Gaia

La justicia no busca eliminar el mal…sino hacer entender que el mal existe.

Tras la conversación con Nebjeperure, Gaia se retiró con una mirada serena y profunda. Sus ojos, uno de un intenso verde esmeralda y el otro de un azul profundo como el océano, parecían reflejar el equilibrio que tanto anhelaba para el mundo. Acabó de nuevo en su pequeña cueva, aquella donde había estado miles de años, se encontraba en el santuario de la naturaleza, su presencia se entremezclaba con la esencia de los árboles antiguos y los ríos cristalinos.

En su soledad, Gaia reflexionó sobre la alianza que había forjado con el joven rey de la Tierra Negra.

«¿Por qué sigues poniendo tu fe en ellos, Nebjeperure?», pensó Gaia, el viento en forma de susurro acariciaba su cabello con suavidad. «Los mortales son criaturas volubles, dispersas y, a menudo, cegadas por sus propios conflictos.»

Sin embargo, una parte de ella entendía la necesidad de esa alianza. El joven rey, con su corazón anhelante de justicia y equilibrio, era un reflejo imperfecto pero valioso de la lucha eterna entre la oscuridad y la luz, entre la discordia y la armonía.

Aunque la humanidad había causado estragos en la Tierra disputada y había provocado su ira, también reconoció la determinación de Nebjeperure para corregir las injusticias y buscar una solución pacífica para el pueblo. En el fondo, compartían un objetivo común: preservar la Tierra y su diversidad.

«El equilibrio es frágil, y yo debo mantenerlo», reflexionó. «A veces, la colaboración con aquellos que habitan esta tierra es el único camino para preservarla. Debo guiarlos, enseñarles la sabiduría de la naturaleza y recordarles su interconexión con todo lo que les rodea.»

Gaia sabía que su propio poder era formidable y a menudo aterrador, pero también era consciente de que su ira descontrolada podría llevar al caos y la destrucción. Por eso, consideró que trabajar en conjunto con Nebjeperure, quien actuaba como intermediario entre la humanidad y ella, era una opción sabia.

A pesar de que no compartía por completo la perspectiva de Nebjeperure, Gaia decidió darle una oportunidad a esta colaboración. Sabía que, en última instancia, su objetivo era preservar la belleza y la diversidad de la Tierra, y eso requeriría paciencia y comprensión mutua.

Gaia, aún a costa de lo que sentía, se comprometería a respetar las normas básicas que habían acordado y a trabajar en conjunto para mantener el equilibrio en el mundo. Aunque su temperamento podía ser impredecible, estaba dispuesta a controlar su furia en beneficio de la Tierra y sus habitantes.

Con un suspiro profundo, Gaia observó el enorme árbol en silencio, con esta alianza, podrían abordar los desafíos que se avecinaban y proteger el planeta de futuras amenazas. Sin embargo, sabía que el camino por delante no sería fácil, y tendrían que lidiar con desafíos que ni siquiera podían imaginar.

Eso la hizo cerrar sus ojos bicolor y levantar la cabeza hacia el techo de la cueva donde hongos luminiscentes hacían su trabajo, fue ahí cuando sintió un leve temblor que le llevó a abrirlos y escuchar atentamente.

-Eso no suena bien – murmuraría para deslizarse por uno de los pasadizos de la cueva para luego acabar bajo la luz abrasadora del sol.


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