Caminante, no hay camino…se hace camino al andar.
Luan
No pude evitar reírme entre dientes ante las palabras de Nebadur porque me recordaban lo muy vergonzoso que era con ese tema.
-Veo que la cosa no ha cambiado – comenté jocosa.
-Madre…- me dijo cazándome al vuelo.
Me encogí levemente de hombros pero con una sonrisa divertida antes de llevarme un trozo de carne a la boca.
-Aún recuerdo cierta anécdota en el palacio de Samara…- dije como si tal cosa después de tragar.
-No se te ocurra – me replicó Nebadur sonrojándose.
-¿Qué anécdota? – me preguntó Ib de forma curiosa.
-Cuando pasó lo del demonio que tengo encerrado en la espada Mek y yo estuvimos una semana convalecientes, en ese tiempo la enfermera entabló amistad con Nebadur y el día que nos íbamos a marchar…- de pronto vi como mi hijo se levantaba para taparme la boca todo sonrojado.
-¡Madre! – me cortó sonrojado.
Mi risa fue ahogada por su mano y yo levanté las mías en son de paz.
-¿Qué te pasó con esa chica? – le dijo User divertido por su reacción mientras observaba como Ib fruncía por un segundo el ceño para luego quedarse extrañada como consigo misma.
-No pasó nada – rezongó Nebadur volviendo a su asiento.
Yo por mi parte noté como Mek me mordía la mano en un aviso, como hacía siempre que me metía con Nebadur.
-Blando…- rezongué jocosa para luego ceder – La verdad es que es cierto que no pasó nada raro –
-¿Entonces? – preguntó Ib confundida.
Miré a Neb en una muda pregunta.
-Ahora ¿no? Cuando ya tienes la atención de todos – me dijo en un refunfuño que me hizo volver a reír. -Adelante…ya has abierto la veda –
Sonreí para luego decirle con cariño:
-Te aseguro que es algo que a todos en esta mesa nos ha pasado y no tienes que avergonzarte – lo animé.
-Por favor no volvamos a los acertijos – resopló el Abuelo de Neb recordando el momento de la presa.
-Es simple – dije mirándolo – se le declaró – sentencié de forma resolutiva.
-¿ La enfermera se le declaró? – preguntó elevando una ceja el Magnífico para luego mirar a su nieto con orgullo.
-No hagáis eso abuelo – murmuró el rojo arrancándole una risa a su padre.
-¿Qué es declararse? – planteó Gaia por su parte intrigada.
-Que una persona te revele que le atraes – le aclaró Usermaatre.
-¿Y qué le dijiste? – le planteó con delicadeza la pareja de su padre.
-Pues que gracias pero…- dejó la frase en el aire.
-Uuuh, dura respuesta – admitió el Grande por su parte divertido.
-Había tenido unas conversaciones muy interesantes mientras Madre dormía esos días pero realmente no sentía nada hacia ella, en verdad estaba más preocupado por ellos y pensando en a dónde iríamos ahora que nos habíamos cambiado de País – admitió Nebadur con sinceridad.
-De todas formas, habría sido una relación casi imposible – comenté con tranquilidad.
-¿Por qué motivo? – inquirió Ib.
-Básicamente porque esa época fue bastante movida y los tiempos para los elfos y los Drows no son iguales que para los humanos. – le aclaré de forma relajada mientras seguíamos cenando – Cuando volvimos al reino de Samara ella ya era anciana, es más, lo hicimos porque volvimos a los pueblos humanos de su País y ahí todo el mundo estaba hablando sobre la coronación de su hija.
Vi como mi pequeño sonreía con nostalgia.
-Me acuerdo de cuando nos vio…se le iluminó el rostro y me dijo que al final si había cumplido mi promesa –
-¿Cuál promesa? – preguntó Alauniira por su lado también interesada en la historia que estaban contando.
-Que nos volveríamos a ver – repliqué con tranquilidad.
-De la humana que habláis, es una de las que no debió existir, ¿no? – planteó a su vez Gaia pensativa.
-La misma – terció Nebadur con un asentimiento.
-¿Cómo que no debió existir? – preguntó el padre de este por su parte.
Yo me recliné hacia atrás en la silla una vez acabé de cenar.
-En un resumen rápido, los padres, que eran los reyes del reino, no eran capaces de engendrar y depositaron su confianza en un mago humano. El mago, para poder hacer lo que le pedían los reyes llegó a un pacto con un Demonio – le di un par de golpecitos a mi espada – este amigo en concreto, el cual le exigió que el primogénito de esos reyes iba a ser su Urna –
-Y el mago aceptó porque él conseguía lo que quería de los Reyes y le daba al propio Demonio algo que a él no le importaba – murmuró Alauniira comprendiendo el comportamiento del sujeto.
-Así es – sentenció mi hijo para luego seguir con el relato – lo que pasa es que unos Drows secuestraron a la princesa por un pacto que hicieron con otro Reino y es ahí cuando nos cruzamos con ella. Al devolverla a su hogar descubrimos el engaño que le había hecho este mago a los reyes e intervenimos –
-Meterse entre el pacto de un Demonio y su recompensa es peligroso – admitió por su parte la pareja de Akh.
-Fue una situación algo peliaguda – admitió Nebadur.
-Pero – levanté un dedo sonriendo a medias – no hay mal que por bien no venga, ahora el Demonio es nuestro aliado –
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