Para levantarse de sus propias cenizas, un Fénix primero debe arder.( Octavia E. Butler)
– Es…curioso…- admití tras pensarlo un momento.
-¿Curioso? – preguntó el Magnífico con interés también a su vez.
-Los humanos sois…- busqué las palabras durante unos momentos – a veces complejos y a veces muy primarios- admitiría confundida.
-No dejamos de ser parte de este mundo y de los animales que lo componen – le respondió con tranquilidad Nebmaatre.
Me quedé callada mirando a ambos.
-Se que tenéis poder sobre ellos físicamente y Nebjeperure la otra parte…estoy intentando entender que es lo que no funciona en medio…- haría una pausa – por qué esos sacerdotes siempre dan con la forma de hacer lo que les da la gana – siseé esto último.
No deberían de poder obtener ese poder y al final siempre acababan con él. Siempre conseguían dañarla de formas horribles.
Me brillaron los ojos mirando a Nebmaatre :
-Quiero el equilibrio que busca tu nieto sin tener que matarlos a todos porque los humanos llamáis mi atención –
-Eso es muy loable y de agradecer, hay quienes buscan tu bien, como nosotros – le replicó él con tranquilidad.
Fue ahí cuando desvié la mirada suspirando, lo sabía, lo sentía, de la misma forma que sentía quienes querían su mal o no les importaba lo que le pasara también sentía a los que querían ayudarla y protegerla.
-Y no dejaremos de hacerlo Gaia, ni nosotros ni otros humanos – le aseguró Usermaatre.
Asentí despacio sabiendo que eran cierta sus palabras para luego llevarme una mano al pecho de forma lenta, quizás era por el cuerpo humano que había adoptado más tiempo de lo normal pero empezaba a experimentar cosas que nunca había hecho sobre mi ser.
-¿Pasa algo? – me preguntó Nebmaatre y yo negué levemente con la cabeza de forma tranquila.
-Nunca había usado esta forma tanto tiempo ni tampoco me había involucrado con humanos – admitió.
Usermaatre le comentó:
-A veces un poco de Humanidad no es malo –
Nebmaatre opinó por su lado:
-Fíjate en mi nieto, sin esa parte humana su forma de ejecutar Maat sería cruel y despiadada.
El Grande lo apoyó:
-Es algo así como los atenuantes y agravantes que son considerados en una sentencia para castigar por un crimen –
Fruncí el ceño y repliqué con seriedad :
-Hay crímenes que deberían de ser sentenciados de una forma más dura –
El abuelo de Nebjeperure replicó:
-Es verdad. Sin embargo, hay faltas que se castigan de una forma demasiado dura.
Ladeé la cabeza sin seguirlo del todo:
-A qué te refieres? –
Él le respondió:
-Por ejemplo un robo por pura necesidad que luego no es nada para las cuentas de la empresa y sí vivir un día más para una familia. A ese ladrón se le castiga más que a alguien que roba cantidades ingentes de dinero a millones de personas solo por querer más de lo que ya tiene –
Lo miré para luego replicar y en referencia a los humanos:
-Pero eso es muy de vuestro estilo. –
Fue ahí cuando intervino Usermaatre
-Míralo de este modo. Las circunstancias han creado una plaga de chinches, no vas a matar a todas porque tienen su función en el equilibrio pero, precisamente para mantener dicho equilibrio hay que reducir el número.
-Las chinches no son tan molestas…- murmuré frunciendo el ceño.
-Varios centros gerontológicos objetarían – bromeó Nebmaatre mientras que Usermaatre comentaba:
-Sólo era un ejemplo –
A mi me llamó la atención de la palabra que usó el abuelo de Nebmaatre.
-¿Centro gerontológicos? –
-Residencias para mayores o personas con discapacidad – me respondió.
Me quedé pensativa y busqué varios de esos centros con mi magia para ver más de cerca a lo que se refería, de nuevo vi ahí el claro-oscuro de la humanidad ya que en algunos trataban a la gente bien y en otros sencillamente se aprovechaban.
Suspiré levemente.
-Vuestra dualidad a veces me desconcierta, podéis ser y hacer cosas muy buenas y luego otras terribles incluso con los vuestros –
Relacionado con:
Un viaje transcendental en el autobús
Antes o después comparecemos ante un juez
Pingback: Fiesta | Anuska Martínez
Pingback: Amor verdadero | Anuska Martínez
Pingback: ¿Qué es el tiempo? | Anuska Martínez
Pingback: El guardián | Anuska Martínez
Pingback: El amor de un padre | Anuska Martínez
Pingback: Dejar al mundo girar | Anuska Martínez
Pingback: Sólo hay un mundo | Anuska Martínez
Pingback: Doble frente | Anuska Martínez
Pingback: El puente entre la vida y la muerte | Anuska Martínez
Pingback: Las tinieblas y las sombras no son lo mismo | Anuska Martínez
Pingback: Hay seres que jamás debieron existir | Anuska Martínez
Pingback: El mal nunca duerme | Anuska Martínez
Pingback: Delegar no es de débiles | Anuska Martínez
Pingback: Un nuevo Amanecer | Anuska Martínez
Pingback: El Prodigio | Anuska Martínez
Pingback: Las verdades poco a poco salen a la luz | Anuska Martínez
Pingback: Presagios en el pasado | Anuska Martínez
Pingback: Reencuentro | Anuska Martínez
Pingback: Tributo | Anuska Martínez
Pingback: Momento de asueto | Anuska Martínez
Pingback: La pureza de la nieve | Anuska Martínez
Pingback: Tiempo de esperanza | Anuska Martínez
Pingback: Paz | Anuska Martínez
Pingback: Mi corazón juega con mi mente | Anuska Martínez
Pingback: Los cambios siempre asustan | Anuska Martínez
Pingback: Aceptar el pecado | Anuska Martínez
Pingback: Funeral | Anuska Martínez
Pingback: Pasos | Anuska Martínez
Pingback: Paréntesis | Anuska Martínez
Pingback: Aprendiendo | Anuska Martínez