vez acabó.
Me volví para mirarla.
-¿Las de hidrógeno? –
-Son mucho más poderosas que las nucleares – comentó encogiéndose levemente de hombros.
-¿Cómo dices? .- siseé entrecerrando los ojos – ¿No podías haberlo dicho antes? – rezongué.
-Es mejor empezar por las nucleares – intervino Gaia para apaciguar las cosas – Si no se el calibre de la más pequeña no se qué podría suceder con la mayor –
Suspiré para luego crear una cúpula de espinas alrededor de las bombas y de nosotras mientras Loth apartaba una a unos cuantos kilómetros de las demás, a la cual también hice su propia cúpula.
-Por eso decías que preferías reservarte – me comentó Loth cuando las dos estábamos detrás de Gaia en la segunda cúpula esperando que la hiciera explotar.
-Soy consciente del plan que he propuesto – repliqué de forma gélida.
-Y sabes que él también – me dijo ella de forma tranquila mientras notaba como sus sombras se impregnaban en mis espinas para hacerlas más fuertes, lo cual me arrancó una suave mueca porque no me agradaba el ver como si magia envolvía a la mía. – Si piensas que no tiene conocimiento de que de pasarle algo a las sombras te afectaría es que no lo conoces tanto como pensaba – agregó.
-No me subestimes Loth pero ante todo no lo subestimes a él – le solté seria mirándola – Para bien o para mal tú dejaste este reino y yo lo ocupé, para bien o para mal lo que pase aquí sólo me afectará a mi –
Fue ahí cuando ella abrió por un momento los ojos de más y me miró como si fuera de otra forma, entendiendo el doble sentido de mis palabras.
-Pero…- empezó – Entonces tú…- continuó sin saber qué decir.
-No confundas las cosas – comenté mirando al frente – mi vida aún que sea más larga es finita, la tuya como Diosa no tanto. Está el sentimiento y luego la razón, intenté buscar un equilibrio entre ambos. Si me fui a las sombras fue en parte por que no soportaba estar en el mundo sin él y en parte porque de poder ayudarlo sería así. – puse los ojos en blanco por estar revelándole eso a Loth – Os odio con todo mi ser por lo que pasó en su día y ese momento nunca se borrará, pero se lo que Neb siente por vosotros y aún que sienta eso, es más poderoso lo que siento por él. – admití con un resoplido.
-Estás muy habladora hoy… – me replicó elevando una ceja.
Chasqueé la lengua y rezongué:
-Sólo soy clara en lo que puede pasar. SI sucede lo que tenga que suceder, tú eres su primera madre –
-No pasará – me aseguró ella
-Tampoco lo suyo – sentencié mientras miraba a Gaia y le dije – cuando quieras –
-¿Ya habéis acabado vuestra conversación? – nos planteó con una sonrisa.
-Si – dije segura para que luego ella asintiera antes de volverse hacia la bomba y tanto Loth como yo nos preparásemos.
Explotó y en un principio todo el semiorbe de espinas se revolvió pero lo aguantó con tranquilidad, en la oscuridad de las sombras emergieron como copos de luces que Gaia empezó a absorber y en un punto sonrió.
-Algo tan destructivo…y ahora esta sonriendo – murmuré frunciendo el ceño.
-Es porque es energía renovadora para ella, la está nutriendo en esta forma cuando en la otra la destruiría – me aclaró Loth.
Hice una suave mueca ante su comentario aún que sabía perfectamente a qué se referían sus palabras para luego mirar la pila de bombas que había traído.
-Si queremos que en una hora y media acabe con todas tenemos que ponernos a ello ya – repliqué.
Ella me miró en silencio para luego asentir sin decir nada antes de ponernos al trabajo.
Cuando pasó la hora por suerte ya habíamos acabado con ellas y Gaia estaba pletórica por toda la energía que había recolectado. lo cual no se podría decir lo mismo de nosotras que habíamos controlado todos los estallidos para que no llamaran la atención de los Demonios mientras Neb y cía hacían su trabajo.
-Están las de hidrógeno – nos dijo con una amplia sonrisa Gaia.
-Tenemos media hora y son muchas menos – admitió Loth sabiendo que era una oportunidad de oro ya que estábamos.
Miré las espinas pensativa, las de hidrógeno al parecer eran más letales y aún por encima nos acercábamos al tiempo límite.
-Yo te ayudaré – me comentó la Diosa.
-No necesito tu ayuda – rezongué para sacar al Demonio de la espada – estaba calculando el tiempo y que si queremos hacerlo necesitaremos un tercero para poder desactivarlas todas.
Vi como Loth sonreía a medias mientas sacaba a mi Demonio.
-Es hora de comer, coge sólo lo que Gaia deje – le dije seriamente antes de que Loth las trajera y él asintió.
Cuando todo estuvo preparado volvimos a hacer lo de antes, mentiría si dijera que el poder de esas bombas no me sorprendió, pero por suerte el Demonio hizo su trabajo y conseguimos neutralizarlas también antes de empezar a ver como más Demonios y carroñeros aparecían oliendo el poder aún con las barreras que habíamos hecho.
-Parece que ya acabaron – comentó Loth seguida de Gaia
-Si, el fuego ya está mermando –
-Mejor irnos entonces – comenté con voz cansada
Relacionado con:
La parte oscura de la humanidad
No juegues con quién no puedes
Proteger lo que quieres es lo más importante
Que diferente es el hoy del ayer
Un viaje transcendental en el autobús
Antes o después comparecemos ante un juez
Pingback: Reunión | Anuska Martínez
Pingback: Blancos o negros | Anuska Martínez
Pingback: Recuerdos | Anuska Martínez
Pingback: Fiesta | Anuska Martínez
Pingback: Amor verdadero | Anuska Martínez
Pingback: ¿Qué es el tiempo? | Anuska Martínez
Pingback: El guardián | Anuska Martínez
Pingback: El amor de un padre | Anuska Martínez
Pingback: Compañera | Anuska Martínez
Pingback: Dejar al mundo girar | Anuska Martínez
Pingback: Terror | Anuska Martínez
Pingback: Sólo hay un mundo | Anuska Martínez
Pingback: Doble frente | Anuska Martínez
Pingback: El puente entre la vida y la muerte | Anuska Martínez
Pingback: Madre Rusia | Anuska Martínez
Pingback: Las tinieblas y las sombras no son lo mismo | Anuska Martínez
Pingback: Un nuevo amanecer | Anuska Martínez
Pingback: Hay seres que jamás debieron existir | Anuska Martínez
Pingback: El mal nunca duerme | Anuska Martínez
Pingback: Delegar no es de débiles | Anuska Martínez
Pingback: El Prodigio | Anuska Martínez
Pingback: Seguir adelante | Anuska Martínez
Pingback: Las verdades poco a poco salen a la luz | Anuska Martínez
Pingback: Presagios en el pasado | Anuska Martínez
Pingback: Reencuentro | Anuska Martínez
Pingback: Tributo | Anuska Martínez
Pingback: Momento de asueto | Anuska Martínez
Pingback: El Gato | Anuska Martínez
Pingback: La pureza de la nieve | Anuska Martínez
Pingback: El punto en el que te encuentras. | Anuska Martínez
Pingback: Tiempo de esperanza | Anuska Martínez
Pingback: Cicatrices invisibles | Anuska Martínez
Pingback: Avanzar nunca ha sido fácil | Anuska Martínez
Pingback: Los cambios siempre asustan | Anuska Martínez
Pingback: Paz | Anuska Martínez
Pingback: Mi corazón juega con mi mente | Anuska Martínez
Pingback: Los pasos que damos nunca sabemos a dónde nos van a llevar. | Anuska Martínez
Pingback: El Pacto | Anuska Martínez
Pingback: Aceptar el pecado | Anuska Martínez
Pingback: Funeral | Anuska Martínez
Pingback: Ruinas | Anuska Martínez
Pingback: Viaje | Anuska Martínez
Pingback: Llegada | Anuska Martínez
Pingback: Tomar las riendas | Anuska Martínez
Pingback: Pasos | Anuska Martínez
Pingback: Pureza | Anuska Martínez
Pingback: Blancas mueven primero y después sigue el juego. | Anuska Martínez
Pingback: A perro que duerme no lo despiertes. | Anuska Martínez
Pingback: A veces el Destino nos alcanza | Anuska Martínez
Pingback: Torneo | Anuska Martínez