A veces el observador silencioso es el que más ve
Luan
En silencio y de forma tranquila observaba como jugaban o más bien se retaban en todos los juegos que había. Miraba cómo interactuaban Nebadur e Ib pero también como lo hacían Corellon y Loth.
Me daba cuenta de que no lo hacían de forma muy diferente a las parejas que formaban el padre de Nebadur y su Abuelo.
Me crucé de brazos de forma relajada mientras los observaba echar una partida de bolos con Mek sentado de forma tranquila a mi lado.
Aún estando los Dioses en la ecuación veía la sonrisa de mi hijo, era radiante, como hacía tiempo que no le veía y eso sencillamente me calentaba el corazón y me alegraba aún siendo mera expectadora.
-¿Por qué no vas? – escuché que me decía una voz y eso me sacó de mi momento de ensoñación para girar la cabeza y encontrarme con User.
-Porque a veces es más gratificante ver como tu hijo disfruta – dije de forma tranquila viendo como él se sentaba a mi lado entendiendo a qué me refería.
No sólo disfrutas cuando estás con tu hijo y lo haces divertirse, incluso disfrutas más cuando lo ves interactuar con otros y sonriendo de forma relaja y sincera como era el caso. No importaba que estuvieran los Dioses de por medio, estaba rodeado de su familia y disfrutando con ella.
-Sabes que tú eres parte de eso – me dijo de pronto y de forma rotunda mientras sin venir al caso me tendió una bebida.
Se la cogí extrañada pero agradecida para luego darle un suave trago antes de sentenciar:
-Por supuesto que lo sé. Que no esté jugando no implica que no esté integrada, sólo he dado un paso atrás para dejarles estar con él – comenté mirando a Core y a Loth.
Fue ahí cuando él los miró también para luego sonreír a medias antes de decir de forma tranquila dándole un trago a su copa:
-En verdad creo que en el fondo eres más blanda de lo que intentas aparentar…incluso con ellos –
Ante su comentario resoplé poniéndome a la defensiva.
-Lo hago por Nebadur, no por ellos –
Lo vi apoyar la copa para luego mirarme, eso me puso en sobreaviso.
-Quiero preguntarte algo pero que no te sientas incómoda, puedes decidir tranquilamente no responder –
-Sabes que que digas eso es peor ¿no? – repliqué mirándolo de soslayo.
Eso le sacó una sonrisa para luego ponerse serio.
-Por lo que he visto nunca te relajas, entiendo que quiera proteger a tu hijo pero incluso ahora mismo, que es un momento de asueto y que todo el mundo se está divirtiendo te lo noto, estás tensa y alerta. ¿ Por qué?
En eso momento lo miré, interiormente sorprendida por que se hubiera dado cuenta de algo así.
-Es algo que ya hago sin darme cuenta – repliqué.
-¿Y eso? – me planteó interesado.
Me reí de forma irónica:
-¿La vida? – le dije dándole otro trago a mi copa.
-No puede ser sólo la vida, yo llevo siglos siendo el protector de Neb y aún y así se que estos momentos son necesarios para todos – ne replicó serio.
Suspiré profundamente.
-Salí de la antípoda escapando de mi madre, no de la forma que Ib, yo no era como ella…pero si queriendo ser libre sabiendo que, en ese momento no podía vencerla. Así que hasta ahí siempre tuve que estar alerta…si hice trampas en los exámenes finales porque no quería tener…-hice una pausa – bueno, que no quería nada con demonios – sonreí irónica – quien me lo diría ahora – bromeé para luego negar con la cabeza para no desviarme – La cosa es que unos años después de estar en la Tierra me crucé con Mek, con nuestro trato de nuevo tenía que estar alerta…y milenios más tarde, cuando ya habíamos empezado a entender el trato vino Nebadur.
Usermaatre ahí me miró de forma profunda.
-Es una historia fascinante – admitió.
-No digas tonterías – rezongué casi en un murmullo.
Él volvió a sonreír mirándome para luego desviar la conversación notando que yo ya me estaba sintiendo incómoda.
-Ven – me dijo dándome un suave golpe en el muslo mientras se ponía en pie.
-¿ A dónde? -le planteé elevando una ceja.
-Te quiero retar – me soltó con una sonrisa y eso si me llamó la atención.
Me levanté echando un último vistazo a Nebadur y viendo que se lo estaba pasando genial.
«Estará bien » me dije para luego seguir a User.
Me llevó a un sitio donde vi a un montón de arqueros compitiendo para que en ese momento le trajesen un arco y unas flechas de plumas azules y blancas.
-Me han dicho que eres muy buena con tus flechas oscuras – me soltó con una amplia sonrisa.
Entrecerré los ojos.
-De qué habláis tú y Nebadur sobre mi. – rezongué.
Él se echó a reír antes de ponerse en posición.
-Ya que no has bailado conmigo, te invito a una competición – dijo de forma segura.
Eso si que me activó y sonreí para luego replicarle
-¿Seguro? –
Él no borró su sonrisa, sino que la amplió al ver mi disposición.
-Más que seguro –
Cuando llegamos los demás se hicieron a un lado de forma respetuosa y el cogió una flecha para luego disparar con rapidez a tres dianas, me miró todo orgulloso cuando había acertado en el centro de las tres.
-Ya veo, si te pones muy gallito es porque esto es lo que te gusta – repliqué divertida para luego hacer el gesto de tensar un arco y que de mis dedos saliera una flecha negra hecha de magia.
Disparé para que mis tres flechas partieran a la mitad a las suyas, lo cual pareció encantarle.
-Veo que tengo un dura competidora – concedió encantado por que se lo estaba pasando en grande.
-No pienso darte ninguna ventaja – bromeé Luan.
En ese punto nos pusimos a hacer una competición en serio que incluso atrajo a gente, incluso a mi hijo y su familia.
Yo tenía los ojos rojos pero por primera vez estos no brillaban por preocupación, sino por diversión y la necesidad de haber tenido que usar más magia para ponerle a la altura del Grande.
En eso si que se fijó Nebadur al verme disparar mis flechas para de nuevo acertar en las de él.
-Creo que tras tantas veces es un claro empate – comentó con una sonrisa también encantado de ver como disfrutábamos con los juegos.
-Podéis desempatar en una carrera de carros – opinó su Abuelo como si tal cosa.
Fue ahí cuando negué con la cabeza.
-Prefería sólo con el caballo – comenté de forma tranquila.
-Me parece bien – dijo por su parte el Grande sonriendo.
Al final casi sin comerlo ni beberlo acabé en las caballerizas con el pobre chico enseñándome a los caballos que tenían mientras otro le ponía la silla de montar a User preparándolo a la vez que él le acariciaba el hocico y le murmuraba.
Vi como el chico de pronto pasaba por alto una caballeriza y eso me llamó la atención ya que dentro había un caballo.
-¿Y este? – le planteé parándome delante de la puerta.
-Ah…bueno…ese….no tolera a las personas demasiado bien – admitió el chico nervioso.
-Que novedad…- ironicé corriendo la puerta para luego entrar asustando al que me estaba guiando.
Miré al caballo de un profundo negro azabache con una larga melena que en cuanto me vio entrar la cuadra se puso a dos patas de forma intimidante.
-Señora tenga cuidado con este caballo, no le suelen gustar las personas – me dijo el chico apurado y temiendo que el caballo me hiciera daño.
Yo permanecí quieta frente a su encabritamiento hasta que volvió al suelo resoplando y mirándome a los ojos como retándome.
-¿De dónde sale este caballo? – le pregunté al mozo con suavidad sin apartar la mirada.
-Ehh…lo trajeron en una remesa de caballos recuperados – admitió él dubitativo – pero ya lleva un par de años que es imposible ensillarlo –
-Normal…- murmuré para luego tenderle la amno al caballo para que la oliera, todo mi olor corporal.
-Es la primera vez que lo veo tan manso – admitió el cuidador.
-Es un alma libre…no lo controlarás nunca con vuestros utensilios – comenté resolutiva acariciándolo de forma lenta bajo la mirada sorprendida del cuidador,
-¿Tú crees que es eso? –
Sonreí para luego replicar.
-Te lo demostraré a ti y a todos – repliqué para en ese momento saltar a la grupa del frisón sin que este se sintiera incómodo, al contrario, siguió todas mis órdenes hasta quedarse al lado del de User dónde me estaba esperando en su propio caballo y junto a los demás que no se lo querían perder.
Relacionado con:
La parte oscura de la humanidad
No juegues con quién no puedes
Proteger lo que quieres es lo más importante
Que diferente es el hoy del ayer
Un viaje transcendental en el autobús
Antes o después comparecemos ante un juez
Pingback: Unidad frente a la adversidad | Anuska Martínez
Pingback: Tomar la decisión correcta | Anuska Martínez
Pingback: Redención | Anuska Martínez
Pingback: No hay mal que cien años dure | Anuska Martínez
Pingback: Planes | Anuska Martínez
Pingback: Ohana | Anuska Martínez
Pingback: Transformación | Anuska Martínez
Pingback: Lento pero seguro | Anuska Martínez
Pingback: Vuelo | Anuska Martínez
Pingback: Los caminos son inescrutables | Anuska Martínez
Pingback: Regreso | Anuska Martínez
Pingback: Fuego | Anuska Martínez
Pingback: Volviendo al hogar | Anuska Martínez
Pingback: Sombras y luces | Anuska Martínez
Pingback: Reunión | Anuska Martínez
Pingback: Blancos o negros | Anuska Martínez
Pingback: Recuerdos | Anuska Martínez
Pingback: Fiesta | Anuska Martínez
Pingback: Amor verdadero | Anuska Martínez
Pingback: ¿Qué es el tiempo? | Anuska Martínez
Pingback: El guardián | Anuska Martínez
Pingback: El amor de un padre | Anuska Martínez
Pingback: Compañera | Anuska Martínez
Pingback: Dejar al mundo girar | Anuska Martínez
Pingback: Terror | Anuska Martínez
Pingback: Sólo hay un mundo | Anuska Martínez
Pingback: El puente entre la vida y la muerte | Anuska Martínez
Pingback: Madre Rusia | Anuska Martínez
Pingback: Las tinieblas y las sombras no son lo mismo | Anuska Martínez
Pingback: Hay seres que jamás debieron existir | Anuska Martínez
Pingback: El mal nunca duerme | Anuska Martínez
Pingback: Delegar no es de débiles | Anuska Martínez
Pingback: El Prodigio | Anuska Martínez
Pingback: Un nuevo Amanecer | Anuska Martínez
Pingback: Seguir adelante | Anuska Martínez
Pingback: Las verdades poco a poco salen a la luz | Anuska Martínez
Pingback: Presagios en el pasado | Anuska Martínez
Pingback: Reencuentro | Anuska Martínez
Pingback: Tributo | Anuska Martínez
Pingback: Momento de asueto | Anuska Martínez
Pingback: El Gato | Anuska Martínez
Pingback: La pureza de la nieve | Anuska Martínez
Pingback: El punto en el que te encuentras. | Anuska Martínez
Pingback: Tiempo de esperanza | Anuska Martínez
Pingback: Cicatrices invisibles | Anuska Martínez
Pingback: Avanzar nunca ha sido fácil | Anuska Martínez
Pingback: Los cambios siempre asustan | Anuska Martínez
Pingback: Paz | Anuska Martínez
Pingback: Mi corazón juega con mi mente | Anuska Martínez
Pingback: El Pacto | Anuska Martínez