Somos sombras en un mundo que aparenta ser luz
Gaia dio varios pasos por la cueva a donde había vuelto, aquella que tomaba su hogar desde hacia milenios ya, y miró a su sombra, algo se había quedado en ella enganchada desde la última conversación con los Dioses.
-Cuanto tiempo piensas permanecer ahí – dijo soltando un suspiro para luego ver aparecer una pantera que se estaba sacrificando demasiado por estar lejos de su dueña y compañera.
Gaia sonrió entendiéndolo y se acercó a él para acariciarlo y fortalecer un poco más su vínculo para que no llegara a afectarles.
-Se lo que te ha traído aquí…y se que estáis salvaguardando las sombras para no darle más trabajo…- le acarició con cariño bajo la oreja derecha – Se que si ella pudiera ir no habrían ido ellos…nadie la pararía… – murmuró despacio sin cesar en sus caricias mientras Mek cerraba los ojos.
Se agachó a su altura para mirarlo a los ojos:
-Dile que estaré a su lado, que no se preocupe, pero que ahora va a entrar en una nueva etapa – le pasó la mano desde la cabeza y por el lomo mientras veía como se alejaba. Se paró para mirarla una última vez – Lo entenderá – le aseguró ante la muda pregunta de la pantera antes de verla desaparecer en las sombras.
-¿Seguro? – escuchó a su espalda a Loth y eso la hizo girarse levemente.
-Es tu hija, tú tendrías que responderme – comentó con tranquilidad.
-No es una hija al uso…- admitió la Diosa
Gaia sonrió a medias sabiendo la verdad.
-Te gustan esas Drows – aseguró para luego ver como la Diosa se alejaba de ella en silencio.
-Iré a junto de ellos para ayudarlos…pero creo que antes de que yo actúe lo hará tu sombra – comentó antes de retirarse.
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