El Destino XVI

 

 

-Nos mandé cerca de la otra puerta, donde están las caballerizas, por si tenías que huir al menos contabas con Urik -le comentó de manera tranquila Luan comenzando a subir una pequeña colina desde la cual ciertamente se observaba el pueblo.

-¿Creías que podías perder? -le preguntó extrañado Neb mientras volvían andando sobre la nieve al poblado.

-Nunca puedes dejar que ese pensamiento acuda a tu mente mientras estás luchando pero, cuando está en juego la vida de alguien que aprecias también…. bueno -se encogió levemente de hombros- digamos que es mejor tener todos los cabos bien atados sólo por si acaso.

Antes de que entraran al pueblo y en un lado donde veía la nieve blanca e impoluta cogió un poco de esta y se frotó el brazo donde tenía la herida y la sangre seca mientras Neb le decía serio:

-No me gusta que os hagan daño.

Luan se rió entre dientes mientras se cubría las heridas con un pequeño vendaje.

-Es inevitable cuando la gente tiene pensamientos cerrados, si los humanos no lo han hecho es por temor y porque luego han visto que seguimos nuestro camino. Los elfos Dorados son harina de otro costal… no solemos soportarnos -admitió esto último chistosa reanudando la marcha.

-¿Sabes? ¡Los Dioses deberían de dar ejemplo! No de causar más distanciamiento entre las razas, ellos que tienen tanto poder tendrían que ser los encargados de usarlo correctamente -rezongó Nebadur en un arranque que hasta podría decirse de rebeldía.

Luan lo observó elevando una ceja para luego romper a reír de buena gana, risa que continuó hasta que llegaron a las caballerizas.

-¿Qué te ha hecho tanta gracia? -le planteó Neb entre mosqueado y avergonzado.

La drow se encogió levemente de hombros mientras comprobaba que todo se encontraba en su sitio y luego cogía un par de mantas.

-Te he imaginado en una sala con todos los dioses y echándoles un buen rapapolvo siguiendo la línea de tus palabras -comentó tan tranquila mientras se subía al carro.

Neb también lo hizo a la vez que se ruborizaba con sólo imaginarse estar delante de tanto Dios.

-Aunque te recomiendo que evites eso -le indicó Luan señalando sus mejillas y el la fulminó con la mirada al ver el deje divertido que brillaba en sus ojos.

– No te metas conmigo -le espetó, Luan sonrió a medias para luego tenderle una manta mientras se tapaba hasta arriba con la otra y cerraba los ojos- ¿Qué haces, no nos íbamos? -le planteó el joven mirándola extrañado.

-Las riendas son todas tuyas, yo necesito dormir un rato. Acuérdate de llevar el carro por donde han pasado otros en la nieve… -su voz se fue apagando hasta que se quedó completamente dormida.

-Vaya… qué rapidez -comentó Neb para sí mientras movía la mano por delante de la cara de Luan viendo que ni reaccionaba, volvió su cabeza y se encontró con que al menos Mek sí estaba despierto- bueno, nos quedamos solos.

El felino ronroneó y frotó su cabeza contra su cara mientras apoyaba sus patas delantera en el respaldo para quedar cerca de él, lo cual también le daba un calor extra además de compañía. El joven elfo cogió las riendas y con un suave chasquido de estas salió de las caballerizas y del pueblo, poniendo rumbo al siguiente prestándole mucha atención al camino y a que el carro fuera por donde debía.

Luan le había dejado llevarlo con nieve sí, pero no era lo mismo hacerlo con ella al lado que te puede ir indicándote si estás haciendo algo mal que estando ahora sólo en ese aspecto. Miró a la drow de soslayo y se imaginó el motivo de aquel sueño repentino, el gasto de magia. El abrir una dimensión debía de ser un gran coste y el meter y mover a varias personas por ella lo incrementaría, eso sin sumarle la herida.

Cuando la noche los alcanzó aún estaban lejos de la posada en la que solían alojarse en mitad del camino, el carro iba más lento a causa de la nieve y a la vez anochecía mucho antes. Neb tuvo que detenerse a colocar un par de faroles a los lados del carro que encendió para poder ver hacia donde iban. Se tapó un poco mejor con la manta ya que las temperaturas comenzaban a desplomarse.

El joven elfo al final acabó por poner runas para combatir el frío cuando las mantas ya fueron insuficientes, en un momento dado Mek levantó la cabeza y olisqueó el aire llamando la atención de Neb que le planteó:

-¿Qué pasa Mek? -la pantera hizo un chasquido con sus dientes y luego miró justo detrás de él y a la izquierda del camino, observó luces y cuando se fijó mejor vio que era otra caravana que se había detenido al abrigo de una pequeña cornisa de piedra que amparaba del viento y el frío- ¿Quieres….que paremos ahí? -le planteó dubitativo Neb al gran felino y este asintió con la cabeza, era mucho más peligroso seguir adelante y detenerse en compañía siempre era mejor que solos. Persuadía tanto a bestias como bandidos.

-Buenas noches -saludó cuando llegó hasta las luces y no pudo evitar sorprenderse al ver que se trataba de una caravana de enanos.

-Buenas noches -le respondió uno de ellos que tenía una espesa barba roja y lo miró con interés.

-¿Podemos acompañaros? -le planteó indeciso Nebadur.

-¡Claro! Poneros cómodos -lo invitó haciendo un gesto con su mano en dirección a la zona que quedaba libre.

-Gracias -le agradeció Neb, la respuesta ya era sabida ya que había un código entre viajeros pero no estaba de más preguntar y era una forma de demostrar tus intenciones.

Nebadur se puso a preparar todo para pasar la noche y cuando ya estaba acabando una enana se le acercó para decirle:

-Puedes acompañarnos a cenar frente al fuego si quieres –

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