El Monte Ombligo CXCIII

Xiwangmu

Una pequeña mentira puede existir sólo para ocultar una gran verdad hasta que llegue quien sea digno de descubrir estar última.

Claro que no podrían hacerlo y la que había creado el antecedente estaba reunida allí con ellos. Egeria, cuando había decidido tener aquellas larvas cambiadas, había hecho que se infiltrasen en la sociedad Goa’uld. Con ello, había comenzado una labor de sabotaje interno del sistema divino cuyo origen habría sido casi imposible de rastrear.

La reina, en un intento de presentar una alternativa que para los demás no existía, había confesado lo que había hecho. Lo cual había llevado a la caza de ella y de sus hijos. Egeria había sido derrotada, mas sus hijos continuaron su labor siempre ocultos y muchas veces fingiendo ser lo que no eran para conseguir una posición desde la cual perjudicar a los Señores del Sistema pero ayudar a los Tau’ris y a los suyos.

Por ese motivo resultaba muy peligroso para las reinas hacer algo así, los Señores del Sistema ya estaban tan escarmentados que aquellas larvas habrían encontrado su destino en la muerte. Y una madre nunca dejaría que pasara algo si podía evitarlo.

Las reinas podían evitarlo. Con una simple decisión.

Mejor no dar una vida si esta iba a ser arrebatada.

-Así es -confirmó Bastet.

Baal bromeó:

-Vosotras y vuestros secretos -se rio entre dientes-. Aún os podríais declarar en huelga.

Nirrti replicó:

-Eso habría sido contraproducente.

Olokhum quiso saber:

-¿Y eso por qué?

Kali explicó:

-Porque las habríais obligado a tener larvas -hizo una pausa- ¿Y de qué habría servido su sacrificio sin conseguir nada?

-La extinción de nuestra raza -apuntó Nirrti.

Egeria negó con la cabeza al mismo tiempo que respondía:

-Las que cambiamos tampoco queremos eso, queremos un lugar para nuestra raza.

-Todo tiene su sitio -les recordó Sonia-. La cuestión es encontrarlo.

Durante los últimos tiempos habían hablado mucho de aquello, sobre saber cuál era el lugar de cada uno en la existencia. Porque si tenían vida, tenían un motivo para ello. Claro que habían estado equivocados durante mucho tiempo, ¿pero era es una razón que justificara su extinción? Por mucho mal que hubieran hecho… si podían hacer todo lo contrario… ¿no valía la pena apostar por ello?

Todos conocían la respuesta, la cual los había llevado a aquella reunión. Sólo gente ciega como los rebeldes lo verían de otra forma.

Por eso podían llegar a entender esa esperanza secreta dentro de las reinas. Ese deseo de que el cambio fuera real y no se perdiera la preciosa oportunidad por atajar rápido y mal un problema del que no había auténticos culpables.

-Así que la infertilidad es la excusa perfecta -terció Angelo no sin admiración.

Kali sonrió antes de contestar:

-Nadie podría probar la mentira.

Lo cual era imposible. No tenían otra que aceptar su palabra. Ese tema de su biología lo tenían celosamente guardado y sólo era transmitido de reina a reina. Los demás Goa’ulds permanecían en la ignorancia.

Antaño se trataba de parte de una estrategia para hacerse imprescindibles sin que pudieran ser controladas en todo. Ahora era una clave que las protegía.

-Ni se atrevería a intentarlo -secundó Bastet.

Yu replicó:

-Nadie en su sano juicio lo haría.

-¿Y podemos saber quiénes son estériles? -quiso saber Baal previamente a reír entre dientes- Me ofrezco voluntario para restaurar su fertilidad.

Bastet gruñó:

-Pueden hacerlo ellas solitas, no necesitan tu ayuda.

Los demás tuvieron diversas reacciones, desde la ironía hasta la diversión. El Señor del Sistema tenía un rol como dios de la fertilidad, aspecto que era uno de los que más disfrutaba. Por ese motivo no dejaba de ser curioso ese ofrecimiento.

-Hay Baal para todas -dijo Baal guiñándole un ojos-. No hace falta que te disgustes.

La aludida rodó los ojos antes de contestar con sorna:

-Tú sigue soñando.

-Y volviendo al tema… -intervino Atón oportunamente- ¿Quién tiene esa información?

Para sorpresa de no pocos de los presentes, Yu declaró:

-Yo sé de una.

-¿Quién? -cuestionó Egeria con interés.

El Señor del Sistema la nombró:

Xiwangmu.

-¡Hala! ¡Otro nombre corto! -exclamó Kate poniendo cara de sufrida.

Ra comentó jocoso:

-Empieza a caerme bien.

Lo cual era mucho decir por su parte respecto a una reina que apenas si conocía. Como él había tenido las suyas  antes de que pasara lo de Egeria y no contaba con Jaffás, no andaba necesitado de simbiontes cada cierto tiempo.

-Pues se queda Xiwan -decidió la joven sacándole la lengua.

Olokhum replicó:

-Si se deja.

-Tú te dejaste Khum -comentó ella con desenfado.

Nadie más osaba llamarlo así, o que se supiera.

El Señor del Sistema repuso sacudiendo los hombros:

-No todos son como yo.

-Eso es lo divertido -dijo la joven.

Noa opinó:

-Me gusta Xiwan -luego le preguntó a Yu con cortés curiosidad- ¿Y cómo sabes eso?

Este explicó con tranquilidad:

-Hablamos.

-Y algo más -declaró Baal provocador.

Yu no cayó en la trampa. En cambio Olokhum indicó pensativo:

-Y todo eso sin larvas.

Eso fue echarle más leña al fuego de Baal que dijo:

-O es muy buena en…

-¡¡BAAL!! -esta vez fue el antiguo Supremo Señor del Sistema el que lo llamó al orden. No permitiría menciones explícitas a las relaciones íntimas de ese tipo delante de su hija.

El Señor del Sistema no osó contrariarlo, ya que dejó esa frase en el aire para crear otra más sensata:

-O capturó a nuestro viejo Señor del Sistema.

Yu cerró los ojos para ocultar el brillo de los mismos. En su aparente calma, ese gesto lo había delatado ante todos. Ellos bien sabían que no lograrían sacar más de él al respecto.

Egeria sonrió y cuestionó perspicaz:

-¿Y qué mayor prueba de cambio hay que esa?

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Fuente:

Imagen superior: stargateresurgence.wikia.com: http://stargateresurgence.wikia.com/wiki/Xiwangmu

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