Una piedra en cada tumba

Para todo hay mañana menos para la muerte.

Luan

Nos organizamos para empezar a cavar las tumbas y sacar los restos, lo primero fue esto último y los fuimos colocando donde a su lado cavaríamos la tumba. Nos llevó bastante tiempo por que además de que eran más de los que parecían quisimos hacerlo bien, no deseábamos que su olor atrajera a ningún carroñero que pudiera desenterrarlos, por eso las tumbas fueron bastante profundas.

Mek también estuvo entretenido, no se de dónde las estaría sacando pero desaparecía por unos minutos y cuando volvía dejaba una piedra cerca de nosotros hasta que hizo un montoncito de ellas. Cuando empezamos a tapar las tumbas fue ahí cuando entendí qué había estado haciendo, en la primera tumba colocó la piedra sobre esta de forma simbólica y así lo hizo con cada niño.

Cuando acabamos de tapar la última tumba fue casi al mismo tiempo que el último rayo de sol se escondía por el horizonte dejando una tonalidad roja en el cielo. Mek puso la última piedra y se vino a sentar a nuestro lado, nos quedamos por un momento los tres en silencio observando las tumbas durante unos minutos.

Fue ahí cuando di un paso solemne hacia ellas y extendí una de mis manos en su dirección. Las piedras empezaron a levitar un poco.

-Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba – recité de forma dulce.

Ahí las piedras empezaron a brillar en un tono suave a la vez que se iban volviendo negras. Di un paso atrás volviendo a mi posición mientras dejaban de levitar de forma lenta y volvían a quedar en su sitio.

-Que preciosidad de piedras, parecen un cielo nocturno – comentó sorprendido Usermaatre.

-Es lo menos que podía hacer por ellos – comenté encogiéndome levemente de hombros para luego alzar la vista al cielo – Creo que será mejor volver, así sabemos como les ha ido a los demás y ver si Nebadur está recuperado –

-Estoy de acuerdo – comentó con un asentimiento – Hoy ya ha sido un día muy largo –

Regresamos por la realidad de las sombras dónde se acortaban las distancias. lo hicimos en un cómodo silencio, creo que más que agotamiento físico el que teníamos ahora mismo era más mentalmente por lo que habíamos tenido que hacer.

-Podían ser todos mis hijos – comentó el Grande en un momento dado de la travesía.

Lo miré rápidamente para luego elevar una ceja:

-¿Todos? –

Esa pregunta lo hizo sonreír a medias y relajar un poco el ambiente.

-Y más también – admitió – en mi época tuve más de cien hijos – me confesó.

-Anda ya – le dije volviendo la vista al frente.

-Te lo digo absolutamente en serio, puedes preguntar a los demás cuando lleguemos a casa – replico divertido con mi respuesta.

Rodé los ojos y replique:

-Siendo hombre es más fácil yo no tendría 100 hijos ni en 100.000 años – agregué esto último jocosa.

-¿Y eso por qué? – me preguntó curioso.

-Primero, por que el hijo que tengo ya vale por esos 100 y en todos los sentidos de la palabra – dije levantando un dedo – segundo por que dudo que Gaia soportase 100 partos míos – levanté el segundo dedo.

Ante lo primero que dije sonrió pero con lo segundo soltó una buena carcajada.

-Es verdad…vuestros partos, en el de Alauniira tuvo que intervenir Loth – dijo pensativo.

Chasqueé la lengua al escuchar el nombre de la Diosa del caos.

-A nosotros siempre nos han ayudado – comentó con delicadeza y un pequeño encogimiento de hombros.

-Entonces si aún por encima estando de parto aparece Loth ya explota el universo – ironicé rodando los ojos.

-¿Por qué no les das una oportunidad? – me planteó con suavidad sabiendo que se estaba metiendo de lleno en un terreno pantanoso.

-Ya lo hice, siguen vivos – repliqué de forma sarcástica.

-Ahora que lo dices si que me acuerdo que Alauniira el primer día que te conocimos dijo algo sobre que se te conocía en el inframundo por ser la única que se enfrentó a Loth – comentó Usermaatre pensativo.

-Ahora adivina el motivo – repliqué poniendo cara de circunstancia.

-¿Pero era tu Diosa antes del incidente? – me planteó con curiosidad.

-Yo quedé desencantada de los Dioses mucho tiempo antes de conocer incluso a Nebadur – repliqué en tono neutral.

-Ello es mucho tiempo ¿no crees? – me dijo con tacto.

-Y qué feliz soy estando así – le respondí encogiéndome de hombros para luego agregar – llegamos –

Hice que apareciésemos unos cuantos metros antes de palacio, al entrar ya se veían bastantes estrellas.

-Lo más seguro es que estén en el comedor – me dijo el Grande y yo asentí.

-Seguro, pero creo que primero deberíamos de pasar por la habitación – repliqué de forma tranquila y fue ahí cuando él me miró elevando una ceja – olemos a muerte – le aclaré.

-Es verdad – dijo cogiéndose la parte de arriba y oliendo – lo mejor será que nos duchemos y nos cambiemos.

-Nos vemos en el comedor entonces – le dije y nos despedimos para luego encaminarme a mi habitación.

«La verdad es que necesito esa ducha con urgencia » pensé para mi.


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